Querida Ana:
Sí, ya sé que en realidad no te llamas Ana, pero te sientes muy identificada con el estilo de vida que "ella", Ana, promueve. "Ella" es ahora tu amiga, tu gurú, tu inspiración y también tu aspiración.
Ana es lo que te gustaría llegar a ser.
Sé que tienes entre 13 y 18 años. Quizá alguno más, quizá alguno menos.
Posiblemente seas una chica introvertida, muy inteligente, buena estudiante, aplicada, muy perfeccionista y responsable.
Seguramente sientes terror a perder el control sobre tu propio cuerpo, a decepcionar a tus padres, a que no te quiera nadie, a que los chicos no te hagan caso...
Te sientes muy insegura con tu aspecto físico. No te gustas.
Te comparas mucho con tus amigas y con otras chicas de tu edad, y siempre tienes la impresión de que sales perdiendo. Por eso, ya no quieres ir a la piscina ni a la playa, para que no te vean en bikini.
Te pesas de manera casi compulsiva y te pasas la vida contando calorías.
Un día, decidiste dejar de comer. Así, sin más. Desde entonces, comes lo justo y necesario para subsistir.
No importan los medios. Lo importante es el fin: estar delgada. No, delgada no: flaquérrima. Ése es tu sueño, tu máxima aspiración.
Te repites a ti misma como un mantra que "la comida es mala, es como una droga que te mantiene lejos de tu objetivo". Frases que has leído y aprendido hasta la saciedad en diferentes blogs y webs pro-Ana.
Pensamientos que te ayudan a seguir en tu empeño. Te inspiran. Te mantienen en tu particular batalla contra la báscula.
Sé que, cuando te miras en el espejo, te ves gorda. Muy gorda. GOOOOOOORRRRRRRDA.
Te ves barriga, michelines, demasiado culo, los muslos demasiado anchos,...
¡MEEEEEEEC! Créeme: no es para tanto. Qué narices: no lo estás. Estás perfectamente normal. No me seas drama-queen.
Y sí, ya sé que no me vas a creer y que pensarás que te digo todo esto para quedar bien contigo.
Pero te aseguro que no es así.
Supongo que te ves enorme comparada con esas modelos escuálidas que ves en las revistas, en la tele o en las vallas publicitarias. Te ves desgarbada comparada con las medidas perfectas de las actrices de Hollywood. Y te entiendo. Es jodido compararse con la perfección.
Hazme caso: todo eso NO es real. Es publicidad. Es cine. Pura ficción, pura fantasía.
Nadie es tan perfecto en la realidad como en el spot de un perfume o de una marca de cosméticos.
Ni siquiera la modelo que lo publicita. Ella también tiene defectos. Pero claro, no los van a mostrar. ¿Acaso tu comprarías un producto si la modelo que lo anuncia tuviera defectos? Es puro marketing. Se trata de vender.
A las modelos y actrices las retocan, las estilizan, les reducen la cintura hasta unos extremos imposibles, les alargan las piernas hasta el infinito. Les aumentan el pecho, los pómulos y los labios; les suben las nalgas, les corrigen los defectos de la piel, les quitan 1 o 2 tallas.
Y todo eso, en cuestión de un minuto y a golpe de click, con una herramienta llamada Photoshop. Te suena, ¿verdad?
No seas boba, nena. Eres inteligente. No te dejes engañar. No caigas en la trampa.
Esa imagen no es de verdad.
Sí: las modelos son altas y delgadas. Y en general, guapas (ojo: no todas). Es lo que se espera de ellas.
¿Y qué? Eso no las convierte necesariamente en personas súper chachis, felices y exitosas. Al fin y al cabo, es una profesión más. Sólo que, en los últimos años, está sobrevalorada.
Todo no es estar delgado, ¿sabes? No por ser delgada necesariamente se es más guapa.
¿Por qué asocias delgadez con belleza? ¿Dónde está escrito que una cosa lleve necesariamente a la otra?
¿Me vas a decir que no son guapas? ¿Vas a negar que son sexys?
Pero... no son delgadas, ¿verdad? Al menos, no si atendemos al canon actual. Son más bien chicas grandes. Curvilíneas. A alguna, incluso la considerarías gordita, ¿a que sí?
¿Crees que estas chicas no gustan? Pues te equivocas. Claro que gustan.
Me juego lo que quieras a que a cualquiera en su sano juicio le gustan bastante más que éstas otras:
¿Y a ti? ¿Quién te gusta más?
Otra cosa: ¿crees que estando flaca vas ser más feliz? ¿Crees que pesando 15 kilos menos todos tus problemas e inseguridades se irán de un plumazo? ¿Crees que la vida te va a ser más fácil por entrar en unos pantalones de la 34?
¿Piensas que sólo te van a querer si eres delgada? ¿Que los chicos no se van a fijar en ti si no pesas X o tienes la talla Y?
Pues no, las cosas no funcionan así.
Es más, yo no querría a mi lado a alguien que me exigiera estar flaca y poner en riesgo mi salud para darme su "cariño". Que se lo meta por el culo. Directamente.
Nadie tiene derecho a exigirte algo así. No se lo permitas.
Quien te quiere de verdad, te quiere como eres y no le importa una mierda tu talla o los kilos que peses.
Y si le importa, entonces no te quiere. Así de simple.
Entonces, pasa de esa persona. No merece la pena.
Porque hoy te controla lo que pesas. Y mañana, será lo que llevas de ropa. Y al otro, adónde vas, con quién, qué haces, etc. Así, hasta anularte como persona.
Ahora, mírate otra vez en el espejo, y esta vez no te fijes en la tripa (que no tienes) o en el culo fofo o los michelines que aseguras tener. Fíjate en las cosas que te gustan de ti. Seguro que hay más de las que crees. Los ojos. Los labios. La sonrisa. El escote. El pecho. Las manos. El pelo...
Mírate bien.
Vale. Estás de acuerdo conmigo en muchos puntos, has descubierto cosas de ti que te gustan, ya no te parece tan atractiva la extrema delgadez... Pero todavía sigues convencida de que te sobran kilos y continuas obsesionada con adelgazar.
Primero: si te sobran kilos o no es algo que debe determinar un médico, no tú.
Segundo: me parece genial que quieras hacer deporte para estar en forma y que decidas seguir una alimentación equilibrada y pasar de chucherías y guarradas.
Pero hacer dieta por tu cuenta, sin supervisión médica, o peor, directamente ayunar, es algo muy serio y puede implicar un riesgo grave para tu salud.
Si dejas de comer, si no tomas los nutrientes necesarios, puedes tener a la larga trastornos serios. Trastornos que puedes arrastrar durante años. Y todo por una tontería.
Anemia, amenorrea, descalcificación, caída del cabello, arritmias, insomnio, náuseas, alteraciones en el crecimiento...
¿Es eso lo que quieres de verdad?
Tienes muchas virtudes. Vales más que todo eso.
Y la etiqueta de la talla no es más que un trozo de papel o de tela, sin más valor que el que tú le quieras dar. No dejes que te condicione.
¿Que pone 42 en lugar de 36? ¿Y? ¿A quién le importa eso?
Si es a ti a quien le jode verlo, coges unas tijeras, la cortas y punto. Asunto zanjado.
Además, los tallajes varían muchísimo de unas marcas a otras. Es para volverse loca. Así que pasa de ese rollo.
Pruébate la prenda. Que te queda bien y te ves favorecida y cómoda, te la compras. Que no, pues la dejas.
Eso es lo único que deberías tener en cuenta. No el numerito que figura en la etiqueta.
Recuerda que quien te quiere no se fija en esos detalles. Que puedes ser guapa y sexy, independientemente de lo que peses y midas.
No te compares con los demás. Tú eres como eres, única, especial. Con tus virtudes y tus defectos. Y debes aprender a quererte como eres.
No tires tu juventud por la borda pensando en gilipolleces.
La vida es demasiado corta como para pasársela amargada, contando calorías, obsesionándote con el peso, y sintiéndote culpable por comer. Hay mil cosas más interesantes y divertidas: leer, ir al cine, salir con amigos, dar un paseo por la playa, viajar, hacer una excursión, escuchar música, dormir, nadar, bailar...
¡Libérate!
Y si te apetece un helado/una porción de pizza/un poco de chocolate/unas papas... Chica, cómetelo. Sin remordimientos. No digo que lo hagas siempre. Pero por que lo hagas alguna vez, no va a pasar nada.
Nadie te va a llevar presa.
Y si alguien te echa en cara tu peso, tu figura o lo que comes, mándalo al cuerno sin miramientos.
Bueno... Creo que eso era todo lo que te quería decir. Espero que pienses en todo lo que te he dicho.
Sonríe, quiérete y sé feliz. Al fin y al cabo, eso es lo que más importa.