19 de febrero de 2011

Happy birthday, Mr. Blog!




Pues sí. Este humilde blog cumple hoy su primer añito de vida.
(Ovación y aplausos)

Un año ya... ¡Qué rápido pasa el tiempo! Y parece que fue ayer cuando empecé en este mundillo, más perdida que una cabra en un garaje, todo hay que decirlo. Todo era tan nuevo para mí...

Aún recuerdo aquella noche en la que me decidí a abrir el blog. Llevaba ya tiempo dándole vueltas al tema, ahí, con el run-run... pero no acababa de decidirme. Pero esa noche, no sé por qué, me dije: "Va, es ahora o nunca. No tienes nada que perder y todo que ganar". No imaginaba entonces hasta qué punto serían ciertas esas palabras, ni lo mucho que me iba a aportar este bitácora.

El caso es que allí estaba yo, a altas horas de la noche, ante el portátil. Registrándome en Blogger con un nick, La gata, pensando un título, Diario de una gata en la ciudad (así se llamó este blog hasta principios del mes pasado, aunque en muchos de vuestros blogrolls sigue apareciendo con ese título), eligiendo una plantilla bonita y sencilla (que cambiaría a los pocos días) y escribiendo, casi sin darme cuenta, mi primer post. O entrada. Porque entonces, a mí todo eso de los posts me sonaba bastante a chino.

Y así, con aquella primera entrada a modo de presentación, me fui a dormir tan contenta. Estaba emocionada por la novedad, pero también nerviosa. De repente, me asaltaban mil y una preguntas: ¿Y si nadie me leía? ¿Y si no gustaban mis posts? ¿Y si de repente me quedaba sin temas para escribir? ¿Y si, una vez pasada la emoción inicial, me cansaba del blog? ¿Y si...?

Muchos "y sis" y un blog nuevo. Así estaba yo.

Los comienzos siempre son difíciles. Y este blog no fue una excepción. Debo admitir que tuvo unos inicios un poco frustrantes para mí.
Recuerdo la incertidumbre y el bajón de los primeros días, las primeras semanas, en que no tenía comentarios en las entradas,  y el número de seguidores se mantenía en el 0 patatero (sobs, que diría Pétalo).
Así que empecé a desesperarme y a emparanoiarme pensando que mi Operación Blog estaba abocada al fracaso, Yo es que soy muy impaciente, qué le vamos a hacer.

Aun así, no desesperé. Seguí escribiendo y ampliando mi red: cada vez visitaba más y más blogs, de los que aprendía mucho y también cogía ideas, me hice seguidora de todos los que me gustaban o llamaban mi atención, sobre todo los que tenían una temática similar a la mía, les dejaba mis comentarios,...
En una palabra: me hice visible.
Había blogs que me dejaban totalmente fascinada y boquiabierta. Me producían una admiración.... Pensaba: "Yo quiero un blog así".

Y entonces, poco a poco, empezaron a llegar los primeros comentarios. ¡¡ALELUYA!! Qué alegría... ¡Había alguien al otro lado! No estaba sola.
Alguien había encontrado mi blog en la marabunta de blogs que pueblan la bloggoesfera.

Y de repente, un día, ¡descubrí que tenía UN SEGUIDOR! (Un beso, Jauroles). Mi primer seguidor...
Jo, casi se me saltaron las lágrimas de la emoción.

Y después llegarían más: 2, 5, 10, 25, 50, 75... Hasta el momento actual, en el que tengo... ¡94 seguidores! OMG. ¡Si estoy a 6 de los 100! (Esto no es autobombo para que me sigáis, que conste, pero si aún no me seguís y queréis hacerlo, adelante, no os cortéis ;)).

Recuerdo quedarme alucinada cada vez que visitaba blogs que tenían 50, 80, 100, 200 seguidores o más. Me parecía algo casi tan difícil como coronar el Everest. Jamás imaginé que este blog pudiera llegar a una cifra similar.
Así que, desde aquí, me gustaría dar las gracias a todos mis seguidores, a los que me comentáis y a los que no comentáis pero me leéis a menudo. En realidad, quiero dar las gracias a todas aquellas personas que han perdido aunque sea un minuto de su tiempo en este blog y han leído aunque sea un párrafo de mis posts.

...Que por cierto, ésta será, si no me equivoco mi entrada número 98. (Aunque, en realidad han sido unas cuantas más, lo que pasa es que borré las que no me gustaban después de la crisis que tuve a finales del año pasado y que me llevó casi a cerrar el blog).

Hasta el momento he recibido 18.240 visitas. Wow. En dos palabras: Im-presionante. ;)
Visitas que han llegado desde los más diversos puntos del planeta. Hasta de los más remotos e insospechados, como Japón, Vietnam, Filipinas, Australia,...
La mayoría de las visitas vienen de España, cómo no, sobre todo de Valencia (muchas de las cuales serán mías, I know) y Madrid. Y, de fuera de España, me visitan sobre todo desde: México, Argentina, Chile, USA, Perú, Colombia, Ecuador, Alemania, Inglaterra, Francia y Rusia, entre otros países.

Sé que muchos de esos visitantes han sido puntuales: gente que llegó de casualidad a mi blog a través de Google, y que, al no encontrar lo que buscaban se fueron a los 5 segundos. Sobs, again.
Aun así, se agradece. :)

Pero también hay otras muchas personas que sí buscan mi blog y si no, al menos se quedan  a leerlo un ratito.
Gente que me ha sorprendido por su fidelidad a prueba de bombas. Gente que me visita prácticamente a diario. Que aún sigue tecleando en el google "diario de una gata en la ciudad", "diario de una gata" o "maullando por los tejados".
Es alucinante saber que la gente busca TU blog en concreto. De los millones y millones de blogs que existen, teclean el título del tuyo. Es increíble.

Y también es alucinante ver tu blog en el blogroll de otros bloggeros a los que sigues, que te mencionan en sus blogs, que te dan premios, que están esperando que actualices para leerte y comentar.
Si hace un año, cuando empecé con el blog, me dicen que iba a experimentar todo esto, no lo hubiera creído. ¡Vamos, ni por asomo!

En fin... Que quiero daros las gracias a todos los que habéis dedicado un ratito de vuestro tiempo a pasaros por mis tejados, a los que lo hacéis puntualmente y a los incondicionales (tenéis mucho mérito).
Soy consciente de que me suelo enrollar como una persiana. Los discursos de Fidel Castro parecen cuentos de Teo comparados con algunas de mis entradas. Siento ser tan rollera... :P

Y quiero también agradecer muy especialmente a todos los que habéis comentado dándome consejos, ánimos, expresando vuestra opinión o haciendo una crítica. Me habéis ayudado y enseñado mucho. Vosotros sois los que dais vida a este blog. Y es esa interacción entre el autor y sus lectores lo que más me gusta de todo este mundillo.

Ahora mismo, me alegro muchísimo de no haber cerrado el blog, como tuve intención en su momento. Y si no lo cerré finalmente, fue en gran parte por la avalancha de comentarios pidiéndome que no lo hiciera.
Teniáis razón. Ahora mismo, no me imagino sin esta ventana al mundo, en la que escribo, me desahogo, interacciono con otra gente, intercambio opiniones.... Y no exagero.
Me ha aportado mucho, me habéis aportado mucho y quisiera seguir compartiendo con todos vosotros más anécdotas gatunas. Más entradas y más vivencias.
Quisiera seguir maullando por los tejados durante muchos años más.
Brindo por ello. Gracias a todos de nuevo...

Y ahora ya podéis coger vuestro trozo de tarta. ¡Tranquilidad, que hay para todos!.
(Y después, barra libre hasta el amanecer ;))

¡Besos! ;)

16 de febrero de 2011

Resultado de la última encuesta... (¡¡y una nueva de trinqui!!)

¡¡¡Holaaaa!!! ¿Cómo estamos? ¿Seguís vivos aún, después de la jornada hiperglucémica de anteayer?
¿Sobrevivísteis a la avalancha de Cupidos, tarjetas musicales con corazoncitos rojos, cajas de bombones en forma de corazón, toneladas de rosas, ositos de peluche súper amorosos y demás?

Veo que sí y me alegro de veros a todos de nuevo por aquí y enteros. ;)
Hoy he decidido hacer limpieza blogueril, y he empezado quitando la última encuesta, (que, os recuerdo, llevaba más de un mes cerrada, y empezaba a despedir cierto tufillo no demasiado agradable).
¿Pero qué sería una encuesta si no se comentaran sus resultados? Una tontería, ¿no?

Pues eso. Así que allá que voy:



La última encuesta era doble: os preguntaba qué franja de edad es, en vuesta opinión, la más adecuada en un hombre y en una mujer para casarse y/o tener hijos.
Ya comenté en su día que soy consciente de que no hay una edad fijada para dar ese paso, y que todo dependerá en buena medida de cada persona y de su situación personal, laboral, sentimental, etc etc. Pero aun así, tenía la curiosidad de conocer vuestra opinión. Saber qué franja de edad sería la más votada por la gente y ver si coincidía con la mía.

Bien, en el apartado de MUJERES, votamos 20 personas, repartiéndose los votos de esta forma:

-Antes de los 20 años: 0 votos. Ninguno de los votantes cree coveniente que una mujer se case o tenga hijos antes de tan tierna edad, y con razón.

-De los 20 a los 25: 3 votos (15%). A mí me sigue pareciendo una edad bastante temprana, en los tiempos que corren.

-De los 25 a los 30: 7 votos (35%). Ésta fue la opción que yo elegí, y la segunda más votada. Bueno, no iba del todo desencaminada...

-De los 30 a los 35: 8 votos (40%). La opción más votada. (Veo que, con 29 años, aún estoy a tiempo, y que no se me pasa el arroz ni por asomo. ¡Me congratuuuuula!)

-Después de los 35: 2 votos (10%). Yo, personalmente creo que, en el caso de las mujeres, tener el primer hijo más allá de los 35 es un poco arriesgado... Aunque no tiene por qué pasar nada, si hay una correcta supervisión médica. Muchas veces, no se pueden hacer las cosas cuando uno quiere, o cuando socialmente se considera más adecuado. Y nohay que renunciar a una ilusión tan grande como la de ser madre sólo porque se supone que ya no estás en el "plazo".

Ahora, los HOMBRES:
En este apartado votaron  17 personas (3 menos que en el anterior ¿?). Las votaciones quedaron así:

-Antes de los 20 años: 0 votos. Obvio.

-De los 20 a los 25: 1 voto (5%). Demasiado joven, ¿no?

-De los 25 a los 30: 3 votos (17%). Sigue pareciéndome demasiado pronto...

-De los 30 a los 35: 8 votos (47%). La opción más votada, que además, coincide con la mía. (:  Yo creo que a esta edad, un hombre ya está bastante maduro y puede plantearse dar ciertos pasos...

-Después de los 35: 5 votos (29%). La segunda opción más votada. Bueno, si el hombre en cuestión se ha independizado ya, y vive de forma autónoma, no veo mal que se espere hasta más allá de los 35. Quizá no ha encontrado antes a la mujer con la que dar ese paso. Pero si a esa edad, todavía no ha salido de casa de los papás, y su madre le sigue lavando los gayumbos y haciéndole cocretas para que se las lleve en un tupper al trabajo... Ahí ya veo yo un problema. Está esperando a encontrar a una mujer que sustituya a su mamá... :S

Bueno, pues estos son los resultados... Y mi opinión, que puede coincidir o no con la vuestra. Por supuesto, me encantará conocer qué opináis de este tema, y saber qué votásteis o hubiérais votado.

Y ahora... tachánnnnnn... ¡NUEVA ENCUESTITA!


*Atención, pregunta: ¿Puede existir sólo amistad entre un hombre y una mujer solteros y heterosexuales?

Las opciones son:

A) -Sí, no necesariamente han de pasar de la amistad a algo más.

B) -No. Al final, acabará surgiendo la atracción y se complicará todo.

C) -Sólo si el que se siente atraído por el otro se resigna a ser simplemente amigo.


¿Qué opináis? ¡Hagan juego, señores!

14 de febrero de 2011

Love is all around...


Pues sí. A estas alturas del día, ya todo el mundo debe saber que... hoy es San Valentín. Jatetú. Esa celebración hiperglucémica, en la que nos invade una plaga cansina de corazoncitos, cupidos alados, ramos de rosas, ositos de peluche, cajas de bombones en forma de corazón, felicitaciones con musiquita y dedicatorias de amour por todas partes.

Pocas celebraciones despiertan más animadversión que San Valentín. Me atrevería a afirmar que existe más gente anti-San Valentín que anti-Navidad, que ya es decir.
Y es que no me negaréis que la fiestecita de marras es cursi hasta la náusea...

Yo, personalmente, debo confesar que he sido tanto defensora como detractora de esta tradición. Según épocas, he pasado por las 3 fases clásicas frente a San Valentín:

FASE PRO: ¡Qué bonito es San Valentín! Lalalaaaaa...
FASE ANTI: GRRRRRR... ¡¡Otra vez San Valentín, qué asco!!
FASE INDIFERENCIA: Uy, si hoy es San Valentín. Pues ya ves... (fase en la que estoy actualmente)

Yo creo que, en el caso de esta celebración, como en muchas otras cosas, la opinión o el sentir de cada persona dependerá en gran medida de su situación amorosa en ese momento. Vamos, que, como dice mi padre: "Cada cual habla de la feria según le va en ella".

Es más fácil tener una predisposición más o menos positiva hacia San Valentín si estamos enamorados y además, somos correspondidos.
Si en ese momento somos felices y nos sentimos afortunados en el amor, no nos resultará tan irritante ver taaaaaanto Cupido revoloteando y taaaanta parejita enamorada y empalagosa por doquier.
En cambio, si estamos atravesando un momento de desamor, de ruptura, de desengaño amoroso; si estamos sufriendo por amor, o simplemente estamos sin pareja, será más fácil que tal día como hoy no queramos ver un Cupido ni en pintura (cosa bastante difícil, por otro lado).

Supongo que todo se debe a una cuestión de "sentirse integrado". Sentirse parte de la fiesta.
Sentirse uno más del grupo.
Si tienes pareja, te sientes incluído en la celebración. En cambio, si no tienes pareja, si no estás enamorado, o lo estás pero no eres correpondido, difícilmente querrás/podrás celebrar esta tradición.  Estás fuera del juego. Estás excluído.

Aunque, como en todo, no se puede generalizar: habrá quien esté enamoradísimo y súper feliz en su relación de pareja y pase tres kilos de esta celebración (tan consumista, por otro lado). Y habrá quien se haya llevado mil y un chascos en esto tan complicado que es el amor, y sin embargo, todavía siga emocionándose y deseando celebrar un San Valentín con su pareja ideal (cuando ésta aparezca).

Yo, personalmente, voy a "celebrar" el día de hoy... pero NO por ser San Valentín. Me explico: esta noche saldré a cenar con mi novio, no porque hoy sea 14 de febrero, sino porque es algo que solemos hacer casi todos los lunes, ya que ambos trabajamos fines de semana y el lunes es nuestro día libre.
(Y además, resulta que J.J. ha estado cuatro días -¡cuatro!- en Madrid por temas de trabajo, y teníamos ya muchas ganas de vernos).

No voy a negar el carácter capitalista de esta tradición. Y posiblemente sea ésa otra de las causas de que San Valentín sea tan denostado. La verdad es que no mola eso de que haya que comprar un regalo, salir a cenar a un restaurante caro y/o hacer una escapada romántica porque sí, porque así lo manda la tradición. Y si no haces eso, es porque no quieres a tu pareja.
¡Menuda tontería!

Yo soy de las que creen que no hace falta una fecha marcada en el calendario para demostrarle tu amor a tu pareja... O a cualquier otra persona a la que quieras.
Pero, por esa misma regla de tres, no debería existir un día del Padre o de la Madre.
Cualquier día es bueno para demostrarle a tu padre o a tu madre que le quieres. Y para ello no hace falta comprar regalos caros.
¿Que San Valentín es una invención (o deformación) de El Corte Inglés y demás comercios? ¿Una fiesta principalmente consumista? Nadie lo duda. Pero también lo son la Navidad, sin ir más lejos, o cualquier "Día de...", en el que el amor a alguien se da envuelto en papel de regalo y se paga con tarjeta de crédito.  ¿O no?

Y vale, es cierto que San Valentín es el patrón de los enamorados, y todos pensamos inmediatamente en el amor de pareja. Es verdad que hoy es el "día de las parejitas".
Pero... yo creo que el amor es algo tan grande que no debería quedar reducido a ese ámbito concreto. Importante, es cierto, pero no único. Si realmente se trata de celebrar el amor,  así en general, (hoy es el Día de los Enamorados) no podemos olvidar que todos tenemos personas a las que queremos y personas que nos quieren.
Si no el novio o la novia, el marido o la mujer, seguro que hay alguien especial: tu padre o tu madre. Un abuelo. Los hijos. Un sobrino. Un amigo o amiga especial...
Y no necesarimente personas: nuestro perro, gato... O cualquier mascota.


Así que, sea cual sea vuestra situación sentimental en este momento, -tanto si habéis encontrado a vuestra media naranja como si todavía no-, os deseo un feliz Día de San Valentín, o mejor dicho, feliz Día del Amor a tod@s.
Porque el AMOR, en general, está en todas partes.

¡FELIZ SAN VALENTÍN!

9 de febrero de 2011

sEXo




Sí: sEXo, o lo que es lo mismo: acostarse con un ex.
Se trata de una conducta bastante común, más de lo que podría parecer a priori. Lo que pasa es que mucha gente que lo hace no lo dice. No es algo de lo que se sientan especialmente orgullosos. Porque seguir quedando con un ex sólo para tener sexo, en muchos casos es signo de dependencia y de no haber superado la ruptura.
Seguro que muchos de vosotros conocéis casos, aunque sólo sea de oídas, de gente que sigue viéndose con su ex pareja y quedando únicamente para 'eso'.
Para follar, hablando mal y pronto.

Ahora mismo, yo conozco de cerca un caso de este tipo. Se trata de una conocida. No la puedo considerar amiga, porque no hemos llegado a tener la confianza suficiente, pero es amiga de una amiga y hemos quedado más de una vez las tres juntas.
Esta chica, -llamémosle Laura-, llevaba 4 años saliendo con un chico, -llamémosle David-. La relación iba muy en serio, tenían planes de boda y todo.
Pero hace como cosa de dos meses, me enteré de que lo habían dejado.
La verdad es que la noticia nos dejó a todos bastante sorprendidos.

Lo que voy a contar lo sé por la amiga que tenemos en común, a la cual se lo ha contado la propia Laura. O sea que es una versión de los hechos bastante fidedigna .

Parece ser que fue él quien decidió cortar con ella porque tenía "dudas" y estaba algo agobiado. (Yo tengo la teoría de que le dio un ataque de pánico, tuvo miedo a comprometerse, a perder "libertad", o algo así).
El caso es que nuestra amiga Laura se queda compuesta y sin novio. Atónita, hecha polvo, con cara de interrogante. Desolada. No entiende qué le ha podido pasar a David; por qué estando -supuestamente- tan bien, de repente a él le da el puntazo y decide cortar la relación.

Laura no acepta la ruptura y se dedica a llamar a David a todas horas. Su propósito es recuperarlo como sea. Cueste lo que cueste. El fin justifica los medios. No le importa caer más bajo ni perder definitivamente su ya maltrecha dignidad.
En una de éstas, Laura consigue al fin que David acceda a quedar con ella. Supuestamente, para "hablar de lo suyo".

En este punto hay que decir que David no tiene intención alguna de volver con Laura. Al menos, en este momento.
Y lo más fuerte es que ella lo sabe. Pero claro, cuando alguien está tan desesperado como lo está nuestra Laura, es fácil albergar (falsas) esperanzas.
Total, que quedan en un bar, se toman un par de copazos y acaban...
¿Dónde acaban?

Exacto: acaban en la cama, teniendo una noche de sexo salvaje. Lo curioso es que nunca, en todo el tiempo en que estuvieron juntos, tuvieron un sexo tan espectacular como el de esa noche. Y es que, claro, volver a costarse con un ex tiene su dosis de morbillo. Se han compartido muchas cosas, y afloran de nuevo determinados sentimientos que estaban como dormidos.

Bien. ¿Y qué pasa después de esa noche de sexo "cinco estrellas"?
Pues se dan dos realidades bien distintas:

-La realidad de Laura: Ella ve en ese encuentro sexual tan espectacular como furtivo la antesala a una posible reconciliación con su ex. Está pletórica. No ve el momento de volver a quedar con él. Y si para recuperarlo hay que recurrir al sexo, pues se recurre al sexo, faltaría más. Porque "David lo vale" (¡MEEEEC! ¡ERROR!)

-La realidad de DavidDesde que lo dejó con Laura, está más tranquilo y siente que ha recuperado libertad. Pero claro, no todo va a ser positivo: está que se sube por las paredes. Es lo que tiene estar sin pareja: que tampoco tienes pareja sexual. ¿Qué le queda a David? La autosatisfacción o tener sexo pagando (la segunda opción no entra en sus planes, no está tan desesperado).
Pero ahora, tiene la posibilidad de tener sexo cuando quiera y sin compromiso (así lo ve él) con la desesperada de su ex. No le hace falta salir de caza en busca de nuevas compañeras de cama con las que desfogarse. Además, como ya hay confianza, puede ir directo al grano, sin necesidad de más preámbulos. Ambos saben a lo que van.
Y por si fuera poco, el sexo con su ex resulta ser la bomba. Mil veces mejor que cuando estaban juntos. Tiene como un morbo especial. ¡A David le ha tocado la lotería!

Así que, después de esa primera vez, vienen unas cuantas más. De momento, a ambos les interesa seguir en esa rutina. Pero por diferentes motivos, como hemos visto.

Pero poco a poco, entran en un círculo vicioso de insatisfacción, del cual no saben salir.

Laura se siente cada vez más frustrada, más utilizada, más "sucia". Siente que David sólo la quiere para eso y cada vez tiene más claro que no va a volver con ella. Pero a pesar de todo, a pesar de sentirse fatal después de cada encuentro sexual con David, no es capaz de decir "basta".

Por su parte, David también empieza a cansarse. Las últimas sesiones de sexo no han sido tan magníficas como las primeras. (O más bien, deberíamos decir que no han sido tan magníficas como aquella primera vez).
Y además, cuando acaban, Laura se pone a llorar como una Magdalena y le dice que quiere volver, que le echa de menos... Y lo fríe a preguntas: ¿Por qué me dejaste? ¿Qué te pasó? ¿Ya no te gusto? ¿Ya no me quieres? Y ¿por qué sigues acostándote conmigo?  Eso es porque todavía albergas sentimientos hacia mí, etc etc...
David no sabe qué responder. Ni él mismo sabe qué le pasó, ni qué es lo que quiere.
Para emperorar más las cosas, Laura le hace mil reproches: que la está utilizando, que se está aprovechando de su debilidad, que la hace sentir como una puta, etc. Y tiene razón. 

David siempre acaba sintiéndose culpable. Laura siempre acaba sintiéndose como una basura.
Ambos saben que así no van a ninguna parte, que están metidos en una relación viciada y dañina. Pero no saben salir de ese círculo.

¿Cómo acabará la cosa? No lo sé. Quizá, lo mejor sería que uno de los dos encontrara pareja lo antes posible, y así se acabarían las sesiones de sEXo. O tal vez, uno de los dos reúna el valor suficiente para cortar definitivamente. Pero de momento, lo veo difícil. Ambos se han instalado en esa rutina más o menos cómoda de sexo-insatisfacción-reproches-frustración-vacío-soledad, etc.-


*Y vosotros, ¿cómo lo veis? ¿Conocéis casos como el de Laura y David? ¿Qué os parecen este tipo de conductas?  ¿Creéis, como yo, que seguir acostándose con un ex es un error que puede pasar factura?
¿Alguno de vosotros ha estado o está inmerso en una situación así? (Acepto comentarios anónimos, por supuesto. Entiendo que es una cuestión muy delicada). En el caso concreto de Laura y David, ¿quién creéis que tiene mayor parte de culpa? ¿Laura por engañarse y cerrar los ojos a la realidad, o David por aprovecharse de la desesperación de Laura?

¡¡Gracias por dar vuestro punto de vista!! :)




6 de febrero de 2011

Castillos en el aire (4ª parte. Desenlace)


No voy a negar que me puse bastante nerviosa al apretar el botón de "Leer nuevo mensaje".
........
Pero mi rictus de tensión cambió rápidamente a una sonrisa de alivio cuando lo leí: Mario me pedía disculpas por haber estado tan borde conmigo.
Por un lado, reconocía que estaba bastante estresado con el tema de los exámenes (sólo le quedaban 5 asignaturas para acabar la carrera y quería sacárselas ya). Y por otro, me confesaba que sí, que estaba algo cortado tras lo ocurrido en la cena y no sabía muy bien cómo dirigirse a mí, por miedo a cuál sería mi reacción.
Y se despedía así: "Estaré toda la tarde en la biblioteca de la C/ Hospital. Me encantaría verte...".

Dicho y hecho. O leído y hecho. Cogí mis apuntes, mi estuche y mi bolso, corrí a la parada del autobús... y en menos que canta un gallo, me planté en la biblio.
Empecé a buscarlo entre la gente, y enseguida le encontré en una de las mesas del piso superior. ¡Qué mono estaba, tan concentrado en sus apuntes!
Me había guardado un sitio a su lado (oooh, qué bonico). Le saludé, me senté junto a él y él me regaló su sonrisa más bonita. Iba a sacar mis apuntes para ponerme a estudiar, cuando me dijo en voz baja: "Vamos un ratito fuera, que necesito despejarme... Y además, tú y yo tenemos que hablar, ¿no?".

Salimos a la calle. Y allí estábamos, en los jardines de la biblioteca, sentados en un banco, muy pegaditos... Y yo como un flan. Mario me volvió a pedir disculpas por su extraño comportamiento de los últimos días. Y, entonces, mirándome fijamente, me dijo que seguía esperando una respuesta.
Fue un momento "Tierra trágame". Estaba temblando. Notaba cómo el corazón se me desbocaba.

 
-Y... ¿Qué hay de tu ex?- Le espeté.
-¡Joder, qué manía con mi ex! Pasa ya de ese de tema, ¿no? -Contestó él, visiblemente molesto.
-Pues no, no paso. O estás conmigo o estás con ella. Pero con las dos a la vez, no. ¿Tú qué te has creído? Conmigo no juegues, ¿eh, Mario? -Le dije, enfadada.

Entonces volvió a atravesarme con su mirada, mientras me decía tranquilamente:

-Ay, Gata... que hay que decírtelo todo. Ya NO estoy con ella... -Y me guiñó un ojo.

En ese momento, Mario me acarició la cara y el pelo, mirándome con aquellos ojos, de un color tan extraño e indescriptible.
Ahí ya me derretí. Me rendí totalmente y quedé a su merced.
Y entonces sí: nos besamos. Con avidez, con pasión, como si el mundo se acabara. Como si quisiéramos recuperar el tiempo perdido.
Ahora podíamos querernos sin trabas, sin obstáculos, sin culpabilidad, con total libertad... (O eso creía yo, inocente de mí).

No hace falta decir que nuestros apuntes se quedaron olvidados sobre la mesa.
Nos pasamos la tarde entera en los jardines de la biblioteca y en una cafetería que hay cerca tomándonos unas coca-colas. Mirándonos, besándonos, riéndonos, diciéndonos tonterías,...
Yo estaba como en una nube de color de rosa. Me sentía como la princesa del cuento. Me costaba creer que aquello me estuviera pasando a mí. Era... ¡tan bonito! Efectivamente... "demasiado" bonito.
 Cuando nos despedimos, a eso de las 9 de la noche, quedamos en que, en los próximos días, nos centraríamos en los exámenes y estudiaríamos. Vamos, nada de quedar a "estudiar" juntos en la biblioteca, porque estaba claro que no íbamos a estudiar nada.
Hicimos una especie de pacto: no nos veríamos hasta que no acabáramos los exámenes. Sólamente nos enviaríamos mensajes para contarnos cómo nos iba y darnos ánimos.
Yo sabía que me iba a costar cumplir el pacto, ya que sólo deseaba estar con él a todas horas. Pero acepté y cumplí: lo último que quería era distraerlo, en un momento tan decisivo para él, que estaba a punto de licenciarse. Además, yo también quería aprobar mis exámenes, cómo no.  Así que estuvimos unos 10 días sin vernos. Sólo nos mandábamos algún SMS.

En este punto, debo reconocer que era yo la que más mensajes mandaba y que, además, los míos eran más vehementes, más apasionados, más acaramelados... Más románticos. Los suyos eran más planos, más sosos.
Mientras yo le decía: "Te echo de menos, cómo estás? Tengo ganas de verte..."  Él me contestaba: "Estoy estudiando X, muy agobiado. Tú k tal?".
Pero esa frialdad no me inquietó, ni me dio pie a nuevas paranoias. Simplemente, estaba centrado en lo suyo. Punto. Ya tendríamos tiempo para estar juntos y decirnos las mil y una cursiladas.
 Desgraciadamente, sólo unos días después, el destino se encargaría de mostrarme que él no estaba únicamente centrado en lo suyo. O más bien, debería decir que "lo suyo" no se ceñía exclusivamente a los estudios.

Fue un sábado por la tarde, una semana antes del examen de Literatura Italiana. A mediodía, Mario me llamó y tuvimos una breve conversación telefónica en la que nos contamos nuestro plan para esa tarde: yo le dije que, seguramente, me quedaría toda la tarde en casa estudiando, (tenía 2 exámenes la semana siguiente). Planazo.
Él, a quien sólo le quedaban dos exámenes y los tenía dos semanas después, me contó que tal vez quedaría con unos amigos a tomar algo.
Al despedirnos, le dije que me daba mucha envidia y le deseé que lo pasara muy bien.
Y así quedó la cosa.
 Sin embargo, a eso de las 6, me llamó mi amiga I. para ofrecerme un plan: salir a dar una vuelta, ver tiendas, tomar algo...
La verdad es que, entre los exámenes y Mario (que me tenía sorbido el seso) hacía tiempo que no nos veíamos.

Aunque me apetecía un montón, en un principio le dije que no podía ser, que tenía que estudiar. Pero ella insistió... hasta que me convenció y accedí (tampoco opuse demasiada resistencia, debo decir). Total, llevaba ya bastante materia estudiada, y, por otro lado, no me vendría mal salir un ratito a que me diera el aire. Necesitaba despejarme. Llevaba días sin salir apenas de casa.

En media hora tenía ya a I. en la puerta de casa, esperándome en su coche. En un principio, pensamos ir al centro de Valencia, pero ante la dificultad de aparcar que suele haber en esa zona, decidimos finalmente ir a un gran centro comercial y de ocio que hay en una población cercana, junto a la autovía A-3.

Íbamos tan alegres y tranquilas, paseando por las galerías y plazas del centro comercial, parándonos en toooooodos los escaparates, contándonos chismes y riéndonos. Pero, de repente, vislumbré a lo lejos a una parejita. Un chico y una chica cogidos de la mano.
Conforme se iban acercando a nosotras me di cuenta de que conocía al chico. Es más, le conocía muy bien.
 Efestevewonder: él era Mario... Y ella, todo apuntaba a que era Marta, su... ¿ex?
Imaginad cómo me quedé al verlos juntos: estoy segura de que, si me pinchan en ese momento, no me sacan ni una gota de sangre. No podía ni articular palabra. Me quedé como paralizada.
Recuerdo la secuencia entera como si sucediera a cámara lenta, y con la sensación de estar contemplando una escena tan absurda como irreal. (Aunque para mi desgracia, era totalmente real).

Oía a mi amiga parlotear, pero su voz me llegaba como distorsionada, no entendía sus palabras. Estaba petrificada, inmovilizada, mirando atónita cómo Mario paseaba cogido de la mano de otra chica.
No podía ser.

Fueron unos segundos que se me hicieron eternos y francamente incómodos. Mario y la-supuesta-Marta avanzaban lentamente y se acercaban poco a poco hacia donde estábamos nosotras. El encuentro, mejor dicho, el choque, sería inminente e inevitable. Aunque Mario todavía no me había visto. Supongo que la última persona que esperaba encontrarse allí aquella tarde era a mí.
 Durante unos segundos pude observar a "mi rival". Al fin, la conocía: era una chica de mi edad, o quizá un año o dos mayor, como mucho. Nada del otro mundo, la verdad. Monilla de cara, con rasgos que me recordaban ligeramente a los de un ratón; delgada, aunque tenía el mal del tordo ("la cara fina y el culo gordo"); llevaba el pelo implacablemente liso (con las puntas requemadas por la plancha), y mechas rubias que le daban un cierto aire "marujil". Iba vestida de Bershka y/o Stradivarius de arriba abajo.
Iba de pija, pero se quedaba en 'proyecto de'. La realidad era que tenía más de choni de la periferia que de niña bien del centro.

Cuando Mario, al fin, me vio, ya era demasiado tarde. Ya no había marcha atrás. Ya no podía esconderse ni huir. Estábamos a escasos metros el uno del otro. Y yo le fulminaba con la mirada como queriéndole decir: Te he pillado, imbécil. Te he desenmascarado.
Vi como palidecía y cómo, en un acto reflejo, soltaba la mano de Marta, como si le quemara. No sé para qué. Sólo faltaba que me dijera: "Esto no es lo que parece". Creo que en ese momento, quiso que la tierra lo tragase. Es más, creo que en ese momento, deseó no existir.
 No pude mantener el tipo y preferí huir. No quería hacer aquello más violento. No quería hacer el paripé y saludarlo como si nada, o girarle la cara. Aquello ya era demasiado para mí.
Así que, sin más, cogí a I. del brazo, tiré de ella y le dije: Vámonos.

Salimos de allí disparadas, caminando a paso acelerado, en dirección al párking. Mi amiga estaba alucinando, claro. No sabía qué me pasaba y me bombardeaba a preguntas: "Qué te pasa, tía, me estás preocupando... ¿Estás bien?". Yo seguía caminando como una autómata, sin decir ni mu. Un nudo de angustia me oprimía la garganta.

Una vez en el párking, dentro de su coche, me derrumbé, rompí a llorar y le conté toda la historia de Mario.
Cuando acabé el relato, I. me dejó en casa, tal y como le pedí. Antes de irse, me dio un abrazo fuerte, me dijo esas típicas cosas que se le dicen a una amiga a la que un tío le ha hecho una putada, y me dijo que, cualquier cosa que necesitara, que la llamara.

Al llegar a casa, me encerré en mi habitación, sin siquiera darles explicaciones a mis padres. Me tiré en la cama y me puse de nuevo a llorar.

De repente, me sonó el móvil. Mario llamando, ponía en la pantalla.
Un arrebato de rabia me recorrió todo el cuerpo. ¿Cómo tenía la desfachatez de llamarme después de lo ocurrido?
Él seguía insistiendo, bombardeándome a llamadas. 1, 2, 5, 10 llamadas... Algunas las ignoraba, otras las rechazaba, mientras de mi boca salían todos los insultos imaginables.

Al final, en vistas de que no cejaba en su empeño, descolgué estallando en ira mientras mascullaba:
-Dime lo que tengas que decirme rapidito y después desaparece de mi vida porque no quiero saber nada más de ti, cabrón...

Se hizo un silencio largo e incomodísimo. Entonces Mario, el tipo seguro de sí mismo, el que se había creado esa fachada de encantador de serpientes, rompió a llorar como lo que era: un niñato.
La había cagado. Y él lo sabía.

Con la voz empequeñecida por la vergüenza y entre sollozos, me dijo que, aunque sabía que no iba a perdonarle, necesitaba pedirme disculpas y darme una explicación. Que sí, que sabía que había sido un imbécil y un cobarde. Que sentía haber jugado conmigo de esa forma. Que lo último que hubiera querido era hacerme daño (pues menos mal!). Que ahora se daba cuenta de que, por su mala cabeza, me había perdido para siempre. Y jamás se perdonaría por ello.

Me confesó que sus sentimientos hacia mí no habían cambiado ni un ápice; que seguía enamorado de mí. Pero había un problema: Marta. Llevaba con ella cinco años, había sido su relación más larga hasta el momento. Digamos que sentía como una obligación moral con ella. Era incapaz de dejarla, a pesar de ser una relación muy tormentosa y dañina para ambos.
Según me contó (nunca lo sabré a ciencia cierta, pero creo que en ese momento sí fue sincero conmigo), él la había dejado unos días antes de nuestro apasionado encuentro en la biblioteca. Lo tenía clarísimo. No había vuelta atrás.  
Pero Marta no lo aceptó, una vez más, y empezó a acosarlo a llamadas. Cada vez que hablaban, ella se ponía a llorar y le pedía que por favor no la dejara, que sin él no podría vivir...
Chantaje emocional puro y duro. 

Se daba además la circunstancia de que, por aquella época, Marta estaba atravesando una mala racha, con graves problemas familiares y estaba yendo a un psicólogo. Entonces, ella atacó con esa arma, echándole en cara el haberla dejado en un momento tan amargo. Le reprochó que se hubiera desentendido de ella justo cuando más necesitaba su apoyo.
Su estrategia fue hacerle sentir culpable. Y hacerse la víctima, para que Mario sintiera pena por ella y así no se atreviera a dejarla.

Así que, aunque, según me dijo, necesitaba salir de esa relación conflictiva y opresora y deseaba iniciar algo nuevo conmigo, seguía lastrado por esa relación. No podía dejarla, aunque quisiera. El sentimiento de culpabilidad le perseguía y podía más que él.
Ella, desde luego, no se lo puso nada fácil. Lo atenazó con el sentimiento de culpa para que no pudiera dejarla y no le dejó volar libre.

Cuando acabó la historia, Mario volvió a pedirme perdón una última vez, ya más sereno...y se quedó callado, expectante.
Cuando acabó de hablar, no pude decir nada al momento. La ira y la rabia iniciales habían dejado paso a un sentimiento de profunda tristeza. Sentía casi más pena por él, por lo que le esperaba al lado de una desequilibrada, que por mí, que al fin y al cabo, me sentía más herida en el amor propio, en el orgullo, que otra cosa.
Mi sentimiento hacia Mario no era amor, no había tenido tiempo de llegar a ese punto con él, afortunadametne para mí. Era simplemente, enamoramiento inicial. Pero aun así, estaba muy dolida. Muy hecha polvo.
Jamás pensé que me engañaría y jugaría conmigo de la forma en que lo hizo.

Antes de colgar, le deseé suerte (la iba a necesitar) y le pedí que, por favor, desapareciera de mi vida para siempre. Él ya había elegido. Y la había elegido a ella. Así que ya no tenía sentido que volviera a llamarme ni le iba a permitir que me embaucara de nuevo.

Los días siguientes fueron un infierno para mí, como podéis suponer. Afortunadamente, él no me lo puso difícil y desapareció, literalmente.
Tenía muchas ganas de llorar y lo último que me apetecía era estudiar. Pero no iba a consentir suspender por culpa de Mario y sus tonterías. Saqué fuerzas de flaqueza, me centré... Y estudié todo lo que pude, aunque muchas veces, mi cabeza volaba lejos, y pensaba en él, en dónde estaría, en qué estaría haciendo... Y sobre todo, en la triste certeza de que estaba con ella.
Ella había ganado la partida con sus malas artes.

Llegó el día del examen de Literatura Italiana. Sabía que tendría que verle y no me apetecía nada. Era superior a mí, pero no me quedaba otra. Cuando llegué al aula, Mario ya estaba sentado en su sitio. Lo vi cómo bajaba la mirada entre avergonzado y apesadumbrado. Le giré la cara y me senté en la otra punta, dándole la espalda.
Ésa fue la última vez que le vi.

Afortunadamente, él acabó el examen de los primeros y yo fui de las últimas, así que no nos cruzamos.
Dos semanas después, ya estaban las notas expuestas. Yo aprobé con nota. Él, por los pelos. Mentiría si dijera que no sentí una insana satisfacción.
Creo que acabó la carrera aquel mes de junio y se fue, porque, por suerte para mí, nunca más volví a verle por la facultad.

Llegó el verano, y luego el otoño, y con él, un nuevo curso. Al otoño le siguió el invierno... Y el recuerdo de Mario se fue disipando con el paso del tiempo. Otras personas llegaron a mi vida, borrando su huella poco a poco, cerrando la herida y ocupando su lugar.
Pero ésa, ya es otra historia...

*Llegados a este punto, debo confesar una cosa: Mario no es el nombre real del protagonista de esta historia. Cuando empecé a escribir el relato, como sabía que iba a dar datos bastante concretos de fechas y lugares, decidí utilizar un nombre ficticio para mantener la privacidad. Nunca se sabe quién puede leer este blog.




---------------------------------Próximo capítulo: Epílogo: El dèjà vu-------------------------------------------- (¡No os lo perdáis!)


2 de febrero de 2011

¡¡Triple premio!!

Hoy estoy muy contenta y agradecida... :D
¿Por qué? Pues porque tengo premio por partida triple, ahí es nada...
Limón, Amaranta y Trix me han dado este premio:




Ante todo, quería daros mil gracias por acordaros de mí... Ha sido alucinante entrar en vuestros blogs y ver la sorpresa que me esperaba en ellos. ¡Me ha hecho muchísima ilusión, de verdad! ¡¡¡GRACIAS!!!
Y más, teniendo en cuenta que, a finales del año pasado, tuve una crisis y estuve a punto de cerrar el blog. 

Ahora me alegro de no haberlo cerrado. Hubiera sido un error. Me gusta escribir. Me encanta. Lo necesito. Es una vía de escape que, tarde o temprano, hubiera vuelto a necesitar. Y al final, me hubiera tocado abrir otro blog... Y ¿pa' qué, teniendo ya éste?

¡Quién me iba a decir a mí que sólo mes y medio después de aquella crisis absurda iba a tener tres premios de golpe!

La verdad es que estas cosas animan mucho a seguir adelante, a creer en lo que estás haciendo sin perder la fe en ti misma. Porque esto de escribir un blog pasa por diferentes etapas: épocas en las que tienes un montón de ganas de escribir, y muchos temas sobre los que hablar, y además, te salen entradas divertidas, ingeniosas, interesantes...
Pero luego, también hay épocas de sequía creativa y vital, épocas de "vacas flacas", en las que no tienes ganas de escribir, y no se te ocurre nada que contar... Además, todo lo que escribes te parece un truño (y no sólo te lo parece, sino que lo es).

Ahora sé que hay que aprender a vivir con ello. Que es algo normal. La inspiración no siempre llega cuando una quiere. Y hay que aceptarlo, y no rendirse.
Dicho esto, y dando de nuevo las gracias a Amaranta, Trix y Limón por el premio, voy a cumplir con las normas de dicho premio:


Primero tengo que contar 7 cosas sobre mí. (Pues... después de escribir toda una entrada contando 100 cosas sobre mí, no sé qué voy a decir ahora para no repetirme más que un petit-suisse de chorizo y no resultar egocéntrica, pero, bueno, lo intentaré).

1. Siempre he sido una negada para los números. En cambio, tengo mucha facilidad para los idiomas.  He estudiado: inglés, francés, italiano, portugués y ruso (éste último me lo tomé más en serio, y espero sacarme el título este año).

2. Soy muy creativa y me encanta todo lo que tenga que ver con el arte y la creación: escribir, dibujar, cantar, tocar un instrumento musical...

3. Me cuesta mucho mentir. Además, no sé hacerlo bien. Por eso, prefiero ser sincera. La verdad siempre por delante.

4. Mido 1.61 metros y peso 58 kilos (he adelgazado bastante en los últimos meses).

5. A primera vista, soy muy tímida y algo fría. Pero gano mucho cuando se me conoce bien. Digamos que me transformo.

6. Hace cosa de mes y medio, me metí en una hipoteca a medias con mi pareja. (¡Aaarrrggghh!)

7. Admiro mucho a mi madre. Ella ha sido y es un referente importantísimo para mí.

Bueno, pues esas son las 7 cosas sobre mí.
Y ahora, la segunda parte: nombrar 10 blogs que haya descubierto recientemente y que me hayan llamado la atención por alguna razón.

1. Mi limonero: es la bomba. Me río muchísimo con las crónicas hospitalarias de Limón, y con sus reflexiones, ¡a cuál más sarcástica! Fan total. Sería maravilloso que en todos los hospitales hubiera (más) gente como él.

2. El Tablón de Amaranta porque este "Tablón" tiene algo especial, un carisma y una personalidad únicos; sus entradas destilan mucho humor y a la vez, mucha ternura. Y ¡porque Amaranta adora a los mininos! ;)

3. Wendy decide escapar: pocos blogs han conseguido emocionarme y conmoverme en cada entrada como éste. Consigue expresar a la perfección los sentimientos más íntimos. Cada entrada es un poema. (Le envío muchos ánimos a su autora, Trix. Espero que consiga escapar para siempre de Nunca Jamás y curarse definitivamente las heridas del desamor).

4. Cosquillas en el cerebro: empecé enganchándome a las historias de ciberfrikis que contaba la autora, Nina Paris, y acabé descubriendo un blog muy interesante, con un punto de vista muy sincero y algunas pinceladas de sarcasmo.

5. Aventuras de una ligona estoy enganchada a las aventuras, desventuras y conquistas de la autora, Amapola, una persona que me parece muy sincera, muy auténtica y que no tiene pelos en la lengua. (Me encanta su visión un tanto "ácida" de algunos miembros del sexo masculino). Muy adictivo.

6. Hasta el kiwi...: muchas de las cosas que cuenta Aliena me son tan familiares... Y en algunos aspectos... ¡me recuerda tanto a mí hace unos años! 

7. mimundo: me adentré hace poco en el pequeño mundo de Julia, y desde entonces, siempre encuentro algo interesante y motivador. Un blog intimista y sincero que merece la pena visitar.

8. Zapato a la Cabeza: me divierto muchísimo leyendo las ocurrencias de Key. Un blog lleno de humor, con unas reflexiones desternillantes, que siempre consigue arrancarme más de una sonrisa.

9. primaveritis: todo un descubrimiento y además, muy reciente. ¡Estoy enganchadísima! Con deciros que el día que lo descubrí no podía parar de leer... Divertidísimo.

10: Laundry service: éste no es un descubrimineto reciente; ya hace tiempo que lo sigo, pero aun así, quería darle el premio. Me encanta la forma de escribir de Pétalo, su autora, y sus diferentes facetas: divertida, "picante", apasionada, tierna, romántica, irónica... Uno de mis favoritos.

Bueno, pues eso es todo. Enhorabuena a l@s premiad@s. (Yo se lo daría a todos los blogs que sigo, pero sólo podían ser 10).
Así que... Nos leemos... ¡Besos!

*Por cierto: después de mucho pensarlo, he decidido desbloquear los comentarios anónimos. Creo que no soy quién para coartar libertades, y si alguien quiere escribirme sin identificarse porque así lo prefiere, no creo que deba yo prohibírselo. Eso sí, si el comentario me parece ofensivo o fuera de lugar... me remito a lo dicho en este post.
Y otra cosa: estoy alucinando con los comentarios que me estáis dejando en las diferentes entregas de Castillos en el aire. ¡Me encanta ver tantas opiniones!
Y si no los contesto no es porque sea una borde ni una pasota. Es que, para contestar algunos me tocaría desvelar cosas de la historia que todavía no puedo desvelar... Lo entendéis, ¿verdad? ;)

HELLO!

Todo lo que leerás aquí es contenido propio. Si en algún momento hago referencia a algún escrito ajeno, citaré siempre la autoría.
Las imágenes que aparecen en el blog son tomadas de Internet. No obstante, si consideras que alguna no debería estar aquí, sólo tienes que hacérmelo saber y la retiraré al instante.
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