Hola a tod@s. STOP. Estoy bien. STOP. Bueno, más o menos. STOP. Sigo aquí, que ya es. STOP.
Si me habéis echado de menos y esas cosas... tranquilidad, STOP. Sigo viva. STOP.
No me han abducido los extraterrestres. STOP. No me han secuestrado las FARC. STOP. No, tampoco me han tocado los Euromillones ni me he largado a Bora Bora. STOP.
Ah, tampoco me han despedido... todavía. STOP.
Pongo el modo telegrama en OFF, y sigo en plan post-normal-de-los-de-toda-la-vida-de-Dior-y-seguro-que-largo-de-cojones-como-ya-es-habitual-en-mí.
Publiqué la última vez a principios de septiembre, y vuelvo al blog ahora que acaba el mes. Y bueno, quizá no os haya extrañado demasiado, dado que no soy de escribir 3 entradas diarias precisamente, sino más bien de escribir 3 entradas al mes. Es algo que debería hacerme mirar, porque tener un blog para eso... No sé, es tontería.
Alucino con muchos de vosotros, que conseguís publicar con tanta frecuencia. Os admiro, de verdad.
Pero en fin, para ser sincera no estaba de ánimo ni con ganas de pasarme por aquí.
Lo siento.
Éste ha siso un mes... para olvidar. Raro, raro. Y gris. Si agosto fue malo, septiembre ha sido peor con diferencia. Al menos, así lo he vivido yo.
No sé, empecé bien, pero enseguida me invadió una melancolía y una ansiedad muy extrañas y poco habituales en mí.
La razón, todavía no la sé. Pero desde luego, una de las cosas que menos me apetecían era escribir aquí y contar penas. Que para una vez que escribo no me voy a poner a contar que estoy hecha un trapo.
Entiendo que bastantes problemas tiene la gente como para encima aguantar mis movidas.
Han sido varias cosas, y no ha sido ninguna. En realidad, no creo tener motivos reales para haber estado tan de bajón, más allá del tema del
Del palo (voz amplificada):
"EL LUNES QUE VIENE EMPIEZAN A COMUNICAR LOS DESPIDOOOOOOOOOOSSSSSSSSS!!!!!
Todos acojonados.
*Cri cri cri*
Pánico.
*Tic-tac-tic-tac*
Histeria colectiva.
El milenarismo va a llegarrrrrrrrrr....
........
Y el milenarismo no llega. Llega el lunes y no pasa nada. Seguimos vivos, pues. Vale. Chachi.
Una semana después:
EL VIERNES EMPIEZAN LOS DESPIDOOOOOOOOOSSSSSSSSSSS!!!!! ESTA VEZ DE VERDAD DE LA BUENA!
Y vuelta otra vez al acojone. Al pánico. A la histeria colectiva.
Pero luego llega el viernes y todo sigue igual.
Y mira, una ya no sabe qué es peor.
Yo de verdad, si me tengo que ir, que me lo digan ya, por favor.
Porque a mí, esta situación me está generando un nivel de estrés que empiezo a no saber gestionar nada bien.
Yo soy una persona bastante ansiosa y obsesiva. Necesito tener las cosas bajo control. Necesito saber qué pasará mañana. Ya sé que es estúpido, pero es que yo soy estúpida y "me gusta" sufrir gratis.
Nadie puede tener el control absoluto sobre su vida. Nadie sabe a ciencia cierta qué le depara el mañana.
Y menos a mi edad.
Pero yo necesito estabilidad. Me obsesiono con el qué pasará y tiendo también a mirar al pasado con nostalgia. Soy también muy de "cualquier tiempo pasado fue mejor" y esas tonterías.
De forma que no vivo el presente; o lo vivo angustiada.
Eso de forma habitual y en condiciones normales.
Así que imaginad cómo puede vivir una situación como un más que probable despido masivo alguien como yo.
Y si no lo suponéis, ya os lo digo yo: MAL. Muy mal.
De hecho, lo he llevado bastante bien hasta ahora. Extrañamente bien, teniendo en cuenta cómo soy.
Pero fue llegar septiembre y algo dentro de mí, en mi cabeza hizo: *¡Clinc! FATAL ERROR. 404 NOT FOUND*.
Y sin saber muy bien cómo ni por qué, empecé a agobiarme mucho y a cuestionarme muchas cosas.
Y esa negatividad, esa ansiedad y esa sensación de que nada es estable y que todo se puede venir abajo de un momento a otro, acabó por invadirme y superarme. Y la extrapolé a otras facetas de mi vida.
Por momentos, sentía que todo se iba a pique. Que ya nada sería como antes.
Que mi vida, tal y como había sido hasta ese momento, o al menos, en los últimos años, iba a cambiar radicalmente.
Esto no tiene por qué ser necesariamente malo. Lo sé. Pero yo, de entrada, veo los cambios como algo negativo. O al menos, desequilibrante. Y me pongo ya a la expectativa para que no me pille desprevenida.
Así que lesa sensación de que todo es provisional y mutable me ha afectado bastante a la hora de encarar el día a día, e incluso en mi relación de pareja.
De repente, todo eran ideas obsesivas y recurrentes sobre situaciones extremas. Todo era horrible.
Finales. Rupturas. Adioses. Nostalgia. Cambios. Ansiedad. Más ansiedad. Tristeza. Angustia.
Y vuelta a empezar.
No sé si me estoy sabiendo explicar. Quizá todo esto que os estoy contando os parezca una ida de pinza total. Y no os faltaría razón.
Yo misma no lo entiendo muy bien. Y a veces creo que estoy mal de la olla y que lo que e realidad me pasa es que no tengo problemas gordos y reales. De modo que me busco preocupaciones innecesarias. Y desproporcionadas.
Soy estúpida, ya lo he dicho, ¿no?
Así, he dejado de vivir la vida plácidamente y esperar tanquilamente que venga lo que tenga que venir y he empezado a angustiarme por algo que, de momento, no se ha producido. Es como si me estuviera anticipando a lo malo, sin saber muy bien qué es eso tan malo.
Quizá no tenga demasiado sentido, pero así es como he vivido yo este mes de psicosis total.
Según pasan los días y todo continúa igual, parece que me voy relajando y animando. Aunque algo de ese poso de tristeza y de ansiedad permanecen. Es como si mi mente se resistiera a dejar de estar alerta, por lo que pudiera pasar.
Y al fin y al cabo, si lo pienso, tampoco es para tanto. A ver sí: es una putada quedarse en el paro en este momento. Pero no se acabaría el mundo.
Incluso podría ser algo positivo. Los orientales en el cambio y la crisis ven oportunidad.
Ya, pero yo no soy oriental. Yo me ciego con lo malo y lo veo todo negro y creo que todo irá a peor. No sé relativizar.
Por eso, en ese estado de angustia y de negatividad, preferí alejarme de todo esto.
No quería contaminar el blog ni os quería agobiar con toda esta historia, además de que cada vez que intentaba ponerme ante la pantalla en blanco, no me salía nada.
Así que lo dejé estar. Estas cosas no hay que forzarlas, sino que surgen, supongo.
Y en fin, hoy me ha vuelto a surgir la necesidad de asomarme un ratito por aquí y saludaros, contaros un poco cómo me va y desahogarme. Al fin y al cabo, el blog también sirve para eso.
Confieso que, aunque he estado bastante apartada de este mundo, sí he ido siguiendo muchas de vuestras andanzas, aunque casi siempre en silencio.
Y es que me apetecía saber de vosotros, pero no tenía ganas de comentar. Sobre todo porque no me veía en disposición de dar un consejo o mi punto de vista, cuando ni yo misma me entiendo.
No quería hacer como el refrán: Consejos doy que para mí no tengo.
Pues eso, que aunque mis intervenciones han sido en ocasiones muy contadas, he seguido asomándome por vuestros blogs. Y me he reído con cosas divertidas que habéis contado, me habéis hecho sonreír en muchos momentos, habéis puesto algo de luz en tanta oscuridad, me habéis dado consejos sin saberlo o habéis escrito la palabra o la frase que necesitaba leer justo en ese momento...
Así que: gracias.
También me he entristecido al leer a otros que también estáis pasando vuestro bachecillo particular. En fin, no estoy sola, por lo que veo. Y lo mismo os digo: no estáis solos.
Parece ser que vienen tiempos difíciles y la cosa no tiene pinta de mejorar a medio plazo. Pero las cosas no se pueden cambiar. Lo único que podemos hacer nosotros es modificar la forma en la que las afrontamos. Y eso es lo que estoy intentando mejorar.
Intentar ver lo positivo de las cosas, aunque sea difícil. Intentar afrontar el día a día con una sonrisa, pues soy consciente de que hay gente que está mucho peor. Y disfrutar el aquí y ahora sin obsesionarme con el qué pasará ni idealizar excesivamente lo que ya pasó.
Decirlo es fácil. Lograrlo, no tanto. Pero bueno, en ello estamos.
¡Ah! No puedo ni quiero despedirme sin dar las GRACIAS, así en mayúsculas, a una persona que conocí en el mundo Blogger (aunque ahora ya es también 1.0), por su apoyo constante, por sus palabras, sus consejos y sus ánimos.
Por hacerme sentir que no estaba sola. Por estar ahí, siempre que lo he necesitado. A pesar de los 300 y pico kilómetros que nos separan, ha sido como si estuviera ahí mismo.
MIL GRACIAS, de corazón. Ya sabes. ;****
No sé cuándo volveré por aquí. Y la verdad, paso de obsesionarme con ello, bastantes obsesiones me busco yo solita.
Quizá en unos días esté de nuevo por aquí soltando paridas, o quizá pase otro mes. Ni idea.
Obviamente, esto no quiere decir que vaya a cerrar el blog y desaparecer por completo, pero es cierto que necesito perspectiva y reflexión.
Os sigo leyendo, y posiblemente empiece a comentar más a menudo.
Ah, y por cierto, ¡bienvenidas, nuevas seguidoras y gracias por quedaros en mi tejado! :) No imagináis la alegría al ver cómo se sumaba más gente al blog, a pesar de estar desaparecida en combate.
En fin, que espero estar de vuelta pronto, con energías renovadas, ánimo y más cosas que contaros.
Besos a tod@s y feliz otoño.