Todos tenemos miedo a algo. O a muchas cosas. De hecho, se puede tener miedo a cualquier cosa.
Se tiene miedo a situaciones, objetos, animales, personas, lugares, sentimientos, sensaciones... Cosas reales e irreales.
Se puede tener miedo a la oscuridad. Y posiblemente sea éste uno de los miedos más primigenios y extendidos. Todos los niños temen a la oscuridad. Y por extensión, a dormir solos por la noche.
Luego hay otros miedos típicamente infantiles, como el temor a los monstruos, brujas, fantasmas y demás seres fantásticos. Aunque el temor a los fantasmas, espectros, apariciones y en general todo lo que tiene que ver con "el más allá", no es exclusivo de la etapa de la niñez. Muchos adultos temen a lo que pueda venir del otro lado.En general, creo que todos, niños y adultos, tememos a aquello que desconocemos, que escapa a la razón o a nuestro control; aquello intangible, que no tiene explicación, que no nos es familiar o cotidiano, o que percibimos como una amenaza.
Hay quien tiene miedo (o fobia) a determinados animales. Ya sabéis: arañas, cucarachas, lagartijas, serpientes, murciélagos...
Son clásicos. Bichos que nunca han gozado de gran popularidad entre la mayoría de la población, aunque hay gente para todo, y hay quien tiene una serpiente o una tarántula como mascota.
En general percibimos a estos animales como asquerosos, desagradables, feos o peligrosos.
Pero también hay quien teme a animales que, para la mayoría de personas, son agradables, amistosos, e incluso bellos o totalmente inofensivos: miedo a los perros, a los caballos... A los pájaros. Quizá este último no sea un temor tan aislado, y si no, que se lo digan a Hitchcock.
A mí personalmente, sin llegar a darme miedo, no me gustan demasiado los pájaros.
..Y cómo no: miedo o aversión a los gatos; adorados y denostados por unos y otros, casi a partes iguales. Especialmente en el caso de los gatos negros. Llegados a este punto, creo que juega un papel importante la literatura fantástica y de terror (el famoso relato de Edgar Allan Poe), y la superstición que los relaciona con la mala suerte.
Hay quien tiene miedo a las alturas, a los sitios cerrados... O a los espacios abiertos.
Miedos, muchos miedos:
A las tormentas. A los cementerios. A las iglesias.
Al ruido. Al silencio. A la inmensidad.
A la gente alta. A los enanos. Incluso a los payasos. (Lo que no sé es si este temor tan peculiar se debe en concreto a la novela It de Stephen King -y su posterior película- o si ya había antes miedo a estos personajes).
Miedo al ridículo, a no estar a la altura de las circunstancias, a decepcionar a otros.
Miedo a hablar en público.
Miedo al rechazo. Al abandono. A la soledad.
...O a la multitud.
Miedo al compromiso.
Miedo al compromiso.
Miedo a la enfermedad. Al sufrimiento. A la muerte.
A envejecer.
... O a no llegar a viejo.
Miedo al dolor físico. A la sangre. Al deterioro del propio cuerpo.
A quedarte calvo o encontrarte una nueva cana /arruga. A la imagen que te devuelve el espejo. Miedo al dolor físico. A la sangre. Al deterioro del propio cuerpo.
Miedo a que te mire un tuerto, a que te echen mal de ojo.
Miedo a engordar. Miedo a perder el control. Miedo a perder, en general.
A perderlo todo en un instante.
Miedo a quedarte embarazada...
O a no poder tener hijos.
Miedo al sexo. A las ETS.
Miedo a la religión. A la sociedad. A la violencia.
Miedo a quedarte sin trabajo. A la crisis. A la dichosa prima de riesgo.
A no poder pagar la hipoteca y que te embarguen.
A no poder salir adelante.
Miedo a un examen; miedo a conducir. Miedo a viajar. A otras razas/etnias/culturas.
Miedo a madurar, a hacerse mayor.
Miedo a no avanzar, a quedarte estancado en un mismo punto durante años y años.
A la frustración.
Miedo a ir demasiado rápido. O demasiado despacio.
Miedo al paso del tiempo.
Miedo al qué dirán. Miedo a ser un incomprendido.
Miedo al propio miedo.
Miedo a la sinceridad del otro, a que no nos quieran.
A que nos hieran.
Miedo a olvidar. Miedo a recordar. A no poder hacer nada por cambiar las cosas.
Miedo a no poder con todo.
Miedo a equivocarse. A volverse loco.
Miedo a uno mismo.
Miedo a exponerse demasiado. A correr el riesgo. Miedo a mostrar tu lado más vulnerable.
Miedo a sentirse engañado.
A la traición.
Miedo a enamorarse.
*Y vosotros... ¿a qué tenéis miedo?
yo... ya lo sabes, lo digo muy a menudo: a las arañas. el resto, me la pela por completo. Yo debía ser la excepción, porque ni de niña me daba miedo la oscuridad ni dormir sola ni nada. nada de nada. así me va, claro.
ResponderEliminartotal, sólo a las arañas. asquerosas y repugnantes arañas.
Amo a Poe y a King. De verdad, buenos escritores, buenos escritores. Curiosamente... la mayoría de novelas de King no me asustan por los monstruos ni por los cadáveres (de hecho, cuando leí El resplandor sólo me aterrorizó la escena del baño y el cadáver flotante, si bien el resto del libro te generaba gran tensión). El terror da miedo por la crudeza de las emociones, por la certeza de la muerte. Todo se resume a ese miedo primitivo al morir. De hecho... el libro que más me aterroriza de Stephen King es uno que parece ser una historia común y corriente (El retrato de Rose Madder). El libro comienza con una escena típica de maltrato, con un aborto provocado por una paliza. Si mantienes esa imagen en tu mente el resto del tiempo que leas, la novela es escalofriante, aunque sea más fantástica que terrorífica.
ResponderEliminarYo le temo a las serpientes y a las arañas por igual. Y sí... supongo que cuando era niño le temía a la oscuridad. Ahora sería el colmo tener nictofobia, pero bueno, nunca se sabe. Los gatos negros, por otro lado, no me molestan; aunque hay tradiciones mucho más antiguas que Poe que mencionan que los gatos en general y los perros negros eran manifestaciones del demonio, de ahí el miedo a los gatos, creo yo (y alguna que otra leyenda inglesa sobre perros negros).
¿Sabes? Creo que los monstruos de la infancia no se mueren nunca, sólo se adaptan a lo que el mundo exhige. Cuando uno es niño no tiene una noción definida de lo que "es correcto", es algo demasiado nuevo para un nuevo habitante del mundo. No has vivido lo suficiente como para comprender que decir tal o cual cosa te trae fama de chalado o ridículo, o que actuar en consecuencia de ciertas ideas es algo que no te deja en una buena posición. Tampoco has aprendido a cannalizar tu temor en objetos reales. Seamos sinceros... es mucho más lógico tenerle miedo a la hipoteca que sí existe que al monstruo del armario que se evapora cuando encendemos la luz, ¿no?
Los monstruos que nos hacían llorar en la infancia siguen con nosotros durante nuestra adultez, sólo que ahora son monstruos que todo el mundo puede ver. Tener miedo a estas cosas no es raro, pero sí lo es tener miedo al vampiro de fuera de la ventana, al cadáver de debajo de la cama, al payaso asesino (no le tengo miedo a los payasos, aunque nunca fueron de mi agrado).
Los miedos de la infancia son un único miedo: el miedo a la muerte. Desde más o menos el momento en que naces sabes que el mundo no es la placenta y que hay peligros y sufrimientos. Eso lo aprendemos antes incluso de hablar. Pero tenemos algo de forma natural que nos hace saber que moriremos más pronto o más tarde. Eso es común a todos los seres vivivos, pero se enfoca de forma muy particular en los seres humanos. Pero no ves a la muerte cara a cara, sólo la disfrazas con los elementos que tienes a la mano. Te da miedo la noche porque entonces no ves bien, y cualquier cosa puede estar asechando en la oscuridad; cualquier cosa. Lo que imagines. En la oscuridad está el peligro, así de simple. Le tienes miedo a las serpientes y a las arañas porque eres vagamente conciente de que son venenosos, de que pueden matarte si te muerden. Es el miedo al peligro de morir. Le temes al vampiro porque ha salido de una tumba, porque debería seguir allí, porque viene a llevarse tu vida y está ahí, con el rostro pálido y maligno pegado al cristal de la ventana. No los mires, porque puede hipnotizarte y puedes dejarlo pasar. Y una vez que lo dejas pasar puedes decirle hola a algo peor que la muerte. Le temes al cadáver que está debajo de tu cama, detrás de la bañera, colgado en el techo... porque viene del más allá. Él te saluda y dice "¡Hola! ¡EStoy muerto! ¡Pronto tú también lo estarás! ¡Ven conmigo, que aquí se está muy solo!".
Va a pasar un muy largo tiempo antes de que veamos a la muerte como un proceso natural de los seres vivos o como el castigo divino por el pecado original. Hasta ese momento, la muerte es lo que la muerte genera: el cadáver putrefacto, el esqueleto desgastado, el vector que trae la muerte (tu muerte, o la muerte de tu padre, de tu madre, de tus seres más queridos). Te preguntas qué harías sin tus padres, sin la gente que ha estado ahí durante tanto tiempo... desde que tienes memoria, vaya, y te das cuenta de que tú también morirías sin ellos, o de que la vida sería un lugar inmensamente triste (aún más de lo que puede estarlo siendo).
ResponderEliminarCuando creces le sigues poniendo cara a la muerte, porque aún no puedes enfrentarla. Estos son los miedos que tú has mencionado. Los nuevos disfraces son rostros racionales, cosas que existen tanto como el vampiro en la ventana o el cadáver detrás de la bañera (porque esas cosas aún existen en algún lugar). Pero ahora esos miedos pueden ser compartidos con alguien más sin temor a que se ría de ti en tu cara: "¿´Sabías qué? El monstruo del sótano me persiguió ayer por toda la casa cuando abrí la puerta para buscar las herramientas". Sí... claaaro. "¿Sabías qué? Mira, tengo más arrugas que una pasa y he tenido que comprar un tinte más fuerte para cubrir las canas". ¡Qué horror! Eso sí lo comprenden los demás, eso sí es un miedo válido ahora. Pero es que los monstruos también eran válidos cuando les hablabas de ellos a tus amigos (aunque en muchas ocasiones aún para los demás críos un monstruo era algo ridículo... a pesar de que ellos mismos le temieran a la luna llena porque salía el hombre lobo a buscar víctimas).
Antes de morir te haces viejo. Si te vuelves pobre es probable que te cueste más tener acceso a un médico, a un hospital, a un tratamiento si te enfermas. Y si te enfermas puedes morir lenta y dolorosamente. Si te quedas solo en la vida también mueres, de una forma distinta, pero mueres al fin.
¿Lo ves? Todos los miedos no son sino un único miedo subyacente. A aquello que más desconocemos del mundo entero: la muerte.
Y bueno... mañana tengo examen, así que mejor dejo de dar la lata.
Un saludo, Gata.
Hola Gata! esta entrada tiene tela, eh? jejeje
ResponderEliminarYo tengo miedo a las cosas que no puedo controlar... a equivocarme... a hacer las cosas mal y que luego no tengan remedio... al dolor... al pasado, y también al futuro...
Y a las cucarachas... pero eso ya lo llevo mejor! ya soy capaz de matarlas si no son de las grandes grandes jeje
Besitos!
¿Y a qué tienes miedo tú?
ResponderEliminarBesos.
PD. Yo esto ya lo conté en mi blog (aquí iría el enlace, pero yo no soy de esa gente), y tampoco es plan de ser cansina.
Y el miedo a no tener miedo...
ResponderEliminarEso si que es aterrador, coleguita...
Parece ser que si se traspasa ese limite te conviertes en sociopata...(es que acabo de ver un documental que me ha dejado acojonada...)
Tengo tantos de la lista ésa que has puesto, que a la mitad he dejado de contar xD Pero los disimulo todo lo bien que puedo :D
ResponderEliminarYo a lo unico que tengo miedo es al hablar en publico, me quedo SIEMPRE en blanco, no fallo nunca xD De pequeña no temia la oscuridad, es más me encantaba quedarme a oscuras, mi mejor amigo tenía una serpiente y me pasaba el día con la serpiente y tenía una amiga imaginaria que era una bruja loca xD (Menuda infancia más rara ya lo sé, ya lo sé xD)
ResponderEliminarBesos La Gata <3
P.D: ¿Y tú? ¿A que tienes miedo?
No sé si soy consciente de tener algún miedo en concreto, supongo que serán muchos y algunos incluso difíciles de identificar. Pero creo que lo peor es no tener miedo. El miedo es bueno, lo malo es dejar que te gane.
ResponderEliminarA mi me dan miedo las alturas>__<
ResponderEliminarMe encanta este blog tan gatuno, así que me quedo por aquí *_*
Besos!
A quedarme sin tiempo. Dichoso tesoro que se escapa entre los dedos!
ResponderEliminarYo sí que me reconozco en algunos que has dicho: a no estar a la altura, y al ridículo... a quedarme embarazada también. No tengo miedo a los animales asquerosos (quizá un poco de aversión a las arañas) y en otros aspectos soy muy valiente.
ResponderEliminarPero cuando se trata de hacer algo mal, de no estar a la altura, me bloqueo totalmente. Me supera eso... y es un poco putada porque son cosas que no se pueden evitar, incluso en tonterías como jugar a la Play corro el riesgo de, lógicamente, quedar como una inútil. Y eso me aterra. Supongo que tengo miedo a ser un lastre. No sé.
No puedo con las cucarachas y los insectos en general xDD
ResponderEliminarMe daba mucho miedo la soledad, ahora ya somos amigas.
Me dan pánico las montañas rusas.
Buf, yo soy una cobardica así en general pero, los peores son: Miedo a ir sola por la calle (sobre todo por la noche), miedo a los espacios cerrados. Con las arañas y las cucarachas no es que viva obsesionada pero si veo alguna me pongo histérica. Me agobian las multitudes. Tengo miedo a la locura y al dolor permanente. También le tengo miedo a la oscuridad pero no por lo de que pueda haber un fantasma sino porque no sé dónde piso y me da miedo caerme o golpearme con algo. En fin, que le tengo miedo a un montón de cosas. Jajaja. Un besote.
ResponderEliminarA todo temo:
ResponderEliminarPero el miedo vencido es el más dulce. Cada victoria te deja bien. Desgraciadamente, hay que convivir con ellos.
Muchos besos,
Anais
Miedo a perder a mis seres queridos (ir perdiéndolos no me ha hecho ir superándolo)
ResponderEliminarY en cuanto a bichos: terror a los saltamontes arggggg
Besos y a que disfrutes de tus vacaciones