26 de junio de 2011

Algunos hombres guapos



A continuación, ahí van esos 5 actores de Hollywood que hacen que a la Gata aquí firmante le chiribiteen los ojos cada vez que aparecen en la pantalla del cine o de la tele, o en una revista, o en un anuncio en la parada del autobús... (O directamente en mis sueños). Esos 5 dioses del Olimpo que me pediría para Reyes, pero ya mismo. Y atención, porque algunos quizá no sean los más típicos, o en los que podríais estar pensando la mayoría: ni Brad, ni Orlando, ni Leo... No, nenitas a mí, no. Yo quiero hombres hechos y derechos.


Así que allá voy, sin más dilación ni más preámbulos. Que luego me salen entradas larguíiiiiiisimas y se me queja el personal. Y además, yo sé que lo que queréis es ver carne fresca, ¿no?
(Vale, vale, vaaaaaaaleeeeee!!! A mis lectores hombres heteros, os informo que os dedicaré en su día un post sobre las, para mi gusto, 5 tías más buenas de Hollywood. Hale, haya paz, hermanos).
Pero hoy, a lo que vamos. Ellos, los más bellos... 


1. ERIC BANA





Su nombre completo es Eric Banadinovich, ya que es de ascendencia croata, aunque nacido en Melbourne. Mide 1,89 m y... Ocupa el primer puesto en mi ránking particular de tíos buenos. ¡Seh!
Fue descubrirlo haciendo de Héctor en Troya y quedarme colgada de esos ojos, esos músculos, ese pelo, ese... TODO.


No comments...


Se puede estar más bueno? A mí me ponía infinitamente más que el mismísimo Brad Pitt en su papel de Aquiles.
Mi reencuentro con Bana tuvo lugar unos pocos años después, cuando interpretó al despiadado rey Enrique VIII en Las hermanas Bolena.

Uffff... ¡quién fuera Natalie Portman! :D


Pero cuando me acabó de enamorar fue en Más allá del tiempo. ¡Qué tierno! Menuda llorera me pegué con esa peli...


Mirad, mirad cómo se le agarra al cuello Rachel McAdams... ¡No sabe ésta ni nada!


En fin, que si tengo que decir cuál es el actor que más me pone, yo diría que es él. Ni Di Caprio, ni Brad Pitt, ni Robert Pattinson, ni leches. A mí, que me den a Eric Bana, y yo, tan feliz.


2. CHRISTIAN BALE




Ñom, ñom, ñom... Me gusta tanto sin barba como con perillita de varios días... Yo lo encuentro guapísisisisimo. =D


Debo confesar (y confieso), que no he visto ni American Psycho ni El maquinista -para la cual tuvo que quedarse en los mismos huesos- (pinchad aquí para ver cómo se quedó para El maquinista y cómo se recuperó para hacer Batman Begins. Aviso: da grimazo), que contienen algunas de sus interpretaciones más aclamadas por crítica y público. Pero como este top 5 no es de mis actores favoritos, sino de los actores más guapos o buenorros (para mi gusto), me ceñiré a las películas que he visto y donde aparece Bale en todo su esplendor, a saber: Batman Begins y sobre todo, El truco final (El prestigio), en un fantástico duelo interpretativo con otro actor que también aparecerá más tarde en esta lista.
Primero, que digo yo que muy feo no será el amigo Christian cuando fue escogido para encarnar a la nueva versión del superhéroe murciélago de Gotham City.
Y a las pruebas me remito:


Le sienta bien el bat-traje, ¿eh? Y yo también quiero que me rescate y me coja en sus fortachones brazos...

 Ainsss, Katie Holmes... Donde esté Christian, que se quite el enano ése de la Cienciología con el que te casaste... 


Pero, como decía, donde más me gustó fue en El truco final (El prestigio), con Hugh Jackman y Scarlett Johansson. ¡Vaya trío de guapos!


Qué guapos todos ellos...

Aunque... todo sea dicho: lo que no me mola de este chico es que, por lo que se cuenta, es bastante dado a liarla parda en los rodajes. Vamos, que a la mínima cosa que le incomoda, se le va la pinza y se desayuna con algún episodio violento. Ay, Christian, con lo guapo que eres, ¡qué lástima que te pierdan así las formas! Tómate una valeriana la próxima vez, anda.


Por cierto, tengo pendientes de ver El caballero oscuro (sobre todo, para ver la magistral -según dice la crítica unánime- interpretación del malogrado Heath Ledger como Joker), y The fighter.


3. JUDE LAW




Otro guapo donde los haya. Aunque éste sea quizá más fino, más dandy, más elegante... Más "británico" que los anteriores.
La primer vez que lo vi en pantalla fue en El talento de Mr. Ripley. ¡¡OMG!! El "niño mono" Matt Damon quedaba totalmente eclipsado por un hasta entonces desconocido (al menos para mí) pero guapísimo actor de encantadora sonrisa: Jude, el bello.




Luego reaparecería en Closer... Haciendo un papel de rompecorazones cabroncete de esos que tan bien se le dan al amigo Jude (igual que en Alfie). Con esa belleza suya tan felina, esos ojos azules, esa pinta de encantador de serpientes...


Una vez más: ¡quién fuera Natalie Portman!


Está claro que la de Jude Law es un tipo de belleza diferente a la de Eric Bana o Christian Bale. No es tan tío bueno, no es tan físico, tan corpulento ni tan sensual... Es más de rasgos finos y delicados, pero vamos, para mi gusto no está nada mal. (Aunque ya digo que prefiero a Eric Bana).


Pero, al igual que he dicho de Christian Bale... a Jude Law le falla un detalle: está demostrado que la fidelidad no es su fuerte. Parece ser que es un picaflor, como su personaje en Alfie. En fin...


4. HUGH JACKMAN 


Bueno, bueno, bueno... Creo que no hace falta ni siquiera presentación, ¿no? Yo lo veo y pienso: es EL HOMBRE. Con mayúsculas. Hugh es la virilidad y la sensualidad hechas hombre.

¡Oooohhhhhhhh!


Me gusta tanto con el pelo cortito y marcando músculo, como con la melenita moñas, como con barbita, como... De todas las formas posibles e inimaginables. Creo que me gustaría incluso vestido de El chapulín colorado
Es que no le he visto una foto en la que salga mal. Que me lo envuelvan para regalo que me lo llevo a casa ya.


Además de que no sólo es guapo, sino que me parece un gran intérprete, que se adapta perfectamente a todo tipo de registros. Lo he visto en X-Men, Van Helsing, Scoop, la ya citada El truco final (El prestigio) y Australia, y me gustó mucho en todas.
Y además... con él siempre te alegras la vista, jijiji...




5. AARON ECKHART
  


Quizá sea el menos conocido, y el "menos" guapo de todos, a primera vista. Es cierto que tiene los ojos pequeños y un poco tristones, para mi gusto... pero no sé, tiene algo. Es atractivo, y no es el típico guaperas. Me da morbillo.


La primera vez que supe de él fue en La Dalia Negra, en la que hacía de dectective ex boxeador, compartiendo cartel con otros dos guapos oficiales: Josh Hartnett y la ya citada Scarlett.
La película no me gustó nada (¡coñazo!), pero me descubrió a ese desconocido y rudo hombretón rubio de ojos azules.




Más tarde lo vi en Sin reservas, donde interpreta a un seductor y poco ortodoxo cocinero, junto a Catherine Zeta-Jones.




Catherine, ¡no seas boba y dale un achuchón!

Y ahí fue ya donde acabé rendida al encanto del pícaro Aaron. Yo creo que es el hoyuelo ése que tiene en la barbilla lo que me pone tan tontita... Los hoyuelos me pierden, jejeje... :)
*Por cierto, acabo de enterarme de que sale también en El caballero oscuro. Oyoyoyoyyyy, ¡tengo que ver esa peli, ya!


Y... nada, que éste es mi top 5 de guapos. Hoy tocaba post ligerito...
Por supuesto, no son los únicos, pero sí son los que más me gustan, por alguna razón. ¿Qué pensáis, chicas (y chicos)? ¿Compartís más o menos mis gustos... (más allá de Hugh Jackman, que ya sé que os gusta a todas, pillinas)?


¡Besos! Y feliz semana... ;)

24 de junio de 2011

Rendida a tus pies...

Creo que ninguna otra canción expresa mejor que ésta todo lo que siento por ti...
Por eso, te la regalo hoy, en el día de tu santo.
Te quiero.









*Ayssss, qué moñas estoy últimamente... ¡perdonadme!
Feliz finde :)



18 de junio de 2011

Autoestima




Hoy me gustaría hablar de mi gran asignatura pendiente: la autoestima. Es decir, la percepción y valoración que cada uno tenemos de nuestro propio yo.
Bien, como ya habréis podido comprobar a raíz de mi última entrada, desde siempre he tenido la autoestima un tanto baja. Tampoco es que esté por los suelos, pero sí que se me desinfla con relativa facilidad.

Es algo que no puedo evitar, y lucho constantemente contra ello, porque soy consciente de lo importante que es quererse a uno mismo. Está demostrado que la concepción que uno tiene de su persona es algo que se proyecta al exterior y, muy importante: a los demás. Si uno no transmite aprecio y estima hacia su persona, si transmite inseguridad, si minimiza constantemente sus virtudes y maximiza sólo los defectos, proyecta esa visión negativa de sí mismo sobre los otros, haciendo que estos también acaben teniendo una percepción pobre y negativa de su persona. (No sé si me he hecho un lío o ha quedado claro...).

Por algo se dice que si quieres que los demás te quieran, debes empezar por quererte tú. No esperes enamorar a los demás, si tú no te quieres nada, ni te gustas nada.
Pero claro, esto que en teoría es tan simple y tan lógico, llevarlo a la práctica es bastante más complicado.

Como decía, la autoestima es mi gran talón de Aquiles. En todos los tests psicológicos que me han hecho a lo largo de mi vida, ésa sería una de las conclusiones principales: tengo una concepción un tanto pobre de mí misma. Tiendo a infravalorarme y soy insegura, (una inseguridad posiblemente derivada de mi timidez).
Soy muy sensible ante la crítica negativa, pero en cambio, soy casi inmune e incluso suspicaz ante el halago. Y por supuesto, mi autoestima depende bastante de la opinión ajena. Algo terrible, porque la percepción que tengo de mí misma se tambalea o se refuerza en función de lo que otros opinan de mí.

Y, si lo analizo bien, no tengo motivos para tener la autoestima tan inestable.
Primero, y antes de que alguien (especialmente algún/a psicólogo/a) pueda empezar a hacer conjeturas, quiero decir que mis padres son dos personas encantadoras, que me han educado y criado siempre en libertad, sin mano dura ni tiranía de ningún tipo. Tampoco es que me hayan dejado hacer lo que quería en todo momento; sabían perfectamente dónde estaba el límite y jamás ejercieron violencia ni malos modos.

Afortunadamente, no he sufrido ningún tipo de maltrato físico ni psicológico durante mi infancia. Tampoco he sido víctima de bullying durante mi etapa escolar, ni posteriomente (tuve mis encontronazos con algunas personas, pero lo normal, nada traumático. Además, siempre supe defenderme y salir airosa).

Por lo demás, soy una chica sana que no ha tenido nunca problemas serios de salud. Tengo una familia que me quiere mucho y siempre me apoya. Estoy enamoradísima de un chico estupendo que me trata genial. Tengo amigos -pocos, pero buenos-.
Soy licenciada, sé idiomas, sé música. Tengo un trabajo, además directamente relacionado con mi carrera, que además, me gusta. Soy una buena profesional y una buena compañera (me lo han dicho jefes y colegas).
Mi situación económica ahora mismo no es mala; me he comprado un piso recientemente.
Soy inteligente, los que me conocen me describen como una chica simpática, divertida y encantadora (aunque cuando me enfado es para darme de comer aparte; otra asignatura pendiente...). Y, bueno, si me pongo en plan frívolo, físicamente, no estoy mal.

No soy una miss, ni una top-model, pero es que tampoco era ése mi sueño ni mi vocación. No soy alta, (1.62, estatura media), de tipo soy normalita (talla 38-40, y en H&M, la 36. Pero vamos, ése es un tallaje engañoso. En H&M, hasta Falete encontraría pantalones pitillo que le entraran). Y la gente me dice (no todos los días, obviamente) que soy guapa, y que tengo un pelo y unos ojos muy bonitos.

En ese aspecto tampoco me quejo. (Aunque como todo el mundo, tengo mis días: hay veces que me veo monísima y días en los que me pondría un AAAAARRRRGH como los de la revista Cuore).
Vamos, que dentro de la media, no estoy mal.
(Fijaos cómo seré, que al releer esto, estoy pensando: los que me lean van a pensar, "menuda creída es ésta". Es que soy lo puto peor... :( ).
Esto es algo que mi madre me recrimina siempre: "Hija, otra chica, con la mitad de cosas buenas que tú tienes, iría por ahí dando asco. Y tú en cambio, siempre vas restándote e infravalorándote". Y si lo pienso, tiene razón.
Pero claro, luego también pienso: es MI madre, qué va a decir ella, ¿no? Para una madre, sus hijos son los más listos, inteligentes y guapos del mundo mundial. (Y yo encima, soy hija única, con que...).

Pero es cierto: a menudo me resulta difícil encajar los cumplidos y piropos, (no sólo los que se refieren a mi físico, sino también los que se refieren a mi trabajo, mi intelecto o mis aptitudes). Tiendo a pensar que la persona que me lo dice está exagerando, o que me hace la pelota para conseguir algún beneficio.  ¿¿¿???

Sí, soy así de gilipollas, qué le vamos a hacer.
En vez de pensar que si esa persona me dice algo elogioso es porque lo cree de verdad, me da por buscarle los tres pies al gato y sospechar que me está haciendo la pelota para ganarse mi confianza.

Llegada a este punto debo decir que esto no es siempre así ni es tan exagerado... Con los años he ido mejorando y ganando seguridad en mí misma.
Atrás quedaron aquellos años de adolescencia, llena de inseguridades y complejos (aunque imagino que eso es algo común a casi todas las personas, ¿no? La adolescencia... ¡ESA ÉPOCA!). Pero sí tengo que reconocer que no siempre me considero merecedora de los elogios, y en cambio, sí tiendo a pensar que las críticas que me hacen son merecidas.
¿Por qué? ¿Por qué el que me halaga es seguramente un pelota y, en cambio, el que me critica es alguien súper sincero que me lo dice por mi bien? ¿Por qué no me da por pensar que el que me critica puede ser  alguien malicioso y/o envidioso que busca minar mi autoestima, ya de por sí inestable?

Pues eso mismo me pregunto yo a menudo... Pero da igual las veces que me lo repita a mí misma. Da igual que me hagan mil elogios. Basta que alguien me haga una sola crítica para que se me desmorone todo lo que había construído con gran esfuerzo. 

Hace tiempo, cuando conocía a una de esas personas que desprenden autoestima alta y seguridad en sí mismos por todos los poros de su cuerpo, solía pensar para mis adentros: "Mira éste/a, menudo/a creíd/o".
Claaaaaro, mira quién fue a hablar: la humilde, sencilla y modesta Gata...
¡MEEEEC! ERROR.
Una cosa es la modestia, la sencillez y la humildad (pero sin perder la noción de nuesta propia valía) y otra muy distinta es el complejo de inferioridad y la autoestima baja. Que es más bien de lo que yo peco a veces, cuando no tengo motivos objetivos para ello.
Y a lo mejor, si ponemos en una balanza las virtudes de esa persona que desprende tanta seguridad en sí misma, luego resulta que no es para tanto. Pero... ¿quién dice que para quererse uno mismo hay que ser súper-hiper-mega maravilloso, estupendo y perfecto?
Nadie.

He conocido a chicas que no eran grandes bellezas sacarse un partido increíble. Y ligar mucho más que la más guapa del grupo. ¿Por qué? Porque transmitían autoestima, sensualidad y seguridad en sí mismas.
He visto a gente conseguir un puesto de trabajo dejando fuera a otros candidatos que tenían más currículum o más preparación. ¿Por qué? Porque en la entrevista dejaron alucinado al entrevistador con su desparpajo y su seguridad.

Y es que basta con creer en ti, con quererte porque sí. Porque eres tú, único/a y especial. Con tus cosas buenas y menos buenas. Se trata de valorarte, de sentirte bien en tu piel. De gustarte como eres (tampoco quiere decir eso que no puedas mejorar o pulir esas cosas que no te gustan tanto de ti). Se trata de considerarte capaz y válido como el que más.

Es cierto que hay gente que se pasa de vanidosa. Hay personas excesivamente autoindulgentes, que están demasiado encantadas de haberse conocido y van por ahí avasallando a los demás. Tampoco me parece correcto.
Pero ahora mismo, para mí, las personas con un alto concepto de sí mismas son más dignas de admirar e imitar que no otras que van siempre con la cabeza gacha, como pidiendo disculpas sólo por existir. (Ojo, ¡yo no llego a ese extremo!).

Y... nada, que en ésas estoy. Repitiéndome todas estas cosas como un mantra, a ver si así consigo reforzar mi autoestima definitivamente. Yo creo que también es algo que se va consiguiendo con el paso del tiempo, según vas quemando etapas. Recuerdo que hace años me angustiaban cosas que ahora me parecen auténticas chorradas.
Aunque también es verdad que hay personas que jamás consiguen tener un alto concepto de sí mismas y otras que desde bien pequeñitas ya se consideran estupendas y maravillosas.
Creo que lo mejor es llegar a un equilibrio.

En fin... Después de esta reflexión-confesión, quería decir que ya se me ha pasado el bajón que me dio el otro día con el tema del blog. Ante todo, quiero dar las gracias a Pétalo, Piruja, un ratón, Aliena, Pérfida, Amaranta, NereaSr. Completo por vuestros consejos y palabras de ánimo.
Tenéis toda la razón: un blog es algo que se hace para uno mismo, por el mero placer de escribir y desahogarse. Y que luego, si te leen y te comentan, genial. Y si no, pues tampoco se acaba el mundo.
Lo que ocurre es que, cuando empiezas a tener seguidores, y esos seguides te comentan... es tan chulo y te da tal subidón que a veces acabas olvidándolo y entrando en una espiral competitiva, como si esto fuera una televisión que se mide por las audiencias, como muy bien dijo un ratón.

Así que nada, seguiré por aquí, con mi blog, posteando lo que me apetezca y cuando me apetezca, sin presiones. Pero eso sí, intentando no perder el hábito, aunque sea escribiendo un pensamiento, o subiendo una canción o un vídeo que me guste.
Y a partir de ahora, intentaré también no ser tan crítica y exigente conmigo misma.
Gracias de nuevo a todos lo que comentásteis y a los que me leéis con frecuencia y seguís este blog. Sois el alma de este bitácora.
¡¡¡Besos!!!


*Jodeeeerrrr, ya me ha salido otra entrada laaaaaaaaaaaarga.... :P (Prometo ser más breve en futuras entregas).

16 de junio de 2011

Auto(crítica)





Este post es un ejercicio de autocrítica.
Ayer, una lectora anónima me dejó un comentario en el que me decía que últimamente mi blog ha perdido calidad.
La verdad es que no me molestó para nada el comentario. Al revés: se lo agradezco porque sé que no lo hizo con ningún ánimo de ofender, sino para ayudarme a mejorar. Es lo que se llama una crítica constructiva.


Y ya no es que no me molestó dicha crítica, sino que ni siquiera me sorprendió.
Más bien al contrario: si lo pienso bien, lo que realmente me sorprende es que no me hayan hecho antes una crítica tan evidente, cuando es un hecho, una evidencia, que mi blog cada vez es más truño, más soso, espeso y farragoso. 
Con entradas larguísimas en las que hablo de mil cosas mal hilvanadas en vez de centrarme en un tema concreto.
Efectivamente, suscribo punto por punto el comentario de la lectora anónima: he perdido la gracia y la chispa del principio. He perdido la capacidad de redactar entradas graciosas, ingeniosas e interesantes, para perderme en entradas interminables en las que mezclo varios temas pero no cuento nada importante.


Yo soy la primera que sé que esto no va bien. Si en vez de ser la autora de este blog fuera una seguidora, pensaría lo mismo: "Jo, este blog ha perdido mucho. Cada día es más peñazo. Antes molaba más. Las entradas cada vez son más aburridas. Como no cambie a mejor, voy a dejar de leerlo, etc...".


Es verdad. Es así. Pero es que... Últimamente apenas tengo tiempo para dedicarle al blog. Y quien dice tiempo, dice ganas. Me cuesta horrores sentarme a escribir, no se me ocurren temas de los que hablar... Y si alguno se me ocurre, me faltan recursos para redactar algo con una mínima calidad. Resumiendo, que estoy otra vez sin inspiración y si ganas. :(


En fin, la realidad es ésta, debo asumirla y no darle la espalda.
El problema es que no sé muy bien cómo solucionarlo, la verdad.


A finales del año pasado atravesé una crisis similar, y estuve a punto de cerrar el blog.
En esta ocasión, lo único que tengo bastante claro es que no quisiera cerrarlo. Ya le he cogido cariño y para mí, el blog es una vía de escape necesaria, aunque en ocasiones me resulte un poco tedioso llevarlo con un mínimo de regularidad. Soy vaga e inconstante, lo reconozco.


Pero sé que si cerrara este blog, acabaría abriendo otro. Y quién sabe, a lo mejor ese nuevo blog cuajaba más; quizá, con la experiencia de este primero, conociendo ya los errores que he cometido con éste, hacía un blog cojonudo. Pero empezar de cero, con cero seguidores me da bastante pereza.


Quizá lo único que necesito es un descanso. Quizá estoy en una de esas épocas que todo blogger atraviesa de vez en cuando, en que la inspiración nos abandona, y sólo me queda esperar pacientamente a que ésta vuelva.
O quizá debería reconsiderar la temática, como me sugiere la lectora anónima del comentario. Reconducir el blog hacia una temática más definida, en vez de convertirlo en un cajón desastre en el que lo mismo hablo de política, que hago declaraciones de amor o critico a Pilar Rubio por estar tan buena y ser tan mala actriz.


No sé... Necesito buscar una salida, un camino a este blog. Pero yo misma no sé ni por dónde tirar. Es la segunda vez que me estanco con él y la verdad es que estoy ya un poco desesperada.


Así que, una vez hecha la autocrítica, una vez reconocidos algunos errores, apelo a vuestra inestimable ayuda. Y os pido vuestra opinión sincera al respecto. Me gustaría que me dijerais qué es lo que menos os gusta del blog, qué cambiaríais, qué quitaríais, que añadiríais, qué dejaríais tal y como está...
Y agradecería infinitamente algún consejo del tipo: reorienta el blog, centra la temática, haz entradas más breves, habla de tal o cual tema, etc. (Jo, me lo digo yo todo).
También agradeceré consejos sobre la apariencia del blog: si os gusta esta plantilla, si la cambiaríais por otra, si os resulta sencillo navegar por la página o si, en cambio, es un horror con tanto gadget...


Venga, os dejo que os desahoguéis a gusto... (pero tampoco os ensañéis, ¿eh? Que soy muy sensible... xD).
Ojalá entre todos encontremos la forma de devolverle la gracia, la chispa y el salero a este blog. Creo que aún no está todo perdido, ¿no?
Si esta vez no lo consigo... creo que entonces será cuestión de plantearme el cierre definitivo. Pero bueno, no adelantemos acontecimientos. ;)


Espero vuestros consejos. ¡Besos!

4 de junio de 2011

La clase de spinning



Hola, pequeñ@s mí@s... Hoy os hablaré de mi relación con los gimnasios. Y en concreto, con las clases de spinning.
Sí, la operación bikini gatuna ya está en marcha: servidora se ha apuntado a un gimnasio.
[APLAUSOS Y OVACIÓN]


Bueno, en  realidad, más que un gimnasio es el polideportivo municipal de CatsTown... o Catsville... Vamos, del pueblo donde vivo desde hace unos meses.
Antes, cuando vivía en la Big City, iba a un gimnasio súper-ossssea (años ha, entre sus "ilustres" clientes estaba el mismísimo Zaplana, cuando éste era Molt Honorable President de la Generalitat, no te digo ná y te lo digo tó). Y sí, claro que estaba chulo: tenía de todo: salas de ejercicios y de actividades con suelo de parqué, SPA, piscina cubierta y descubierta, pistas de pádel, solárium, etc.
Todo lujoso y pijísimo.


Peeeeeero... me costaba cerca de 60 euracos al mes. Oh, yeah! (Lo bueno que tenía es que me obligaba a ir, aunque sólo fuera para amortizar el gasto).
Pues bien, en el polideportivo al que voy ahora, además de que lo tengo enfrente de casa y es imposible llegar tarde (hasta para mí, que soy la impuntualidad personificada), pagamos poco más de 40 euros... Pero no individuales, sino que es un bono familiar o de pareja. O sea, que podemos ir tanto JJ como yo.  (Aunque JJ últimamente pasa bastante de ir, todo sea dicho).


Y no es el típico polideportivo municipal cutre, rancio y vetusto. Qué va... ¡Mola mil!
Además de ser muy nuevo (como mucho, hará 2 años que lo inauguraron), tiene todo lo que tenía el gimnasio súperpijo de la muerte: dos piscinas cubiertas: la olímpica y la del aguagym (el habitat natural de las abuelas con bañadores de flores), otra piscina descubierta, circuito SPA (con sauna, baño turco, ducha escocesa, etc... ¡Tengo unas ganas de probarlo!), pistas de pádel que ya quisiera el mismísmo "Ansar", y de tenis.
Y, por supuesto, sala de fitness y musculación (territorio exclusivo de los croissants), dos salas de actividades dirigidas, zonas ajardinadas,...
Todo nuevecito, limpio y genial. Y todo eso, por poco más de 20 euros cada uno al mes. No podemos pedir más. 


Bien, pues yo llevo ya un mes y pico yendo al nuevo gimnasio... Porque eso de la operación bikini no es cosa de ir dos semanas y ya está. Hay que cogerlo con tiempo y ser constante.


Al principio iba a mi bola, a la sala de fitness y musculación, en donde hacía cinta de correr, elíptica y bicicleta. Las pesas se las dejo a los croissants. (Anda que no se molan ellos mirándose en el espejo y sacando músculo).
Pero es que lo de los aparatos es taaaaaaaaaan aburrido... Me llevaba el iPod con chorrocientas canciones, pero aun así, me acababa aburriendo más que Belén Esteban en una conferencia de Eduard Punset.
Además, a mí me mola que me metan caña. Necesito a alguien que me dé con la fusta... (Bueno, tampoco es para tanto... xD).


Así que un día cogí una hoja con los horarios de las actividades dirigidas y empecé a ir a las de "chicas":  aeróbic, GAP, step, etc. 
Al principio, genial: musiquita, coreografías... Todo muy entretenido y molón. 


Entre mis compañeras, pues había un poco de todo: gente normal, que va al gimnasio a hacer un poco de ejercicio y divertirse, sin más pretensiones... Y luego están las súper divas de gimnasio.
Ya sabéis: son esas chicas monísimas y esculturales, (y creídas hasta la náusea), que nunca se equivocan en la coreografía y son muy coleguis de la monitora. Van al gimnasio a lucir tipazo, con sus tops cortitos enseñando una tripa perfectamente tonificada y sin un gramo de grasa, piercing en el ombligo, sus mallas y sus zapatillas de Nike y/o Adidas. 
Ataviadas con pendientes y pulseras de Tous y maquilladas como una puerta (que piensas: "Cómo me voy a reír cuando te pongas a sudar como una cerda y los chorretones de maquillaje empiecen a rodar mejilla abajo... ¡Muahahahahaa!". Pero ¡NO! Ellas no sudan... ¡Son como de otro planeta!). 


Bueno, pues después de varias clases de step, GAP y aeróbic, pensé que aquello ya lo tenía muy visto y que quería algo diferente. Necesitaba probar algo más heavy.
Y allí, justo enfrente de la sala de actividades la vi... ¡La discoteca con bicis estáticas! 
Es decir, la sala de spinning, de la cual veía salir a hombretones y tiarronas sudorosos y fibrados. Y yo pensaba: ¡Oooohhhhhh... Yo también quiero!
Así que un día decidí probar.


Antes de que empecéis a deshuevaros a mi costa pensando "pobre infeliz", aclararé que NO era la primera vez que hacía spinning. Ya había dado unas (pocas) clases en el gimnasio al que iba antes.
Así que, aunque estaba un poco oxidada, después de varios meses de parón, pensé que no me costaría mucho recuperar el ritmo en el nuevo gimnasio.
¡ERROR!


Así, llegué a mi primera clase de spinning en muchos meses. Entro en la sala, sigilosa cual gata, con mi botella de agua y mi toalla. (Y sin zapatillas específicas de spinning, otro craso error, y luego contaré por qué). 
Me subo en una bici que veo así por la zona media, ni muy delante ni al fondo... Para pasar desapercibida. Pero no. Enseguida, el monitor-estoy-mazo-bueno-ya-lo-sé, me ve desde su pedestal-bicicleta y grita:


MONITOR: ¿ERES NUEVA? (Su voz, amplificada por el micro, retumba en toda la sala y, si en L'Hospitalet de Llobregat aún no se habían enterado de mi presencia, ahora ya sí)


GATA: (Miro a mi alrededor. Sí, evidentemente, se dirige a mí) S-s-s-ssssí.


M.: (Deja el microcasco y se acerca a mi. Aleluya) ¿Es tu primera clase? 


G.: Aquí, sí.


M.: ¿Pero ya habías hecho spinning antes?


G.: Sí, bueno...


M.: Ok, bájate un poco el sillín, que lo tienes demasiado alto... (Efectivamente, me lo estaba clavando en todo el chichi y casi ni llegaba a los pedales. Genial. Se ve que antes de mí se había subido en esa bici el mismo Pau Gasol).


Me regulo la altura del sillín. 


M.: Vale, chica, pues hoy, poco a poco y a tu ritmo. Yo os pediré que subáis resistencia, pero tú lo que puedas, ¿eh? Y no te asustes, que aquí hay mucho nivel...


G: Vale... (Pienso que me está vacilando, porque soy la nueva. Miro a mi alrededor y no veo precisamente a Alberto Contador ni a Lance Armstrong. Es más, veo gente de todo tipo, edad y complexión física, así que pienso que ya será menos, eso del "mucho nivel").


Y empieza la clase. Los primeros 10 minutos soy la reina de la bicicleta. Ahí estoy, subida en mi bici, pedaleando al ritmo de la música, hecha una campeona. 


El monitor nos dice que aumentemos un poco la resistencia. Y yo le hago caso. No hay dolor. A este paso, voy a correr el Tour de Francia... 
¿Y esto era el "mucho nivel"? Jojojojojoooo, qué miedo tengo.... (Me río como una ilusa para mis adentros).
A mi alrededor veo a gente que ya empieza  a cansarse. Más Jojojojojooooo para mis adentros... ¡Yo estoy fenomenal!
Acaba el primer bloque de 15 minutos y apenas estoy cansada. Pequeña pausa para recuperar aliento y beber agua.


Empieza el segundo bloque. Hay que aumentar la resistencia de la bici todo lo máximo que se pueda. Y pedalear al ritmo de la música, claro.
Los primeros 2 minutos, vale. Pero... horror, poco a poco empiezo a notar que las piernas me pesan como dos bloques de hormigón armado. Es el principio del fin. 
Pero yo aún no lo sé.
Da igual, pienso, yo puedo con esto y con más. No me rendiré.


Pero la realidad es que no llevamos ni 6 minutos de este segundo bloque y ya estoy con la lengua fuera y sudando más que Falete en una sauna finlandesa. 
Arf... arf...
Miro a mi alrededor, pensando que, si yo estoy ya sin resuello, los compañeros que antes estaban cansados, a estas alturas ya deben estar al borde del colapso. Ya se sabe que mal de muchos... 
Cuál será mi sorpresa cuando veo, a través del espejo, que están todos pedaleando al mismo ritmo, como autómatas diseñados específicamente para pedalear. 
Es más, hay un señor de sesenta y tantos años, que está como una rosa... Vamos, ¡ni Induráin en sus mejores tiempos! Alucino. 


Va a ser que el monitor no es un flipado de la vida, como yo pensaba y tiene razón: aquí hay nivel. (Yo, por lo pronto, ya he desistido de seguir el ritmo). 
En esto que el monitor ruge: ¡¡¡¡SUBIMOSSSSS RRRRRRRESISTENCIA A TOPEEEEEEEEE!!!


En ese momento sólo alcanzo a pensar: Va a subir resistencia tu tía Rita la de Murcia, porque lo que es yo... Si ese bloque llega a durar 2 minutos más, creo que no lo cuento.


El segundo bloque acaba, por fin. Cojo la botella de agua con la mano temblorosa, como quien coge el Santo Grial, y empiezo a beber como si no hubiera mañana... GLOP-GLOP-GLOP-GLOP... Si pudiera, si no fuera demasiado vergonzoso, me iría ya. Pero me lo he propuesto, y voy a aguantar hasta el final. 


Una vez recuperado el aliento y repuesto las reservas hídricas, empezamos el tercer bloque. Al principio, bien... Muy parecido al primero. Intensidad media.
Veo que puedo mantener el ritmo con bastante dignidad. Yupiiiii.


En esto que llega el sprint final. O lo que es lo mismo: quitar toda la resistencia y pedalear a toda leche, como si te persiguieran Teddy Bautista y Ramoncín por haberte bajado el último disco de Lady Gaga.


Y es en ese momento, cuando mis piernas pedalean a una velocidad casi frenética y estoy ya a punto de alcanzar el Nirvana... Es entonces, digo, cuando mi pie derecho tiene la jodida ocurrencia de salirse de la correa de sujeción del pedal. (Lo cual se evitaría usando unas zapatillas específicas de spinning, que tienen unos tacos que se falcan a presión en el pedal). 
Imaginaos la escena: el pie derecho suelto, mientras el izquierdo, atrapado en el pedal, va a toda hostia por la inercia, en un bucle infinito y mortal. ¡Y a ver cómo paras eso!
Intento desesperadamente desasir mi pie de ese vórtice frenético, pero es imposible. Sólo me queda pedalear con una pierna y esperar a que aquello empiece a perder velocidad, (por la inercia también) hasta pararse y así, poder sacar el pie de la trampa infernal. 


Y... sí, a estas alturas, toda la clase se ha dado cuenta de mi incidente con la sujeción del pie al pedal. Pérdida absoluta de dignidad sobre una bici estática. 


En fin, que entre unas cosas y otras, cuando me quise dar cuenta, estábamos ya haciendo los estiramientos del final. ¡ALELUYAAAAA! 
Había sobrevivido a mi primera clase de spinning en mucho tiempo
¿Habrá una segunda? Sí... pero antes me tendré que comprar unas zapatillas de spinning.


Con todo... En esa clase aprendí dos lecciones importantes que os quiero transmitir:


1. No os dejéis llevar por las apariencias. Si un monitor os dice que un grupo tiene nivel o que algo tiene dificultad, es así. Punto.


2. Nunca, repito, NUNCA practiquéis spinning sin zapatillas de spinning


Briconsejo de Gata. ;)


Y hasta aquí, el capítulo de hoy.





HELLO!

Todo lo que leerás aquí es contenido propio. Si en algún momento hago referencia a algún escrito ajeno, citaré siempre la autoría.
Las imágenes que aparecen en el blog son tomadas de Internet. No obstante, si consideras que alguna no debería estar aquí, sólo tienes que hacérmelo saber y la retiraré al instante.
No acepto solicitudes de intercambio de enlaces. En mi opinión, enlazar un blog es algo totalmente voluntario y desinteresado. Bienvenid@ y gracias por pasar por aquí. :)