10 de septiembre de 2011
Ella Baila Sola
Fuimos muy amigas. Puedo decir, sin miedo a equivocarme, que fuiste la persona con la que más me he reído.
Teníamos una conexión especial. El mismo sentido del humor, gustos muy similares...
Así, no fue extraño que enseguida nos cayésemos tan bien.
Recuerdo la primera vez que hablamos. Estábamos en segundo de carrera y fue en un rato libre entre clase y clase. Estabas sentada detrás de mí. Me giré un momento, y te vi allí sentada. Ya te había visto otras veces, pero no sé... Nunca me había atrevido a hablarte. Me imponías mucho.
Tenías a primera vista ese semblante serio que tanto te caracterizaba y que tan lejos estaba de tu verdadera personalidad. Parecías un poco seca... Un poco brusca.
Nada que ver con lo divertida, cachonda y tierna que podías llegar a ser cuando se te conocía bien.
Y no sé cómo ni por qué, pero nos pusimos a hablar de Operación Triunfo. Aquella primera edición, la de Rosa, Bisbal, Bustamante y Chenoa.
Y entonces me contaste que te gustaba mucho cantar, que cantabas en todas partes: en el coche, en la ducha, en casa, por la calle... Pero que jamás te atreverías a participar en un programa de esos. Yo te comenté que a mí también me gustaba cantar, y en general, que era una loca de la música...
Poco después comprobaría que, además, tenías una voz magnífica, potente y a la vez muy afinada. Y ahora me estoy acordando de aquel verano en el que cantábamos temas de Ella Baila Sola. Tú hacías la voz de Marilia, y yo, la de Marta. Además, siendo tú, morena, y yo, rubia, como ellas, dábamos el pego, ¿verdad? Y no es por nada, pero no lo hacíamos del todo mal...
Y bueno, parafraseando a Humphrey Bogart al final de la magnífica Casablanca, "ése fue el comienzo de una gran amistad". Pero una amistad no exenta de desencuentros. Y es que... aunque nos llevábamos muy bien y nos entendíamos con sólo mirarnos, también tuvimos nuestros problemas. ¿Recuerdas aquella discusión que nos tuvo años sin hablarnos? Ay, las mujeres podemos ser los peor, muchas veces... Y por rivalidades y malos rollos podemos tirar por tierra una bonita amistad.
Pero no adelantemos acontecimientos...
Recuerdo ahora aquellas nocheviejas, en las que, bien emperifolladas, íbamos de cotillón a ver si empezábamos el nuevo año con buen pie, es decir, ligándonos a algún tío buenorro... Y al final, lo único que pillábamos era un buen pedal. El vodka nos sentaba fatal, ¿te acuerdas?
Y con suerte, conseguíamos algún ligue que no nos duraba ni dos semanas.
Y aquellas Fallas, de verbena en verbena, con aquellos italianos que conocimos, tan pesaos. Ya no sabíamos cómo quitárnoslos de encima. ¿Recuerdas cómo conseguimos despistarlos? Yo, sí...
Nos metimos en la marabunta ansiosa por ver la Nit del Foc, y allí, nos confundimos con la masa, mientras les decíamos "Ciao, ciao, bambini..." Y Gino y Paolo (o como quiera que se llamaran) nos perdieron de vista, Ahora lo pienso y... fuimos un poco crueles, ¿no? xD
¿Y aquel verano que te invité a las fiestas del pueblo de mis abuelos? Y como estábamos a una hora escasa de Cuenca, y tú no la conocías (¡sacrilegio!, pensé yo), un día cogimos el tren y nos plantamos allí.
Fuimos a ver las Casas Colgadas y el Museo de Arte Abstracto que albergan en su interior; el Puente de San Pablo, la Catedral..,. Y aquel paseo por la calle Carretería, mientras degustábamos un helado sabor Azul de Cielo (también llamado Pitufo).
¿Y aquel otro verano con nuestra amiga común, E., en la playa de Gandía? ¿Te acuerdas de lo cutrísimo que era el albergue? Aquellas literas que chirriaban a poco que te movieras... ¡Y los baños eran compartidos! Para poder ducharnos con un poco de intimidad, teníamos que "hacer guardia" y sujetarnos las unas a las otras la cortina de la ducha, para que no se moviera y nos viera en pelotas algún guiri borracho y salidorro.
...Y las horas que pasamos en la Biblioteca Pública estudiando para los exámenes. Está mal que yo lo diga, pero éramos muy buenas estudiantes.
Y recuerdo el año que nos apuntamos a italiano y al final nos pasábamos el día hablando con acento italiano. Todas las palabra acababan en "-ini". Todo eran tortellini, capuccini y cosas así. xD. Claro, aquel fue el año de los italianos que conocimos en Fallas. Nosotras queríamos practicar la lengua, y ellos querían practicar "otras cosas"...
Y la de veces que, en horas libres, entre clase y clase, nos tomamos un café en "Áre@" (que ya la cerraron, ¿sabes?), mientras criticábamos a ésta, o suspirábamos por aquél. Madre mía... ¡Si aquellas paredes hablaran! Y qué ridículas nos veríamos ahora si nos escucháramos con "aquellos dramas" de veinteañeras sin grandes preocupaciones.
Y las noches que nos vestíamos "para matar", y salíamos de marcha por el Barrio del Carme. Y lo difícil que estaba el tema de aparcar... Tu Ford Orion. ¡Qué mítico! Tú eras la chófer. Yo no tenía el carnet, no me lo sacaría hasta unos años después... (En aquella época en la que dejamos de ser amigas).
Qué de recuerdos, ¿verdad? La mayoría son fantásticos...
Pero también tuvimos discusiones, trifulcas... La más gorda, sin duda, tuvo lugar en aquel campamento del IVAJ en Toledo, al que nos apuntamos, porque queríamos conocer a más gente. Valencia en agosto era un cementerio y nos aburríamos cantidad.
No sé qué nos pasó, tía. Cómo pudimos llegar a decirnos las cosas que nos dijimos aquella noche delante de todo el mundo. A la hora de la cena, sentadas a la mesa. Cómo se descontroló todo. Cómo nos gritamos. Cómo soltamos tanta rabia en tan pocos minutos. Cómo pudo suceder... si éramos tan amigas.
A partir de aquello, nada sería igual. Así como llegamos juntas al campamento, nos fuimos cada una por su lado. Tú madrugaste para irte temprano y así no coincidir conmigo. Me evitaste. Y esa fue la tónica de los 5 años siguientes.
Y así empezó un nuevo curso; el último de carrera, que fue un verdadero infierno. Al menos, para mí. Del gupo de amigas, sólo estábamos en Valencia tú y yo. E. se había ido de Erasmus a Londres y M., seguía de prácticas en Francia.
Pero tú y yo ya no hablábamos. Nos cruzábamos en las clases en que coindíamos y girábamos la cara para no tener que mirarnos.
Fue muy incómodo. Fue muy duro no reconocer en aquella persona a la gran amiga que habías sido.
La rabia se me fue diluyendo con el paso de los meses. Quería recuperar nuestra amistad. Y a veces, pensaba en intentar un acercamiento. Pero yo veía en tus ojos que tú te mantenías firme en aquella situación extraña.
Además, aquel año conociste al que sería tu novio... Y no parecías tener mucho interés en retomar la amistad conmigo.
Esa primavera, empecé a salir con mi ex. Y acabamos la carrera, y definitivamente, nuestros caminos se separaron.
Recuerdo cuando recogí la orla del estudio fotográfico, y mi padre la colgó en una pared de mi habitación. En ella estábamos fotografiados todos lo compañeros de nuestra promoción. Y muy cerca de mi foto, estaba la tuya. Al mirarla, sentí una inmensa tristeza, por haber perdido aquella gran amistad que nos había unido, por una tontería.
Y así, sin hablarnos ni saber apenas la una de la otra, pasaron los siguientes 5 años.
Sólo teníamos que reencontarnos a la fuerza en el cumpleaños de nuestra amiga E. Pero bueno, eso sucedía sólo una vez al año, y no estábamos solas, así que no había problema. Nos ignorábamos mutuamente y en paz. Pero yo sabía, (ambas sabíamos) que E. sufría al vernos así. Aunque no dijera nada.
Y fue precismente E., con la excusa de su boda, la que tendió un puente a la reconciliación.
Había que organizarle la despedida de soltera. Y tú y yo, aunque enfadadas, seguíamos siendo sus mejores amigas. Y no podíamos fallarle.
Así que, aquella primavera de 2007, no tuvimos más remedio que hacer frente a nuestros fantasmas, tragarnos aquel orgullo espeso y amargo... Y retomar la comunicación.
Primero, vía e-mail. Luego, por teléfono.
Es curioso que nunca mencionásemos lo que había pasado aquella noche "toledana" (y nunca mejor dicho) de 5 años atrás. Ni siquiera hubo una reconciliación propiamente dicha. No nos pedimos disculpas.
No hizo falta.
Simplemente... nos pusimos a hablar. Al principio, un poco tensas, eso sí; pero poco a poco, la situación se fue normalizando.
Hasta el punto de que parecía que no había pasado el tiempo. Que nunca habíamos dejado de hablarnos.
Volvimos a hacer bromas. Seguíamos teniendo ese humor nuestro tan ácido y peculiar.
Era como si una mano invisible le hubiera dado al botón de RESET. Todo lo anterior (lo malo, quiero decir), había sido borrado al instante.
Y la despedida de soltera de E. salió genial. Lo pasamos en grande.
Y en su boda la vi feliz, porque estuvimos, en la misma mesa, tú y yo , como las buenas amigas que habíamos sido antaño. Fue un día inolvidable...
A veces pienso que no lo hicimos del todo bien. Quizá deberíamos haber hablado largo y tendido de todo lo que pasó, para cerrar definitivamente viejas heridas. Pero creo que, de verdad, ya no había ningún rencor por tu parte ni por la mía.
Y era genial volver a tener aquella amistad, aquella conexión.
Es cierto que nunca volvimos a ser tan amigas como lo fuimos en su día. Pero también es cierto que nosotras tampoco éramos ya las mismas de entonces. Tú aprobaste una oposición (siempre tuviste claro que el periodismo no era lo tuyo), mientras que yo empezaba a abrirme paso en el difícil mundillo de la comunicación audiovisual.
Ambas teníamos novio. Pero mi relación empezaba ya a tambalearse. La tuya con S., en cambio, parecía más sólida. Al menos, a simple vista.
Y así pasaron dos años más, y en ese tiempo volvimos a quedar, fuimos a la playa, fuimos de compras, fuimos a tomar café, charlamos mucho de nuestro futuro a medio plazo, de nuestas relaciones.
La mía con mi ex ya había naufragado hacía meses, y un nuevo horizonte se dibujaba ante mí. Había conocido a otro chico que me encantaba, pero no tenía muy claro eso de empezar una nueva relación...
Tú, en cambio, seguías adelante con S., porque, según tú misma me confesaste, a pesar de que había cosas suyas que te sacaban de quicio, estabas convencida de que era el hombre de tu vida. Y entre eso, tu plaza de funcionaria y que te habían concedido un piso de VPO, yo estaba segura de que, en poco tiempo, volveríamos a ir de boda. En este caso, la tuya.
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Pero qué perra es la vida a veces. Porque aquel verano de 2009 caíste muy enferma.
Tanto, que no nos estaba permitido ir a visitarte al hospital. Y era tu madre la que puntualmente nos iba informando de tu estado.
Recuerdo cómo aquellos días de tremenda incertidumbre, yo, que nunca he sido muy religiosa (y tú lo sabes), recé más que en toda mi vida. Por ti, para que salieras adelante. Para que te pusieras bien.
E. y yo estábamos desesperadas. ¡Qué impotencia, no poder hacer nada por ayudarte! Ni siquiera ir a verte, porque era contagioso.
Tres semanas estuviste en la UCI, debatiéndote entre la vida y la muerte. Pero no pudiste ganar la batalla y te fuiste para siempre aquella mañana de agosto.
Me llamó E., con la voz temblorosa, para contármelo.
Entonces no me lo podía creer. Y hoy, dos años y un mes justos después, todavía me cuesta creer que ya no estés aquí.
Te fuiste.
Te perdí una vez, pero te recuperé. En cambio, aquella segunda vez sería diferente.
Y cuántas veces habré llorado amargamente tu ausencia.
Y cuántas veces me habré lamentado por todo ese tiempo perdido.
...Pero claro, esas cosas no las puedes saber hasta que no te pasan. Y ahora ya no hay nada que hacer.
Por eso, hoy te dedico estas líneas; porque quiero que sepas, allá donde estés, que, como en todos los días de aquellos cinco años de silencio, y como en todos los días de estos dos años sin ti, te echo de menos.
Que sigo añorando aquellas risas, aquellas confidencias, aquellos momentos vividos, que ya no volverán a repetirse.
Y quiero que sepas que no te olvido, ni te olvidaré...
Un beso, "Marilia"
(De "Marta")
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Me tienes llorando... ya opino luego.
ResponderEliminarJo, qué triste. Me ha recordado a una (ex) amiga de la universidad... yo también estoy llorando..
ResponderEliminarQué triste y qué bonito. A veces los humanos somos gilipollas y dejamos de hablarnos con gente a la que queremos... pero si ocurrió fue por algo, tenía que ser así, y no tienes por qué sentirte culpable.
ResponderEliminarY sí, qué perra es la vida. Si de verdad existe dios, no sé por qué permite estas cosas... no lo entiendo.
Precioso tu homenaje a esa vieja amiga... a mí también se me han saltado las lágrimas.
ResponderEliminarEstoy segura de que ella tampoco te olvidará nunca.
Un besazo, guapa.
Una bonita y conmovedora entrada, digno homenaje para tu amiga, creo que ella fue tb muy afortunada de contar con una amiga como tú, y te entiendo un poco, hace como diez año tuve una amiga q de pronto, ya no recuerdo xq, nos dejamos de hablar, y todos los días que coincidíamos en clases, tenia la intención de hablarle, pero me detenía tb su mirada desinteresada, yo nunca la he vuelto a ver, me alegra q tú hayas podido retomar la amistad, xq aunq la vida te la arrebató, su amistad durará siempre.
ResponderEliminartengo un nudo en la garganta y lágrimas por mis mejillas, ¡madre mía! que historia, seguro que tu amiga lo ha leído desde donde sea que esté, y está super orgullosa de ti, no dudes que ella también lo pasaría fatal esos cinco años, pero quédate con lo bueno, siempre estará contigo, porque nunca la vas a olvidar.
ResponderEliminarbesicos
cris
vaya palo... con independencia o no de que hubierais hecho las paces. Pero me indigna por qué Francia vacunó al 100% de la población y España solo lo hizo a los considerados grupos de riesgo, a saber... asmáticos, diabéticos personas mayores, personas con VIH etc. Yo misma recuerdo haber ido a vacunarme y negarme la vacuna, y también conozco un caso de la novia de un conocido que falleció hace 2 años y un mes por la misma enfermedad.
ResponderEliminarcreo que todos hemos tenido de cerca la muerte trágica de alguien joven y es que no te lo explicas por más vueltas que le des.
Animos y no la olvides, seguro que esté donde esté le gusta saber que recuerdas los buenos momentos pasados con ella.
un saludo.
lectora habitual.
Lo siento muchísimo, Gata... Hay que ver la vida, las vueltas que da y cómo el destino al final hace de las suyas.
ResponderEliminarEsa persona ya no está aquí, pero los buenos momentos vividos con ella siempre estarán ahí, y ella seguirá viva mientras la recuerdes...
Un beso muy fuerte y ánimo
Que tristeza, Gata!
ResponderEliminarNo te lamentes por el tiempo que perdiste... solo recuerda los buenos momentos :).
Y es que las amistades son asi... vienen y van.
Uno nunca piensa en un final definitivo... nos parece que como somos jóvenes, tenemos todo el tiempo del mundo... y que pena, que no fue asi.
Muchos besos!
Jo, las lásgrimas me empañan la vista. A ver si puedo teclear algo coherente.
ResponderEliminarNena, este post homenaje a tu amiga es precioso, dondequiera que esté seguro que se encuentra muy orgullosa de haber sido tu amiga.
Cuántas tonterías cometemos dejándonos llevar por un orgullo mal entendido... cuántas amistades se truncan. Yo misma tengo un episodio parecido, hace muchos años perdí a mi mejor amiga de entonces pero no ocurrió como en tu caso una reconciliación años después...
Alégrate porque tuvísteis esa segunda oportunidad y consuélate pensando en todos los buenos ratos que compartísteis. Ella seguro que también te echa de menos y algún día, quién sabe... en otra vida, en otro tiempo... qué sé yo, las personas que se han querido deben terminar estando juntas para siempre.
Un beso muy muy grande, Gata!!!!
Casi me has hecho llorar con esta entrada. Estas lineas que has dedicado a tu amiga son hermosas y emocionantes. Es una pena que durante tanto tiempo, se rompiera vuestra gran amistad, pero me alegro de que al menos pudierais alegrarlo antes de lo que le sucedio a ella. Supongo que su perdida tan repentina debio ser un grandisimo shock. Pero es bonito que recuerdes todas esas cosas buenas de ella, y que le dediques estas palabras tan hermosas.
ResponderEliminarEntrada triste y emotiva a la vez...
ResponderEliminarRectificar es de sabios, tu entrada nos da una idea de porque el rencor y el orgullo son a veces tan traicioneros, y nos separan de la gente que queremos, al menos la recuperaste, al menos tuviste tiempo de volver a ser amigas, me ha gustado mucho la entrada.
ResponderEliminarHola AM, Rachel, Cris, Alice, Valeria, cris de El Sisallar, anónima lectora habitual, julia, Mónica, Aliena, Nerea y Pipah.
ResponderEliminarAnte todo, muchísimas gracias a todas por vuestras palabras de ánimo y vuesta sensibilidad. Me ha encantado leer vuestros comentarios.
Hacía tiempo que tenía en mente escribir sobre esta historia, pero no sabía muy bien cómo abordarla, ya que volver a recordar todo aquello siempre cuesta. Aun así, creí necesario contarlo; se lo debía, por tantos buenos momentos como pasamos, por haber sido una de mis mejores; le debía este pequeño homenaje.
Y bueno, soltar todo eso también me ha ayudado de alguna forma. Contarlo me ha hecho sentirme mejor al respecto.
Y aunque por desgracia ella ya no esté aquí, me quedo con todos los buenos momentos vividos, y con el recuerdo de la gran amistad que tuvimos. Es una gran pena que todo acabara así, pero quiero pensar que ella, allá donde esté, sabe que no la olvido.
Un beso muy fuerte a todas. Y gracias de nuevo! :_)
Hola, un ratón! Uy, no había visto que tenía tu comentario pendiente de moderar... Bueno, pues te digo como a las demás: que mucha gracias por tus palabras, y sí, el orgullo nunca es buen consejero.
ResponderEliminarLo bueno es que pudimos rectificar a tiempo y recuperar aquella amistad que tuvimos, o al menos, buena parte de ella. Y eso, que aunque ya no esté, yo la sigo recordando. Dicen que nadie muere si sigue viviendo en el recuerdo de la gente. Así que ella sigue viviendo en los recuerdos.
Gracias de nuevo. Un beso!