5 de enero de 2012
La noche de Reyes
Esta noche es, sin lugar a dudas, la más mágica y especial del año... Sobre todo para los más peques de la casa. Una noche con la que llevan soñando todo el año.
La noche de Reyes, ésa en la que sus deseos se hacen realidad.
Y así la recuerdo yo. Para mí, también era la noche más esperada, la más luminosa. Una noche en la que todo era posible.
En mi casa, por supuesto, siempre hemos sido de SS.MM. los Reyes Magos de Oriente. Mientras fui pequeña, el Gordo de rojo nunca pisó mi casa.
¿Un señor barrigudo que venía en un trineo desde Laponia? A mí no me convencía nada. Yo esperaba a mis tres venerables Magos de Oriente. Los Reyes son tres frente a un solo Papá Noel; vienen en camellos desde el lejano y mágico Oriente, y no en un cutre trineo tirado por renos de nariz roja (¿?¿?) desde un lugar totalmente inhóspito. Llevan túnicas doradas, capas de terciopelo, ¡coronas!,.. y no ese traje de felpilla rojo y blanco tan poco favorededor...
¡Si es que no hay color!
Sólo más tarde, ya de adolescente, empecé a recibir regalos también en Nochebuena, con eso de que así se disfrutan más. Pero a mí no me los traía Papá Noel. Me los daba mi familia.
Y por supuesto, de niña, siempre creí en los Reyes, para mí, los únicos y genuinos.
La noche del 5 de enero, como decía, era mágica, especial... Recuerdo que iba con mis padres a la Cabalgata. Aunque "no sé por qué", siempre imaginé que aquellos que desfilaban en carrozas por el centro de la ciudad y nos lanzaban caramelos, no eran los verdaderos Reyes Magos, sino hombres vestidos (más o menos...) como ellos, puesto que los Reyes de verdad bastante trabajo tendrían como para encima perder el tiempo en cabalgatas.Y además, ¿cómo era posible que estuvieran al mismo tiempo en Madrid, en Barcelona, en Valencia, en Bilbao, en Sevilla, en Tenerife... como veía yo en la tele?
-Es que son Magos.
Ya, claro. No cuela...
Pero de lo que sí estaba firmemente convencida era de que, esa noche, los Reyes Magos visitarían mi casa, al igual que las casas del resto de niños del mundo. ¿Que cómo se lo montaban para que les diera tiempo a pasar por todas las casas, sin hacer ruido ni ser vistos, y sin equivocarse de regalos? Eso ya escapaba a mi entendimiento...
Yo era de Gaspar. Dice Cristina, de El gallinero de Miss Marple, (adoro este blog), que los que son de Gaspar son de George Harrison. Y tiene razón... :)
Yo era de Gaspar y de Harrison.
Sí, los de Gaspar éramos niños un tanto outsider. Raritos.
Lo mainstream era ser de Baltasar, tan negro él, tan exótico, tan guapetón, tan joven... (O al menos, más joven que los otros dos).
Y si no, te ibas al extremo opuesto y eras de Melchor. Ese ancianito venerable, que podría ser tu abuelo...
¿Pero Gaspar? Mediana edad, raza blanca, pelirrojo... No, definitivamente, Gaspar no era el favorito de la mayoría, eso está claro. Pero yo sí era de Gaspar. Me parecía entrañable.
Bien... Después de volver a casa de la Cabalgata, cenaba, y a dormir. Tenía cero ganas, por supuesto. ¿Quién quería -o más bien, quién podía- dormir con lo que estaba por venir?
Pero tus padres insistían e insistían...
-Si no te acuestas pronto y te duermes, los Reyes no vendrán, ¿eh?
Claro, ante esa amenaza, no había más que decir. Tocaba irse a dormir con o sin ganas. Y punto pelota.
Porque ésa era otra... ¿Y si alguna noche me despertaba de madrugada y... ¡zas!... los pillaba in fraganti colocando mis regalos?
Era una de esas situaciones que, por un lado deseaba, -ver en persona a los auténticos Reyes, ¡wow! ¡qué caña!... Pero, por otro no estaba del todo segura de querer que sucediera. No sabía si estaba preparada para ese shock.
Porque... en el hipotético caso de que me los encontrara frente a frente.. ¿Qué les decía?
-¿Hola? Vaya nochecita ¿eh? Están cansados, ¿verdad? Es que llevan ya mucho tute...
Los camellos, ¿qué tal? Menos mal que no los han subido, que luego mi madre se pone histérica si ve que le han chafado la alfombra persa...
Que por cierto, Ustedes vienen de por allí, ¿no? De Persia y eso...
-¿Les ayudo a colocar mis regalos? O ya directamente los voy cogiendo yo, si eso...
¿Les saco un vaso de leche y galletas? ¿Los turrones y polvorones que sobraron de Nochevieja? No, qué cutre soy... Mejor un copazo del Chivas ese que tiene mi padre en el mueble bar, ¿no?
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No, definitivamente, no me veía yo preparada para mantener una conversación con esos tres grandes señores... Yo es que siempre he sido muy tímida.
(Tuve a Arturo Valls a mi lado, codo con codo, durante diez minutos, mirando libros en la Fnac y no me atreví ni a decirle "hola". Conque imaginad a Sus Majestades...).
Y luego, vivir con ese secreto, ¡con ese privilegio! Porque no vas a ir luego radiando por el patio del cole que has visto a los Reyes de verdad. ¡O contándolo por los platós de televisión! No, no, no. Además, nadie me creería...
De todas formas, nunca me vi en tal situación. Nunca los pillé. Siempre fueron más rápidos, más sigilosos. Unos verdaderos profesionales de la magia, el ilusionismo y el escapismo.
Cuando al fin abría los ojos la mañana del día 6... ¡¡¡¡¡Qué nerrrrrrrrrvios!!!!!
Toda la casa estaba en el más absoluto silencio. No se oía una mosca. Mis padres dormían... Y los Reyes, obviamente, ya hacía rato que se habían ido. ¡Cachis! Me hubiera gustado verlos, aunque hubiera sido un segundo, mientras se iban...
Me ponía las zapatillas, los calcetines y el batín a toda prisa y atravesaba el gélido pasillo... hasta situarme ante la puerta del salón.
Tras aquella puerta, ¡estaban mis regalos!
O eso esperaba. Porque... ¿y si se habían olvidado de mí? ¿Y si ese año no había sido del todo buena y me habían dejado carbón?
Ése era otro de mis grandes temores. Encontrar carbón en vez de regalos. ¡Menudo bajón!
Y luego, la vergüenza pública: "Este año me han traído carbón porque no he sido buena..."
Afortunadamente, eso tampoco pasó nunca. Si es que yo era una niña muy buena... xD
Recuerdo que giraba el picaporte de la puerta con mi manita temblorosa, cerraba los ojos con fuerza, flanqueaba el umbral, entraba en el salón, abría los ojos y.......
¡¡¡¡¡¡¡OOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHH!!!!!!!
Allí estaban. Sobre la alfombra persa. Pefectamente colocados. Con sus papeles de colores brillantes. Mis regalos.
Empezaba a abrirlos con una emoción indescriptible. Para entonces, mis padres ya se habían levantado y entraban en el salón.
-¡Anda, los Reyes ya han llegado!
-Cuántas cosas, ¿no? Eso es que has sido buena este año...
Yo no podía ni articular palabra.
Estaba justo lo que yo había pedido, más alguna otra cosilla que ellos, muy amablemente, habían pensado que podría gustarme. ¡Y vaya si me gustaba!
¿Cómo lo hacían para acertar siempre? ¡Entendían mi letra!
E, incluso había años en que no había tenido tiempo para escribirles ninguna carta.... pero ellos siempre daban en el clavo. No sé si era magia, telepatía, o si mis padres informaban a algún emisario real de mis deseos, y éste a su vez se lo trasnmitía a los Reyes.
No sé cómo, pero siempre acertaban en mis deseos. ¡Qué cracks!
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Viví unas cuantas mañanas de Reyes con esa felicidad y esa ilusión irrepetibles...
Pero llegó un año en que la magia se desvaneció. Cómo no.
Crecer es inevitable.
No recuerdo muy bien cómo fue. Sí recuerdo que tendría unos 8 o 9 años.
Mentiría si dijera que no me llevé una decepción. Claro que sufrí una decepción. Fue mi primera gran decepción. Y te sientes triste, sientes que ya nada será igual, y te encantaría volver atrás en el tiempo, volver a creer como antes.
Pero también te sientes más mayor.
Y entonces todo encaja, claro.
Te das cuenta de que no hay 3 enigmáticos Señores que son Magos y que te visitan una vez al año desde muy lejos, sino un señor y una señora a los que conoces muy bien, que están muy cerca de ti durante todo el año, y que, ayudados por otro señor y otra señora mayores, con canas y gafas, aun sin ser magos, hacen verdaderas virguerías por que tú vivas cada 6 de enero un sueño hecho realidad.
Y maduras, y entiendes el por qué no debes abusar y pedir tooooooooodo lo que se te antoja, pues tus padres y abuelos no pueden comprártelo todo, aunque quisieran.
Pero... a pesar de todo, la noche y el día de Reyes siguieron siendo grandes en mi casa. Seguimos celebrándolo casi como el primer día.
Y si alguna vez tengo hijos, por supuesto, no renuncio a la experiencia de ver sus caritas de ilusión, a la hora de abrir sus regalos, mientras les dices, como si la cosa no fuera contigo:
-¡Hala, ya han venido los Reyes! Cuántos regalos, ¿eh...? Eso es que has sido buen@ este año...
Quiero que vivan durante unos años esa misma emoción que mis Reyes Magos me hicieron vivir a mí.
Y cómo no... no quisiera dejar pasar la oportunidad de pedirles a SS. MM. los Reyes que para este año tan duro que nos espera, traigan salud, amor, trabajo, fortuna y en definitiva, felicidad.
En ellos confío.
*Y vosotros, ¿qué les pedís a los Reyes este año?
Maullando sobre...
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la familia,
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Yo misma
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Alma, corazón y vida... para vivirlas junto a mis seres queridos.... y laburo, sin lugar eso, laburo.
ResponderEliminarYo tb soy más de Melchor. Siempre me han ido los pelirrojos =)
ResponderEliminarY lo mal que se pasa cuando te enteras de la verdad? A mi me lo dijo una compañera de clase con 7 años, eso y lo del ratoncito perez... mi madre casi se la come jaja.
Este año solo pido salud, lo demás no me importa.
Besos!!
Oh, oh... se nota que te has puesto en serio con el blog. Te mereces respuestas laaaargaaaasssshhh!!
ResponderEliminarNo recuerdo haber creído en los Reyes Magos nunca, aunque sí recuerdo cuándo me enteré de la verdad. Así que tuve que haber creído en algún momento.
Puedo ver a mi madre sentada conmigo en la mesa en casa de mis abuelos, montando conmigo la casita maletín de Pin y Pon. Igual tenía yo tres años o así...
Pero, cuando tenía unos cinco años, vinieron mi hermano y mi prima a contármelo... a explicarme cómo era el mundo, a abrirme los ojos. Me hizo una ilusión...
A ellos se lo tuvieron que contar, porque mi hermano estaba acongojado (y lo otro también), pensando que alguien extraño podía entrar en casa...
Con lo cual, no tengo recuerdos demasiado claros de haberme levantado una mañana a abrir regalos de señores desconocidos, sino de algo especial que mis padres y abuelos preparaban para nosotros... y nosotros para ellos, desde entonces, también.
Ya avisé que mis navidades son un poco "distintas"...
Un besote fuerte!!
Hola, Atonau! Me gustan tus deseos para los Reyes Magos, me los apunto yo también, especialmente ese del "laburo"... Hace falta mucho! Besos y feliz año!
ResponderEliminarHola, Rachel! ...Pero, si siempe te han ido los pelirrojos, lo normal sería que tu favorito fuera Gaspar, no Melchor, no??? ;P
ResponderEliminarJolín con tu amiguita!! Qué destrozailusiones, no???
Y sí, yo también pido salud, creo que sin ella, lo demás no cobra sentido...
Besitos!
Hola, Bkind! Sí, sí, parece que me estoy poniendo en serio con el blog. Ya veremos cuánto me dura... De momento, es el único de mis 10 propósitos para el 2012 que estoy cumpliendo... xD
ResponderEliminarMe parto con tu hermano!! Tenía miedo de los Reyes Magos??? Jajajajaja!
Bueno, aunque no tengas ese recuerdo de abrir los regalos, sí tienes otros entrañables como el de la casita de PinyPon, con tu madre y abuelos...
Gracias por tu fidelidad y por tus respuestas laaaaargaaaaassshhh!! No sabes la alegría que da leer comentarios así.
Besos!
Ohhh gran post, Gata :D
ResponderEliminarMe has hecho retroceder muchos años y recordar aquella magia.
Todo era posible enntonces, ojalá esa inocencia hubiera durado mucho más... aunque yo lo descubrí también más o menos a esa edad, así qe disfruté varios años!
Cuántos nervios la noche antes, qué emoción al pensar que si no te dormías pronto los podías ver!!! y esos instantes previos a descubrir los regalos mientras abrías la puerta del salón... ufffff (la piel de gallina se me pone, qué pasada!).
Espero que sigan portándose bien, aunque hayan perdido la magia y que hayas tenido un gran día.
Un beso!
Hola, Aliena! Muchas gracias por tu comentario, me ha gustado mucho. Y me alegro de que esta entrada te haya emocionado y evocado recuerdos.
ResponderEliminarEs cierto, aquellas mañanas de Reyes eran tan mágicas...
Pero bueno, llega un día en que tienes que madurar y ser consciente de las cosas, y aprendes a valorar el esfuerzo de tus padres y abuelos para que tengas tus regalos cada año.
Es ley de vida. Por eso, si alguna vez tengo hijos, quiero que lo vivan con la misma ilusión que yo lo viví, mientras puedan.
Y sí, mis Reyes se han portado muy bien, un año más. Si es que, ya lo digo: soy una niña muy buena... ;D
Espero que los tuyos también hayan llegado cargados!
Besos!
Jo, pues nadie me cree, pero yo no recuerdo haberme llevado una gran decepción al saber la gran verdad sobre los reyes! Debo de ser rarita... porque tampoco recuerdo a qué rey prefería. Supongo que al negro... uuuuhm, más divertido (jajajaja, sí, estoy pensando mal!!).
ResponderEliminarDe lo que más he disfrutado hoy ha sido de ver a mi sobri -que tiene un año y casi tres meses- con los regalos y disfrazado de Pocoyó. Parecía que entendía de qué iba el tema y todo. Es una sensación increíble ver la ilusión reflejada en la cara de un niño!
Hola, Cris!! Vaaaaaaale, te ceo... No lloraste cuando supiste la verdad de los Reyes. Qué chica tan dura ante los reveses de la vida! ;P
ResponderEliminarSi hago memoria, creo que fue una compañera cabrona del cole, quien me destripó la historia. Y bueno, me dio penita, pero tampoco me supuso un shock como para necesitar ayuda terapéutica para superarlo... xD Como bien dices en tu post, llegas a una edad en la que algo te hueles... Demasiadas incóngnitas, demasiados interrogantes.
Lo mejor fue cómo lo descubrió una amiga mía, que un día, se puso a cotillear el armario del cuarto de sus pares, y... zasca! En el altillo dscubrió todos los juguetes que se habían pedido ella y su hermano, aún sin envolver ni nada. Jajjaja!
Besos!
Me ha encantado esta entrada. Te leo desde hace mucho pero escribo poco, lo siento.
ResponderEliminarPero esta me ha emocionado y si yo tambien era del pelirrojo, era el mas salao, el mas majo y pelirrojo como yo, jijijiji.
Espero que los deseos que has formulado para todos, se cumplan muy especialmente para ti y los tuyos.
Hola, Alberto, bienvenido seas siempre, comentes o no comentes! Gracias por tu comentario... Me alegro que te haya gustado y emocionado mi entrada. Era justo lo que buscaba, hacer que evocarais esa emoción que sólo sienten los niños la mañana de Reyes... Es algo mágico!
ResponderEliminarAsí que tú también eras del Club de Fans de Gaspar? ;D Besos!