Decía Gandhi que "la grandeza de un pueblo se juzga por cómo trata a sus animales”. Y esta frase me viene que ni al pelo para introducir el tema del que quería hablar hoy: la experimentación con animales.
Se trata de una práctica cruel que me indigna y que me tiene muy sensibilizada.
A ver... que ya veo a algunos pensando "ésta nos va a soltar hoy el panfletazo ecologista-coñazo".
No, no es la intención, pero bueno, si el tema no os parece interesante, o creéis que es algo que se está sobredimensionando y que no es para tanto, podéis cerrar la página tranquilamente y tan amigos. No pasa nada.
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Ahora sí, a los que habéis decidido quedaros... Este post es simplemente una llamada al sentido común y sobre todo, a la humanidad hacia los animales. Y un intento por mi parte de que os lo penséis dos veces antes de adquirir productos (principalmente de cosmética, higiene y limpieza) para cuyo desarrollo haya sido preciso el sufrimiento/muerte innecesarios e injustificados de un animal. Ya sea una rata, un ratón, un conejo, un gato, un perro... Todos son seres vivos, con sentimientos, que sufren, y que mueren en muchos casos por el hecho de testar en ellos un champú, una crema, una pasta de dientes o un detergente. De verdad, ¿es necesario?
Os cuento mi experiencia, porque yo en un principio también fui un tanto escéptica y pasota con todo esto.
La primera vez que oí hablar de la experimentación con animales, allá por la época de los dinosaurios, no me pareció una cosa "tan terrible". Me explico: en mi inocencia, pensaba que los animales no sufrían ni morían con esta práctica. Simplemente era algo incómodo para ellos, pero nada más.
Me imaginaba yo a los técnicos de Pantene lavándole el pelo a la rata con el champú "Suave y Liso", y la rata aguantando estoicamente para convertirse en Miss Rata Pelo Bonito, y salir con su caída de ojos luciendo pelazo a lo Sara Carbonero.
Me imaginaba a los señores de Colgate lavándole los dientes a un conejo con su dentífrico "Herbal Total", y el conejo aguantando también para así poder lucir dientes blancos y aliento fresco y convertirse en un orejudo e irresistible Rodolfo Valentino para todas las conejitas de los alrededores. Sí, ahora os estaréis descojonando. En fin: era joven, inocente y tonta, por ese orden).
Vale, tampoco era taaaaan inocente, pero es cierto que no me paré a pensar mucho en el tema, lo confieso. Shame.
Algunos años más tarde, llegaron algunos correos a mi e-mail de parte de una amiga mía ecologista-animalista-perroflauta; unos correos de boicot a Procter&Gamble con fotos muy duras y datos escalofriantes sobre cómo son esos experimentos y cómo sufren los animales, que, por supuesto, os ahorraré si no los conocéis.
Me quedé helada. Ah, ¿que a la rata no le lavan el pelo y la dejan estupenda? ¿Que al conejito no le limpian los dientes sino que le..? No sigo, que ya he prometido ahorraros detalles escabrosos.
Si queréis saber más, podéis pinchar aquí o aquí. (Pero aviso que es heavy).
Aquello me tocó la fibra sensible, me di cuenta por primera vez de que la experimentación animal implicaba SUFRIMIENTO y MUERTE. Pero por otro lado, conociendo la afición de mi amiga a enviar ese tipo de correos cadena, pensé que quizá no era más que una campaña de desprestigio a Procter&Gamble (multinacional a la que pertenecen marcas tan conocidas como: Pantene Pro-V, H&S, Herbal Essences, Clairol, Max Factor, Olay, Mum, Gillette, Tampax, e incluso las papas Pringles).
Seguro que todos habéis recibido ese famoso e-mail sobre lo "nociva" que es la Coca-Cola, alertando de que, si es capaz de disolver una moneda, qué no hará en nuestro estómago. Sin embargo, cada día, millones de personas beben Coca-Cola en todo el mundo y, que yo sepa, nadie ha muerto por perforación de estómago ocasionada por su consumo (otra historia es que sea malo abusar de la Coca-Cola; pero vamos, eso pasa con todo).
Así que, una vez leído el e-mail de boicot a P&G, pensé que quizá se trataba de algo similar al correo boicot a Coca-Cola. Un bulo para desprestigiar a una multinacional muy bien posicionada en el mercado internacional. Porque... ¿cómo una empresa tan famosa y con marcas tan conocidas iba a exponerse a caer en un desprestigio tan grande? Sinceramente, no me podía creer que el champú con el que me lavaba el pelo pudiese haber matado a varios conejitos albinos. No, no podía ser cierto. Muchas organizaciones se le hubieran echado ya encima, ¿no?
Pues sí. Pero a P&G parece no importarle. Porque, efectivamente, es un hecho que P&G experimenta con animales para desarrollar muchos de sus productos. Incluídas las dos marcas de comida para mascotas Iams i Eukanuba, -manda webs-, que también pertenecen a la multinacional. Es necesario que mueran gatos, perros, conejos y otros animales para que nuestros gatos y perros coman un alimento en condiciones. "El fin justifica los medios" parece ser la premisa de P&G.
Pero por desgracia, P&G no es la única; son muchas las empresas que experimentan con animales. Y lo peor es que suelen ser las más conocidas y las que tienen más divisiones y marcas.
Sigo con mi historia. El run-run ya lo tenía ahí: me sentía culpable, pero claro, ¿cómo me duchaba, me lavaba la cabeza y los dientes, si tooooooooooooodas las marcas de champús, gel y pasta de dientes que podía encontrar fácilmente en un supermercado son, supuestamente, crueles con los animales? Reconozco que, en ese sentido, la comodidad me pudo. Eso sí, intenté no comprar champús de P&G, a pesar de ser los que mejor me iban.
Pero es que me iba a otras marcas, ya sea Dove, Garnier, L'Oréal, Johnson&Johnson, Schwartzkopf, Timotei, etc, y tres cuartos de lo mismo.
Y las pastas de dientes más conocidas, como Colgate o Signal, también, supuestamente, son desarrolladas bajo experimentación animal.
Vamos, que encontrar una alternativa "cruelty free" es harto difícil... y caro. Un ejemplo lo tenemos en The Body Shop. Una firma claramente "cruelty free", que me encanta, pero cuyos productos son más caros que los de otras marcas de cosmética e higiene de gran consumo. Y en tiempos de crisis... pues la gente mira la pela. Y eso es así.
Pero mi cambio de mentalidad vino sobre todo el día que llegó a mi casa una preciosa bola de pelo blanca y gris llamada Lola. (Para los nuevos: Lola es mi coneja, my love).
Lola pertenece a una de las especies animales más utilizadas para experimentos. De hecho, el logo de "cruelty free"es precisamente un conejito:
Siempre que veáis este logo en un producto, significa que no ha sido testado en animales
y que podéis comprarlo tranquilamente =)
Claro, no es lo mismo cuando te hablan de "conejos", así en general, y no has convivido con ninguno, que cuando lo vives en tus carnes y sabes lo adorables que son y lo mucho que los puedes llegar a querer. Y sólo de imaginarte que le pudieran hacer a tu bolita de pelo algo así, se te pone el cuerpo del revés y te dan ganas de ir a matar al señor Procter y al señor Gamble. O al menos, de hacerles tragar pasta de dientes y champú hasta ahogarlos. (Ooops, he entrado en detalles... :P)
El segundo hecho que me acabó de convencer y concienciarme totalmente fue comprobar que la experimentación no es imprescindible ni necesaria. Y mucho menos en productos que tampoco son de vital necesidad, como un champú, un dentífrico o un maquillaje. Que no estamos hablando de una vacuna contra el cáncer o el SIDA, joder (en cuyo caso, no me parecería bien, pero lo podría entender más), sino para desarrollar un puto champú que te deje el pelo brillante y con aroma a flores, o un detergente que te deje la ropa de un blanco nuclear. ¿Es necesario someter a los animales a ese sufrimiento? Definitivamente, no.
Existen muchas empresas y marcas -aunque menos de las que nos gustaría- que desarrollan productos fantásticos y de gran calidad sin necesidad de testar en animales. Precisamente, muchas de las mejores marcas de cosmética son "cruelty free".
Y la gran revelación vino cuando me convertí en una freak del maquillaje y, al tener un poder adquisitivo algo mayor, empecé a adquirir productos de marcas de gama alta. Pasé de comprar Max Factor, Rimmel, o como mucho L'Oréal (todas ellas crueles) a probar marcas como MAC, Urban Decay o Too Faced. Caras de cojones, sí. Pero infintamente de mayor calidad y... "cruelty free".
Recuerdo la gracia que me hizo leer en los envases de productos de Too Faced este mensaje lleno de ironía: "Producto probado en celebrities, no en animales."
GENIAL.
Luego, en los de Urban Decay, aparece directamente el logo de "cruelty free" y esta leyenda: "No testado en animales. ¿Quién sería capaz?"
GENIAL también.
En fin... No quiero extenderme mucho más. Sé que los productos "cruelty free" suelen ser más difíciles de encontrar y más caros en general. Entiendo que es casi imposible prescindir de todas las marcas que se sabe a ciencia cierta que experimentan, o que ni confirman ni desmienten (en cuyo caso, pienso: quien calla, otorga...).
Pero sí podemos intentar poner nuestro granito de arena.
Sé que es un poco "incómodo", pero es como todo: separar los residuos por contenedores y reciclarlos también es un coñazo hasta que lo conviertes en un hábito.
Con esto pasa igual. Es cierto que hay muchas marcas que no sabemos si experimentan o no, porque muy poquitas llevan el logo "cruelty free" que otorga PETA. Pero en Internet podéis encontrar infinidad de listados con marcas que sí experimentan y marcas que no (aunque hay marcas que bailan de unas listas a otras y al final te vuelves tarumba y no sabes si sí o si no. La más finable es la de PETA y por eso os la facilito al final del post).
Luego, dentro de una misma multinacional, hay marcas que sí experimentan y otras que no. Como en una misma familia hay gente buena y gente mala. Vamos, que es un poco lío.
Pero... también hay marcas que está clarísimo que sí experimentan (y que hay que intentar evitar en la medida de lo posible para que se comprometan y dejen de hacerlo), como las de los grupos P&G, Colgate-Palmolive, Unilever, L'Oréal-Garnier o Schwartzkopf-Henkel.
Después, hay otras cuyos productos llevan bien visible el logo del conejito o indican claramente que no experimentan, como las que ya he dicho de MAC, Too Faced o Urban Decay.
*EDITO: Una empresa de cosmética e higiene muy extendida que todo apunta a que no experimenta es Beiersdorf-Nivea. Otra muy conocida es Revlon. Y una que me encanta: Sephora. Ah, y los productos de Deliplus y Bosque Verde (Mercadona), Froggy,Tresemmé y Kemphor también son "cruelty free". Baratitos y los podéis encontrar en cualquier lado.
En cuanto a cosmética, hay también marcas low-cost que por lo visto no testan en animales: Essence, ELF, NYX y según me comentan Naar y Mi Álter Ego, Yves Rocher (gracias chicas!). Y por supuesto: Oriflame y Origins. ;)
Ahora tengo la duda de Bourjois, que pertenece al grupo Chanel y no se sabe si experimenta o no.
Y nada más. Por supuesto, esto es una decisión personal. Cada uno puede hacer lo que quiera según sus convicciones. Faltaría más.
Pero vamos, que esto no es ningún rumor ni ningún bulo de desprestigio. Es una triste realidad. Y lo peor es que esas empresas no se comprometen a dejar de experimentar, cuando hay alternativas a la experimentación animal.
Nos hemos acostumbrado a reciclar, a apagar luces y cerrar grifos cuando no se están usando; hay gente que se compra un coche híbrido (más caros que los de gasolina), o deja la comodidad del automóvil para coger la bici; que usa bombillas de bajo consumo o placas solares, que compra electrodomésticos eficientes,... etc. Son pequeños grandes gestos que cuentan y mucho. ¿Por qué no concienciarnos también con el sufrimiento animal, y evitar en la medida de lo posible adquirir productos testados en animales?
Creedme: no es tan difícil y la satisfacción es muy grande.
Ahí dejo la propuesta. Yo ya estoy en ello. ;)
Para saber si una empresa experimenta o no (obviamente, no están todas): http://www.peta.org/living/beauty-and-personal-care/companies/default.aspx
*Fuente: PETA (People for Ethical Treatment of Animals)