22 de septiembre de 2013

Happy birthday, R!


Hoy cumple años una persona especial.

Especial por ella misma, que lo es. Y especial por la forma en que llegó a mí.

R. y yo nos conocimos hace cosa de dos años en este apasionante y vasto mundo de la Blogocosa.
Y me diréis que tampoco es eso nada especial en los tiempos que corren. Que conocerse a través de Internet, de los blogs, de las redes sociales etc., está a la orden del día. De hecho, se ha convertido en algo muy habitual.
Y es cierto. Pero aun así, a mí me sigue pareciendo mágico y alucinante todo este mundillo que te permite entablar contacto e incluso amistad con gente que, de otra manera, seguramente no conocerías jamás.

Fue un poco lo típico: ella llegó a mi blog a través de un comentario que yo había dejado en otro blog que ambas seguimos. Se ve que le hizo gracia, o no sé... Pero así fue.
En aquella época, ella escribía un blog con un contenido más bien profesional. Era un blog chulo, muy bien escrito, muy trabajado; con una temática interesante que mezclaba literatura, cine,... Un blog cultureta, vaya.

El hecho de ser un blog de tipo profesional impedía a la autora exponerse demasiado o contar cosas personales. R. hablaba de libros, de pelis, proponía acertijos...
Pero los que la seguíamos, desconocíamos casi por completo a la persona que había detrás de aquellas letras. Así que con el tiempo, y tras mucho meditarlo y sopesarlo, acabó abriéndose un blog suyo al 100%, más personal e íntimo, donde poder ser ella misma y darse mejor a conocer.

Aun así, llegar a ella no fue  fácil. En realidad, llegar a ella no ES fácil.
Llegar a conocerla bien, cuesta. Requiere tiempo y dedicación. A veces, incluso paciencia.
Tienes que poner de tu parte y no dejarte llevar por primeras impresiones erróneas.

R. no se da a las primeras de cambio. Es muy reservada en ese aspecto.
Sé (y ella también lo sabe) que a mucha gente esa actitud un tanto "cerrada" le exaspera.
Yo, personalmente, creo que hay que respetarlo. Cada uno pone el límite donde quiere, faltaría más.
Y no significa que esa persona sea fría, insensible, poco afectuosa o desconfiada en exceso.
Simplemente, hay personas más celosas de su intimidad.
Sea por timidez, sea por miedo a sufrir una decepción, sea por la razón que sea.
Creo que hay que respetarlo. Del mismo modo que hay que respetar al que exhibe su intimidad sin pudor, porque así lo desea.

Eso sí: si tú te preocupas por conocerla, por llegar a ella, por respetarla, entenderla y apreciarla como ella es, (a mí me costó alguna que otra discusión, malentendido y zas en toda la boca), a cambio, ella te entrega su total y absoluta lealtad. Te demuestra ser una persona con un corazón enorme, y una sensibilidad difícil de encontrar en la mayoría de la gente.


Volviendo a la historia... A R. la conocí primero a través del 2.0, como he dicho, y al tiempo, tuvo lugar la desvirtualización.
Fui yo la que propuso conocernos en persona, así, como quien no quiere la cosa; aprovechando un viaje a la ciudad donde ella vive (y donde yo tengo familiares muy cercanos).
Sabía que ella no estaba muy por la labor, debido a su forma de ser.
(Seguro que se está sonriendo ahora mismo y pensando: "eres una cabrona...").
¡¡Se siente!! xD

De hecho, yo estaba convencida de que iba a decir que ni de coña, que mejor en otra ocasión. (Como el  típico: a ver si un día de estos te llamo y quedamos. Y ese día no llega nunca, claro).

Sin embargo, contra todo pronóstico, y a pesar de  las reservas iniciales que ese encuentro le generaba, R. dijo: Sí. ¿Por qué no? Puede ser divertido.

Así que, allí me encontraba yo, en el metro de Madrid, una calurosísisma tarde de julio, dirección Callao.
Concretamente, habíamos quedado en la FNAC. Pensamos en ese lugar porque, como hay libros y mil cosas chachis, si la conversación no era muy fluida, al menos tendríamos con qué distraer la atención.

Llego a Callao, y me pongo a buscar la dichosa FNAC. A buscarla. Porque claro, como es "pequeñita" y "no se ve"...
Y yo, cual cateta sacada de una peli de Paco Martínez Soria en La ciudad no es para mí, sin encontrarla. Venga dar vueltas por Callao, entre transeúntes, malabararistas, titiriteros y demás. ¿Dónde c*** estaba la FNAC?

-Inciso: yo esperaba encontrarme una tienda situada  en un edificio bajito, como la de mi ciudad. Y no imaginaba que aquel enorme rascacielos anaranjado, podía albergar la FNAC.

Sí, soy de pueblo. Qué pasa.
No encontraba la puñetera FNAC. Y la tenía en mis propias narices.

Al lío.
Yo ya estaba en Callao, y ella, según me decía por whatsapp, también. Y yo pensaba: Seguro que ya me ha visto, y que está agazapada en algún rincón, entre el gentío, los malabaristas, los perroflautillas, etc, descojonándose viva al verme como un pato mareado dando vueltas por la plaza.

Y seguro que así fue. xD
Porque de repente, veo a una chica rubia dirigiendose hacia mí como una exhalación. En seguida la reconocí (ya la conocía de fotos).

Mis primeras palabras fueron algo así como un: Hola, ¿qué tal? Por cierto... ¿DÓNDE ESTÁ LA FNAC? (parece que era eso lo único que me importaba en aquel momento).
Y ella, sin inmutarse, señala con el dedo hacia arriba.
Alzo la vista y veo el letrero gigante...



  ZASCA!
 Qué paleta soy. Empezamos bien.



 ¡¡SOY DE PUEBLO!!
Bueno...
Huyendo del calor, nos metimos en la FNAC. Echamos una ojeada a las novedades literarias, vimos cosas interesantes y nos pusimos a rajar de las 50 Sombras de Grey, sin podernos explicar cómo era posible que un bodrio tan mal escrito pudiera estar causando tanta sensación. La gente está loca...

Debo decir que, en un prinicpio, R. me pareció en un principio un poco... brusca. Y sobre todo, del rollo de  "voy sobrada, soy estupendérrima, and I know it".
(Recuerdo pensar para mis adentros: Joer, sí que es madrileña, sí). Por lo de chula.

Pero, como anteriomente, en el 2.0, decidí dejarla hablar, dejarla expresarse y mostrarse como era, poco a poco, sin prisas y sin caer en juicios erróneos por precipitados.

Salimos de FNAC y enfilamos la preciosa y emblemática Gran Vía madrileña para acabar resguardándonos en un Vips, con aire acondicionado y una Coca-Cola con hielo.

Creo que fue a partir de ese momento cuando ya empezamos a hablar de verdad. A conocernos y a reconocernos. Empezamos a ser nosotras mismas.

Hablamos de muchas cosas.
Por supuesto, del mundo 2.0. De los blogs. De cómo habíamos empezado en esto de la Blogocosa. De nuestra vida cotidiana. De nuestra familia. Del trabajo...
Y charlando de unas cosas y otras, el tiempo se pasó volando, sin darnos cuenta. De esto que te quedas pegada al ski de la butaca del Vips y ya empiezas a tener miedo de ser abducida y no poder despegarte nunca más. (Que por cierto: qué forma tan horrible de morir: pegada a una butaca del Vips...).

Reconocí en aquella persona a la que había conocido a través del blog, y con la que había hablado por teléfono, email y whatsapp. Sólo que ahora en tres dimensiones.
Así pude entender mejor su forma de ser, y descubrí que la mayoría de las veces está bromeando, por el puro placer de jugar, porque ella es así, muy irónica (pero no sarcástica, que no hay maldad en ella).

Como digo, se nos pasó la tarde en un suspiro. Se puede decir que conectamos.
Así que, me despedí de ella en el Metro con la certeza de haber hecho una nueva amiga. Pero no cualquier amiga, sino una de éstas que, si necesitas hablar porque estás de bajón, si necesitas consejo o ayuda, ella lo deja todo, sea lo que sea que esté haciendo, para escucharte. Una amiga con la que pudes contar, sí o sí.

R. es una persona muy interesante y culta. Es divertida. Muy sincera y honesta. ¡A veces, demasiado!
Es vulnerable, aunque aparente una gran fortaleza y seguridad en sí misma. Es tierna, aunque a priori parezca algo dura.

R. es mi amiga. La 2.0. La madrileña. La del blog de la sonrisa misteriosa. La "editora", como la llamo cuando le hablo a JJ de ella. La que con su nick te pide que seas amable, gracias.

Hoy cumple años y quiero felicitarla desde este rinconcito que ella lee de manera habitual. Y quiero que sepa que, aunque no estoy cerca, aunque de vez en cuando desaparezco del mapa y no doy señales de vida, aunque siempre voy de culo con el trabajo y no tengo tiempo para casi nada, aunque a veces soy algo desapegada (shame on me)... puede contar conmigo para lo que sea. Sólo tiene que darme un toque.

HAPPY BIRTHDAY, R.!
Un beso.




18 de agosto de 2013

Treinta y dos


Hello a todos/as.

Si estáis leyendo estas líneas, es porque esta entrada ha sido programada. STOP. 
En estos momentos, (si todo ha salido bien) me encuentro a unos 1.800 km de casa. STOP.

Y si todo sigue según lo planeado, mañana estaré ya de vuelta en casa.
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¿Y por qué programar una entrada para hoy si mañana ya estoy por allí?
-Es tontería-, pensaréis.

Pues no... Porque tal día como hoy, (y no como mañana), pero de hace unos cuantos años, la que aquí escribe decidió venir a este mundo y empezar a dar guerra.

Hoy, 18 de agosto, soplo una velita más, y ya van... Oh mai Got!!

Treinta y dos. 32 castañas pilongas.

Y aunque no sea una cifra muy redonda, (bueno, según se mire, pero ya me entendéis), me apetecía escribir algo sobre tan señalado día (al menos para mí).
Así le doy también algo de vidilla al blog, que lo tengo últimamente de un abandonado que no puede ser.

El caso es que estuve dándole vueltas y más vueltas al post y a cómo enfocarlo para que fuera algo original, pero como estoy en crisis creativa profunda, al final opté por recurrir a ideas prestadas. (Sí, soy lo peor, lo sé).
Y recurrir concretamente a un tipo de "entrada remember" que ya había visto en otros blogs y que me mola mucho. Por ejemplo, aquí, aquí y aquí .
Hacía tiempo que quería escribir algo así, y creo que ésta es la ocasión perfecta.

Así pues, sin más, os invito a subir a la Máquina del Tiempo, y recorrer a mi lado, si así lo queréis, lo que han sido, en líneas generales, estos 32 años...

¡¡¡Allá vamos!!!

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2013 -  Año complicado en el trabajo tras un ERE, a pesar de no estar entre los despedidos. Nuevas perspectivas laborales que de momento, no acaban de cuajar. Planes de futuro en el horizonte. El segundo hijo de E. nace justo el día que JJ y yo hacemos 5 años juntos.
Celebro mi 32 cumpleaños a 1.800 km de casa... concretamente, ¡en Londres!

2012 - Totamente adaptada a mi vida aquí. Por fin, me saco el título de Lengua Rusa. En el trabajo, seguimos con la amenaza del despido masivo.
Segundo viaje a París con JJ. De nuevo, inolvidable. Decidimos que París es nuestra ciudad.
En invierno, adoptamos a otro peludo: el conejo Pluto (llevaba ya el nombre de serie y no se lo cambiamos).
E. me dice que va a ser madre de nuevo.
Unos días antes de Navidad, se producen los despidos en el trabajo. Por suerte, JJ y yo no estamos entre los afectados. Extraña y agridulce sensación con la que acabamos el año. 

2011 - Empiezo el año de mudanza y mirando muebles. Todo es nuevo. En contra de lo que creía, me adapto enseguida a mi nueva vida.
Lola se convierte en mi amor peludo.
En verano, viaje a Praga y Budapest. Praga no me mola demasiado, Budapest me fascina.
Muere Quico. (Está visto que los hámsters me duran poco).
Cumplo los 30 y me entra una pequeña crisis.
Los amigos de JJ se convierten definitivamente en mis amigos; por contra, me distancio un poco de mis amigas. Cenas con colegas, timbas de póker y bodorrios varios. 

2010 -  En febrero, empiezo este blog. JJ me regala un hámster al que llamo Quico, un poco como recuerdo al que ya tuve de adolescente. Mal año en el trabajo, donde se empieza a hablar ya de un posible ERE.
En verano, nace el hijo de E. Celebro el gol de Iniesta en la final del Mundial con JJ y sus padres en el  apartamento de la playa. Viaje regulero a Turquía.
En otoño, me quitan los brackets y empiezo a trabajar en el turno de fin de semana.
La conejita Lola llega a mi vida justo el mismo fin de semana que muere Abuela Paterna.
Unos días antes de Navidad, JJ y yo dejamos el piso de alquiler para mudarnos a otro que hemos comprado y donde vivimos actualmente.

2009 - Sigo feliz como una perdiz. En mayo, me voy a vivir con JJ a un bonito piso de alquiler. En julio, viaje juntos a Roma. En agosto, muere mi amiga Me de repente. Paso varios meses entre la incredulidad y la profunda tristeza.
Acaba el año con una buena noticia: mi amiga E. y su marido serán padres el año siguiente.

2008 - Un buen año. Se me acaba el contrato de prácticas en la radio, y me renuevan ya como plantilla. Llego a casa con lágrimas en los ojos de la emoción.
Encuentros varios con JJ.
Último viaje con C. a Tenerife. La última noche, discutimos por enésima vez. Ya no puedo más. En la terraza del hotel, mirando al mar, lloro desconsoladamente. Me siento ridícula y absurda y me digo que esto tiene que acabar. Al volver, lo dejo con C.
Él intenta varias veces que volvamos, pero le digo que somos incompatibles y que ya no estoy enamorada de él. Sufro mucho y me siento un monstruo de crueldad.
En julio, después de marear ambos la perdiz, empiezo a salir con JJ.
Por primera vez en muchos años, me siento realmente feliz con mi vida. Retomo las clases de ruso, después de un paréntesis de años. En otoño, viaje con JJ a Toledo y Granada, y en diciembre, por fin, a París.

2007 - Año intenso. Sigo en el nuevo trabajo: mi compañera en esa oficina es una tipa amargada y bipolar que a menudo me hace la vida imposible y me trata como a una inútil. Empiezo a plantearme que no puedo seguir así y que debo buscar otro trabajo. Mi relación con C. sigue regular tirando a mal. Discusiones absurdas por casi todo y casi todo el tiempo.
M. Me y yo organizamos la despedida de soltera de E. Eso hace que Me y yo acerquemos posturas y hagamos las paces. Dejamos atrás viejos rencores y volvemos a ser amigas. Aun así, en 5 años, las cosas han cambiado mucho y ya nada será igual
En abril, se casa E. Día increíble. 
Cuando menos lo espero y más harta estoy de mi trabajo y mi compañera, me llaman de la bolsa de trabajo de la radio. Ha habido una vacante para un año y me la ofrecen. Acepto de cabeza.
En verano, viaje a Carcassonne y sur de Francia con C. Será uno de los últimos. Me compro el coche y me ponen brackets en los dientes (¡otra vez aparato!).
En diciembre, encuentro con JJ.

2006 - E. nos anuncia que se casa al año siguiente. Salen las oposiciones en mayo, me examino y apruebo, pero quedo en bolsa, al no tener puntos de experiencia.
Me presento a unas pruebas de acceso para hacer prácticas profesionales en la radiotelevisión autonómica donde estuve de becaria en 2004. Las paso, pero una vez más, quedo en la bolsa. Me desilusiono totalmente.
En verano, viaje por el Norte de Italia y Suiza con C.
En septiembre, la madre de E. muere de cáncer. 
En noviembre, cambio de trabajo, también de administrativa, pero ahora a jornada completa. Muere mi gato. Acabo el año muy triste y sintiéndome un fracaso total..

2005 - Año de transición, sin mucho que destacar. Sigo trabajando en lo mismo y estudiando las oposiciones. Empiezo a temer que nunca podré currar de periodista.
C. decide comprarse una casa por su cuenta y riesgo, situada en PuebloLejanoYSolitario. No me mola nada el tema y eso es motivo de nuevos conflictos. En verano, viaje aburrido por Catalunya.

2004 - Hago varios viajes por España con C.: Alicante, Murcia, Zaragoza, Cuenca...
Me ofrecen unas prácticas de redactora en la televisión autonómica de marzo a julio.
Mi primer día de trabajo es, tristemente, el 11-M.
En verano, viaje a Andorra con C. Tres días después de mi 23 cumpleaños, muere Abuelo Paterno tras luchar varios años contra un cáncer.
Ese otoño pierdo muchos kilos y empiezo a trabajar como auxiliar administrativa a media jornada, mientras me preparo unas oposiciones, por si el tema del periodismo no cuaja. Primeros conflictos con C.

2003 - Decido centrarme en la carrera, y dejar de salir y de desfasar. Consecuentemente, dejo de ser fumadora social. Mis pulmones todavía me lo están agradeciendo.
Vuelvo a ser modosita y aburrida. Después de varias decepciones amorosas, decido que quiero un novio normal y formal como E. Paso de rolletes de una noche.
Cruzarme por la facultad con Me resulta bastante violento. Fiesta de graduación y orla.
Acabo la carrera y empiezo a salir con C. En verano, hago prácticas en una tele local. Escapada a Morella con C. Unos días antes de Navidad, me saco el carnet de conducir. 

2002 - E. se echa novio (el que luego será su marido) y M. e I. se van de Erasmus. Me y yo nos quedamos un tanto solas y eso nos une más. Nos hacemos súper amigas. Salimos casi todos los fines de semana de fiesta con la idea de conocer al hombre de nuestras vidas, pero sólo pillamos guiris, salidos y borrachos. Empiezo a estudiar ruso y en abril me voy un mes a Moscú con los de Filología. Paso mucho frío, pero es uno de los mejores viajes de mi vida.
En verano, Me y yo nos vamos de campamento a Toledo con la idea de cambiar de aires, dejar la gran ciudad y hacer nuevas  amistades.
Dos noches antes de volver, acabamos discutiendo acaloradamente y montamos un numerazo dramaqueenesco delante de los demás. Después de esa noche, ya nada será igual. No nos hablaremos en los próximos 5 años.

2001 - Segundo de carrera. Estudio mucho pero también salgo mucho de fiesta. Sigo fiumando a escondidas: no me gusta nada, me sienta fatal y sé que es malo, pero no lo puedo dejar porque creo que "así molo más y ligo más".
En verano, viaje a Murcia con amigos y romance tórrido con el murciano guapérrimo. Justo el día que voy a matricularme de tercero de carrera, veo caer las Torres Gemelas de Nueva York.

2000 - En la facultad conozco a las que serán mis mejores amigas: E, M y Me. En Pascua me voy de camping a Benidorm con las amigas del instituto y me lío con un madrileño en su tienda de campaña. Empiezo a fumar de manera ocasional cuando salgo de fiesta con I.
En verano, viaje con Madre por Italia.

1999 - Año duro. Hago COU. Me paso todo el curso obsesionada con la Selectividad. Estudio como una posesa para sacar una buena nota media.
Viaje con el instituto a Granada, Sevilla y Córdoba. Conozco a amiga I.
Acabo el Bachiller con Matrícula de Honor y saco un 7,60 en Selectividad. Elijo hacer la carrera de Comunicación Audiovisual, en contra del deseo de Padre de que estudie Filología. Madre me apoya incondicionalmente. Decido que es la mejor del mundo mundial.
La primera vez que piso la facultad para matricularme, me siento súper mayor.
En verano, muere Abuelo Materno. Lloro mucho. Por primera vez en mi vida, sé lo que es perder a un ser querido.
Definitivamente, ya no quiero ir ningún verano más al pueblo.

1998 - Madre me cambia del colegio al instituto. Aleluya. El ambiente en el instituto es mucho más divertido y desenfadado que la seriedad con aroma a naftalina del colegio de curas. Elijo letras puras para perder de vista definitivamente las matemáticas (error).
Para mi sorpresa, entro en un grupo de chicas bastante populares, con las que lo paso genial. Me siento como Sandy y las Pink Ladies, en Grease. Primer amor que al final no queda en casi nada. Gran decepción.
Empiezo a maquillarme con cosas que le cojo a Madre.
En verano, viaje con Padre y Madre a Portugal, con motivo de la Expo de Lisboa. Esta vez, sí. 

1997 - Curso 2º de BUP en el colegio de curas, y cada vez estoy más a disgusto. Aparco las gafas, me pongo lentillas, pierdo unos kilos y cambio mi forma de vestir: de camisas de cuadros y camisetas anchotas a ropa más femenina.
Mi imagen mejora bastante y me doy cuenta de que no soy ningún monstruito. Dejo de ser invisible a los ojos de los chicos. Eso hace subir mi autoestima y me vuelvo un poco tontita.
En primavera, Ada tiene dos gatitos. Uno se lo doy a una amiga de Madre, y al otro me lo quedo. Será mi segundo amor gatuno.
Ese verano me niego a ir al pueblo. Me quedo en Valencia y no lo paso tan mal como creía a priori.

1996 - Empiezo BUP en un colegio de curas ultrapijo que no me gusta nada. María también va al mismo, pero entre que ya estábamos algo distanciadas del año anterior y que nos toca en clases separadas, nos distanciamos definitivamente. Saco buenas notas, excepto en matemáticas.
Me siento patito feo total, y el chico que me mola no me hace ni caso.
Ese verano en el pueblo, mis amigas de siempre quieren ir de guays y se juntan con un grupo de chicos mayores que van en moto y fuman porros. Decido que no me mola el plan. Me dan de lado, me quedo sola y paso el peor verano de mi vida. Por suerte, tengo la maravillosa biblioteca de Abuelo Materno. Me refugio en los libros.

1995 - Viaje de fin de EGB a Galicia. Los pelos como escarpias al pisar la Plaza del Obradoiro.
María y yo nos distanciamos y dejamos de ser "las mejores amigas".
Gano una mountain-bike en un concurso de dibujo.
Acabo el cole con muy buenas notas y mis padres, como premio, me regalan un gato. En realidad, una gatita. La llamo Ada y será mi gran amor gatuno. Ese verano, poco antes de cumplir los 14, me baja la regla.

1994 - Tengo 12 años (para 13) y curso 7º de EGB.
Me crecen las tetas de golpe y me da mucha vergüenza... al principio. Ese verano, me voy un mes de campamento con otros preadolescentes insufribles, y luego dos semanas con mis padres a un apartamento a la playa de San Juan, en Alicante. Me aburro mucho. Estoy en la edad del pavo y soy una adolescente bastante retraída y un saco de inseguridades.
Para rematar, una noche Tico decide escapar de la jaula y cae por un hueco de la celosía con un desenlace, obviamente, fatal. 

1993 - Padre va algo mejor de lo suyo, y Abuelo Materno empieza la rehabilitación, aunque nunca conseguirá volver a ser autónomo. Necesita a Abuela para TODO.
Me quitan el aparato, ¡aleluya! Viaje con el cole a Madrid. Es la primera vez y me fascina.
Padre me apunta a clases de solfeo y piano. Esto ya me gusta más, hasta el punto de que la música será una de mis pasiones.
Verano aburrido y muy triste en el pueblo, con Abuelo Materno enfermo. Me doy cuenta de que ya nada será igual.
El cobaya Jinks muere de viejecillo y Padre, para animarme, me regala un hámster adorable al que llamo Tico como el roedor andaluz de La vuelta al mundo en 80 días.

1992 - Annus horribilis para mi familia.
Mis padres planean que vayamos a la Expo de Sevilla en verano, pero Padre tiene unos problemillas de salud y cae en profunda depresión. Yo tengo 10 años y no entiendo nada. No sé por qué esta tan triste. Le dan tratamiento y terapia. Se suspende el viaje a la Expo.
Verano en el pueblo con Abuelos Maternos. Veo por la tele el sprint de Fermín Cacho en Barcelona.
En noviembre, Abuelo Materno sufre un infarto cerebral y casi muere. Sobrevive, pero le quedan muchas secuelas de las que no se recuperará nunca.
Madre está muy triste porque siempre ha estado muy unida a él. Una noche, la veo llorar. Yo sigo sin entender nada de lo que sucede, pero albergo la esperanza de que al final todo se arreglará.

1991 - Añadimos a las gafas el aparato en los dientes, que llevaré durante dos años. Coñazo.
Madre me apunta a clases de ballet en una academia a la que van niñas repipis con tutús rosas. No me gusta nada.
Como cada año, paso el verano con Abuelos Maternos en el pueblo. Abuelo me enseña a jugar al ajedrez, y se inventa cuentos de lobos-que-pretenden-ser-malvados-pero-que-en-el-fondo-son-muy-estúpidos-y-todo-les-sale-mal (al estilo del Coyote Warner), con los que me hace reír muchísimo. Abuela Materna me enseña intenta enseñarme a hacer punto; con ella veo "el Parte" (el Telediario) y "la novela" Cristal.
Hago varios amiguitos, entre ellos, un niño de Cádiz que me dice que le gusto. Me asusto y salgo corriendo.
A finales de agosto voy con Madre y Padre a Pueblodel Sur, a ver a Abuelos Paternos y familia.

1990 - Tomo la Comunión el 3 de junio, con María y otros compañeros de clase. Lo recuerdo como un día feliz. Me regalan varias cosas, como un reloj FlickFlack, una mochila y la película de Mary Poppins en VHS. La veo tantas veces que me acabo aprendiendo los diálogos de memoria.
Mis padres pintan mi habitación de color salmón, me compran una cama nueva más grande y una mesa de estudio. Ya no quiero un perro; ahora quiero un gato, pero hasta tenerlo, aún tendré que esperar unos años.

1989 - Empiezo 3º de EGB. Soy una niña aplicada y tengo bastantes amigas en el cole. Pero María sigue siendo mi mejor amiga.
Se me va pasando el tema del hermano. Ahora quiero un perrito. (Aquí sí fue que mis padres no quisieron y punto).
En Fallas, paso la varicela. Anyway, mi madre me viste de fallera y voy llena de granos, pero más feliz que una perdiz.
Empiezo a ir a catequesis, porque al año siguiente tomo la Comunión. Tan en serio me lo tomo, que decido que quiero ser santa. Como Santa Teresita de Jesús. Todo muy absurdo. (Por suerte, también se me pasa).

1988 - Quiero tener un hermanito. Quiero tener un hermanito. Quiero tener un hermanito... Es la frase que repito como un mantra en esa época. Efectivamente, quiero un hermano, pero los Reyes no me lo traen. A lo mejor es porque no soy suficientemente buena, pienso.
Esperaré a ese hermano durante algún año más, pero no llegará nunca. La vida es así. (Como ya dije antes, mis padres quisieron tener otro hijo, pero no pudieron).
Padre me compra un conejillo de Indias en la Plaza Redonda. Le llamo Jinks, como el gato de Pixie y Dixie. Lo adoro, pero me da mucha alergia y apenas lo puedo coger sin que me dé un chungo.
Aprendo a nadar (más o menos) y me borran de natación. Yupi! 

1987 - Empiezo 1º de Primaria. Sigo leyendo mucho, en clase y en casa. Devoro la serie azul de El Barco de Vapor. Por contra, las matemáticas me aburren. Me sigue gustando mucho dibujar, pero sigo siendo pésima con todo lo que sea recortar, pegar y modelar.
Un día, la seño me pilla achinando los ojos para ver la pizarra. Madre me lleva al oculista, y efectivamente, soy miope cual gato de escayola, como el 80% de mi familia. Me ponen gafas. Son rojas y de pasta.
En un primer momento, me parece que molan mil. (Con el tiempo me daré cuenta de que no molan nada de nada).
Los Reyes me traen la noria de las Barriguitas, unos Lego y una muñeca parlante. Flipo.
Me apuntan a natación y me paso las clases de palique con otros niños, agarrada al bordillo.
Madre me lleva por primera vez al cine. Vemos El libro de la selva, de Disney. Alucino.

1986 - Segundo de Preescolar. La monja que nos da clase llama a Madre preguntándole si me han enseñado a leer, que ya leo sola. Madre flipa, Padre más. En realidad, no me han enseñado, (entendiendo enseñar como sentarse a mi lado y decirme "la M con A, MA..."), pero, amantes de la lectura como son, me han estado regalando tebeos y cuentos que "devoro", aunque al principio no sea capaz de descifrar lo que pone en el texto. Sea como fuere, sola o acompañada, aprendo a leer muy rápido y casi sin ayuda.
Por las tardes, después del cole, tomo la merienda mientras veo Barrio Sésamo ( :_) ) y El Planeta Imaginario (no entiendo casi y me da miedo). Los sábados veo La Bola de Cristal. Tampoco entiendo algunas cosas, pero me flipan los Electroduendes.

1985 - Empiezo Preescolar en el cole de las monjas. María también viene a mi misma clase y ya nos hacemos inseparables para los próximos 10 años. En clase aprendemos muchas cosas nuevas que me fascinan. Eso sí, las manualidades se me dan como el c*lo. Pero me encanta dibujar.
Padre y Madre intentan tener otro hijo y darme así un hermanito.
Ese es el primer verano que me dejan en el pueblo al cuidado de Abuelos Maternos. No quiero quedarme, y berreo como una Magdalena, mientras veo cómo se alejan con el coche.

1984 - Empiezo a ir a la guardería. Soy una niña bastante hiperactiva. En la hora de la siesta nunca tengo sueño, me aburro mucho y me dedico a putear despertar a los demás niños. (Tardaré muchos años en descubrir y apreciar el gran placer de una buena siesta).
En la guardería conozco a María, la que será mi "muy mejor amiga" durante la infancia y toda la etapa escolar.
El único "recuerdo" que tengo de ese año es en realidad una foto que hay en casa de mis padres. Es Navidad, y aparezco junto a otros 10 niños representando un Belén viviente. Yo quería ir de angelito, pero me toca de pastorcilla. Sobs.

1983 - Hablo por los codos, no callo ni bajo el agua y soy muy cansina. Me vuelven loca los columpios, los toboganes, la piscina y los juegos de formas y colores.
una tarde, estando al cuidado de Abuelos Paternos, me caigo de una mecedora y me hago una pequeña brecha en la frente.
Como tiendo a torcer un pie hacia adentro, me ponen botitas ortopédicas (el primer gadget "corrector" de los varios que llevaré a lo largo de mi vida). Padre y Madre compran un piso en la ciudad y nos mudamos.

1982 - En apenas un año, he hecho una metamorfosis alucinante. De pequeño monstruito llorón e histérico a  bebé adorable, risueño y tragón. Vivimos en un piso alquilado en PuebloPeriférico. Abuelos Paternos me cuidan por las tardes. Ya se intuye que seré zurda porque al empezar a dar los primeros pasos me agarro a las patas de las sillas siempre con la izquierda para no caer.

1981 - (Allá por el Pleistoceno...) Nazco en una clínica de Valencia, adelantándome tres semanas a lo previsto y pillando a todo el mundo por sorpresa. Sobre todo a Madre, que no tiene tiempo de hacerse la cera y se pone de parto "con  las piernas llenas de pelos" (según ella). Para compensar, le doy un parto muy fácil y rápido. Peso 2,800.
Me ponen un pijama azul y me llevan al nido. Un señor (otro padre), al verme dice "qué niño tan guapo". Padre mío (henchido de orgullo cual pavo) contesta: "claro, es que es una niña".
Desde el minuto 1 me niego a tomar el pecho, para desesperación y frustración de Madre. Soy un bebé inapetente y llorón hasta la exasperación.


 

15 de julio de 2013

V


Hoy hace cinco años que empezó todo. TODO.
Hoy hace 60 meses; 1826 días. (Que lo he calculado y todo, teniendo en cuenta que el año pasado fue bisiesto. Friki que es una...).

Pero vamos a lo realmente importante.
Hoy justo hace cinco años decidí apostar fuerte a una carta. A TU carta.
Lanzarme al vacío sin paracaídas. Romper con todo lo anterior.


Y mira que, hasta ese momento, siempre había pensado que eso del amor verdadero, para toda la vida, las mariposas en el estómago, el flechazo que te pellizca el corazón, el tren que pasa sólo una vez en la vida y que has de coger sin pensarlo, etc., no eran más que bobadas de comedia romántica de Hollywood.
Pero yo no soy Sandra Bullock ni Julia Roberts.

Siempre pensé que esas cosas no pasan en la vida real. Que nos están vetadas a las personas reales. De a pie. Si acaso, les pasan sólo a unos pocos afortunados.
Claro, no es fácil creer en lo que no se ha conocido.
Y así vivía yo. Quemando días, años, ilusiones; en una espiral de rutina que me ahogaba; en un laberinto de excusas y autoengaños del que yo misma no sabía salir.

...Pero entonces, llegaste tú. Entraste en escena y lo llenaste todo con tu luz.
Y tuve miedo, no creas. Eras demasiado bueno, a priori.
Me resistía a dejarme cegar por esa luz. A dejarme enredar en algo que no sabía a ciencia cierta hacia dónde me llevaría.
Porque, a pesar de todo, vivía cómoda en aquella rutina gris. Cómoda, o más bien acomodada.

Y así, acomodada, apoltronada en aquella historia sin sentido, me resistía a salir de lo que hasta ese momento había sido mi día a día.
Siempre he tenido miedo al fracaso. Y en aquella ocasión, también temí equivocarme, darme el gran batacazo.

Pero algo hiciste. Fue la forma en que me miraste. Fue leer en tus ojos que todo saldría bien. Fue cómo pronunciaste mi nombre. Cómo lo oí por primera vez de tus labios.


Y entonces supe que ibas a ser "eso" que yo iba buscando desde hacía tiempo. Eso que tanto necesitaba. Eso que no tenía en mi vida.
Me miraste como nadie antes me había mirado. Y me hiciste sentir bonita, especial. Única e importante. Me hiciste sentir como hacía tiempo no me hacían sentir.

Me sacaste de la última fila, donde estaba agazapada, y me subiste al escenario.


Y cogí aire, tomé fuerzas y decidí confiar en ti. Apostar fuerte por ti. Ya estaba bien de miedos. Ya estaba bien de quedarse con lo de siempre; era momento de levantarse del sillón, salir a la calle y mojarse bajo la lluvia.  

15 de julio de 2008. Un paseo por el centro. Aquel granizado de limón.
El calor sofocante y pegajoso de todos los meses de julio en Valencia. La Plaza de la Reina atestada de turistas. La calle del Mar con sus bares y tiendas.
Tu voz aterciopelada y algo ronca. El atardecer que nos sorprendió en una esquina de la calle Caballeros.
La cena en la que no nos atrevíamos casi a probar bocado.
Las risas. Las miradas cómplices.
Aquel concierto al que llegamos tarde, pero nada importaba.
Tu casa. El primer beso en la terraza. La noche estrellada. Los gatos del callejón.
Mis manos entre las tuyas.
El deseo. Tu coche. El "hasta mañana".

Lo recuerdo todo perfectamente, como si fuera ayer. Recuerdo lo que llevaba puesto. Recuerdo también cómo ibas vestido tú. Recuerdo tu pelo, ahora mucho más corto que entonces.
Cómo intentabas aparentar seguridad, aunque estabas bastante cortado.
Mi timidez, el no saber qué decir durante los primeros minutos. Así que preferí escucharte y decirte las cosas con los ojos.
Recuerdo tu mirada, que me conquistó.
Y recuerdo cómo enseguida se disiparon mis dudas y supe que eras tú.

Lo recuerdo todo tan nítidamente, que me cuesta creer que hayan pasado cinco años... Y tantas cosas desde entonces...


Aquel amanecer en la playa.
Toledo en agosto (nuestro primer viaje)
Albarracín en invierno.
Los Campos Elíseos adornados con motivos navideños.
La Torre Eiffel desde otra perspectiva.
El suelo empedrado del Trastevere, donde todavía resuenan nuestros pasos.

La subida al Albaicín.
El Madrid de los Austrias.

Aquellos atardeceres increíbles en el Bósforo.
El café Kafka de Praga.
El Puente de las Cadenas de Budapest.
Y cómo no: cada rincón de Valencia...

El pasillo donde nos cruzábamos las primeras veces.
Las miradas de reojo mal disimuladas.
Los meses de alquiler.
Las pizzas caseras.
El difícil verano de 2009.
La tarta gigante de chocolate.

El helado de marshmallows.
¡Los conejitos!

Las partidas de poker con amigos y gintonics.
Tantas risas.
Alguna lágrima. 

Los momentos felices
Los momentos difíciles.
El problema del trabajo.
Nuestro piso.
Mis prisas. Tu pachorra.
Mis nervios. Tu paciencia.
Mi mal carácter. Tus "puntazos raros".

Mi capacidad para tomar decisiones cuando tú estás indeciso.
Tu optimismo cuando yo estoy negativa.
Cada uno de los besos.
Todos los recuerdos.
...Y tantas otras cosas.

En estos cinco años he aprendido muchas cosas. Pero sobre todo una: me has hecho mejor persona. Y me has hecho mucho más feliz de lo que jamás podría haber imaginado.

Nunca, en todo este tiempo, he dudado ni un momento de lo que siento por ti. Cada día que pasa me hace convencerme de que eres el amor de mi vida. "Mi persona": la persona con la que quiero seguir celebrando otros tantos quintos aniversarios. La persona con la que deseo y espero compartir mis días, mis noches, mis alegrías, mis momentos de bajón, mi entusiasmo, mis miedos, mis dudas, mis certezas.

Eres la persona con quien me encantaría tener hijos algún día.
Y en definitiva, si puedo elegir, la persona junto a la que quisiera envejecer.

TE QUIERO. Muchísimo. De Roma a Buenos Aires, ida y vuelta, mil veces. Y lo sabes.

Feliz 5º aniversario.

M.





19 de junio de 2013

Volver a esa playa

A menudo me sorprendo a mí misma rememorando con cierta nostalgia momentos de mi pasado. Sobre todo, de mi época universitaria.

Y al evocar aquellos años, acabo sintiendo algo de tristeza al darme cuenta de lo rápido que ha volado el tiempo... Cómo hemos cambiado. Cuántas personas se quedaron en el camino. Cuántas otras siguen en él, pero no de la misma manera.

Y si lo analizo fríamente, no fueron unos años increíblemente felices. Estuvo bien, fue divertido, pero tampoco creo que entonces fuera la persona más feliz del mundo. Hubo un poco de todo.
Momentos geniales y momentos de mierda. C'est la vie.

Objetivamente, ahora tengo más motivos para ser feliz, para sentirme plena.
Ahora estoy mejor que en aquella época, la verdad.

Hace 10 años, todo estaba en el aire. No tenía nada seguro ni claro en la vida... Muchos proyectos por cumplir, pero mi futuro era una incógnita.
Ahora, 10 años después, he conseguido buena parte de mis metas; más de las que en aquel momento, y siendo muy optimista, hubiera podido imaginar.


Y sin embargo... (a ratos) siento nostalgia. Me pierdo divagando y rememorando aquellos años.

Para ser sincera, no me cambiaría por aquella veinteañera... pero sí añoro algunos momentos, algunos instantes.

Como aquel que me devuelve la fotografía.

Verano de 2001. Playa de Piles (Gandía).

Tres universitarias, 20 años cada una.
A la izquierda, la más alta, con el pelo oscuro y rizado, mira a cámara con expresión serena.
En el centro, una chica de pelo rubio oscuro y lacio y estatura mediana, sonríe tímidamente.
A la derecha, la más bajita, con sus bucles pelirrojos; su sonrisa pizpireta y su cara de duendecillo.

Sonríen las tres a cámara, achinando los ojos deslumbradas por el sol; llevan shorts, camisetas de tirantes, chanclas, y los hombros rojos como gambas. Al fondo, brilla con fulgor el mar Mediterráneo.

Transmiten inocencia, ilusión, ganas de pasarlo bien en la playa.
Son las primeras vacaciones solas. Solas ellas tres. Sólo chicas.
Sin ataduras, sin agobios. Sin novios. Libertad absoluta.

Casi había olvidado aquellos días en Gandía. Tampoco es que fueran las mejores vacaciones de mi vida.

Pero de repente, como quien no quiere la cosa, cae esa fotografía en mis manos. Ni idea del tiempo que podría llevar olvidada en el cajón.

Y ahí está. 12 años después.
Ahí están otra vez esas tres veinteañeras. Congeladas en aquella playa soleada de aquel verano de hace tantos años. Sonriendo.

Y se me hace extraño. Es una sensación muy rara.
Me cuesta reconocerme en la muchacha del centro de la fotografía. Pero sí, evidentemente, soy yo.
No es que haya cambiado mucho, pero sí han pasado muchas cosas desde entonces. Buenas y malas.

La chica de la derecha es hoy una mujer casada, que en unas semanas será madre por segunda vez.
La vida también le ha propinado algún que otro serio revés, y ha tenido que madurar a la fuerza. Poco queda de aquella chiquilla pecosa y risueña.
La de la izquierda... ya no está. Se fue para siempre hace unos años. Toda una vida llena de ilusiones, truncada de golpe.

Al contemplar la fotografía, no puedo evitar sentir un nudo en la garganta, recordando aquellas risas que nos echamos. Aquella inocencia. Aquellos días de sol y mar. Aquella amistad que parecía ser para siempre.

Doce años tampoco son tantos, si lo pienso. Pero en este caso, quizá por el hecho de que una de las personas de la foto ya no esté, esos mismos doce años me parecen una eternidad.
Es como si nunca hubiera estado allí. Como si ese instante perteneciera a la vida de otra persona.
Pero sí, estuve allí. Con ellas. Y entonces no era, ni éramos conscientes de muchas cosas.
No sabíamos qué nos iba a deparar el futuro. Pero sonreíamos a cámara, felices por estar juntas de vacaciones, confiadas en que lo mejor estaba por llegar.

Y por momentos, me gustaría sumergirme en la foto. Volver a esa playa, a aquel instante, a mis dulces 20 años. Disfrutar una vez más de aquellos días de sol, de amistad e inocencia.

14 de mayo de 2013

Gente chunga: los de "las prisas"


Cuanto más conozco a los hombres, más quiero a mi perro.

Y quien dice perro, dice gato, conejo, caballo, iguana, planta carnívora o ficus. Es decir, cualquier otro ser vivo de cualquier otra especie que no sea la humana. Pero así es.

No sé si seré yo, que cada día estoy más antisocial, o serán los demás, pero cada día que pasa me resultan más insoportables muchos de mis congéneres.
O puede que sean ambas cosas, pero cada vez detesto más a la gente en general, y a algunos en particular.
Más bien, son determinadas conductas, que me hostilizan mil.

Cuanto más conozco a la gente, más alucino con lo egoístas que podemos llegar a ser. Todos, ¿eh?

A veces me planteo que realmente el hombre es malo por naturaleza, en serio. O si no, al menos sí tremendamente egoísta.

Lo veo cada día, en todas partes, en todos los ámbitos. La gente va a su puñetera bola, les da igual los demás. No veo un ápice de solidaridad, de empatía, de ganas de ayudar o de hacer la convivencia entre nosotros (un poquito) más fácil.
Nadie se pone en la piel del otro, nadie ve más allá de sus narices.

La peña cada día está más insolidaria, más incívica, más cerril, joder.
Es el: yo, yo, yo, mí, me, conmigo, y después, otra vez yo. ¿A los demás? Que les den.


CASO 1: LA CONDUCCIÓN. Es uno de los ámbitos en los que más detecto este ombliguismo del que hablo.

Lo típico que vas circulando por una rotonda, y otro vehículo se aproxima y va a entrar a ella.
Las normas de tráfico establecen que es el vehículo que se dispone a entrar en la rotonda el que debe ceder el paso a los que ya circulan por ella.
JA. Qué chiste más bueno.......
Eso es lo que hay que saber para aprobar el examen. Luego ya haremos lo que nos salga de los cojones.

En serio, no sé si será en todas parte o es que yo vivo en una tierra de macarras e impresentables (que es muy probable también), pero la mayoría de las veces, ese sujeto que debería ceder el paso, lo que hace en su lugar es ir de listillo, y acelerar para colarse.
Y ya si eso, al pringado de turno (o sea, tú), le toca aminorar o hasta detenerse, para dejarle pasar y evitar una colisión. WTF??

Lo mismo sucede a menudo en los pasos de peatones sin semáforo.
¿Ceder el paso a la pareja de abuelos / mujer con niños / hombre con silla de ruedas, que se dispone a cruzar? ¿Detenerme para que pasen? ¿Estás de coña?
¿Con la prisa que YO tengo? ¡No, hombre, no, yo acelero y me cuelo, que no tengo todo el día para que pasen las tortugas!
Sólo frenan y ceden el paso cuando ven que materialmente no les da tiempo, y si no lo hacen, hay colisión/atropello/accidente al canto. Como vean el más mínimo flanco o posibilidad, zasca, allí que se cuelan. CON DOS COJONES.

Y yo me pregunto, ¿tanto cuesta ceder el paso? ¿Tan importante y valioso es su tiempo, que por ahorrarse unos míseros segundos (que no van a ninguna parte), se arriesgan a destrozar la vida de otras personas e incluso la suya propia?

Eh, que no son los únicos que tienen prisa, que todos tenemos cosas que hacer, compromisos, citas, todos tenemos alguna historia. Y todos vamos a menudo con el tiempo justo. Así que, un poquito de solidaridad humana, por favor...

Como los capullos que van a 180 por la autovía con su cochazo. Tú vas varios metros delante a 110-120, (que no está mal), pero claro, les estorbas. Mucho. Se ponen nerviosos y empiezan a echarte las largas desde lejos, a pitarte, a acosarte, a hacerte gestos, a comerse literalmente el culo de tu coche, para que te cambies de carril y les dejes pasar. Porque sí, porque ellos lo valen.
Y a lo mejor, en ese instante no es que no quieras, es que no puedes cambiar de carril, porque hay otros coches pasando a gran velocidad y no hay hueco... Pero a ellos les da igual. Ellos tienen que pasar, porque tienen muuuuuuuuuuuucha prisa y ellos son más importantes que el resto, claro que sí.

Lo de la prisa es algo que me puede, en serio. ¡¡¡¡Que todos tenemos prisa, joder!!!!

Sobre todo, cuando esa supuesta prisa lo que oculta es un egocentrismo de campeonato.


CASO 2: EL SUPERMERCADO

-Variante 1: Gente que se cuela con todo el descaro en la cola del supermercado. ¿Crees que el resto del mundo somos imbéciles y no nos damos cuenta?

-Variante 2: Gente que no coge el turno a propósito en la pescadería/carnicería/charcutería para luego hacerse los longuis, poner ojitos de gato de Shrek y colarse a la mínima que tienen ocasión. ¡Ay... es que no sabía que había que coger turno! Claro, compras aquí todos los días y no lo sabías...

-Gente que lleva un carro hasta los topes de compra y no son capaces de dejar pasar en la caja a una pobre señora mayor que lleva una triste barra de pan. ¡Que se espere la vieja!

En serio: ¿tanto cuesta comportarse como personas civilizadas y ponerse alguna vez en la piel del otro? ¿Tan ajetreadas y ocupadas son las vidas de esa gente que no pueden ver un poquito más allá de su reloj?
Que luego, lo más seguro es que no tengan ni pizca de prisa. Que lleguen a casa y se dediquen a tocarse los huevos a 3 manos mientras ven el Sálvame.

Y muchos más casos que se me ocurren.

EN GENERAL:

-Gente que no tiene un minutito, un ratito para atenderte, resolverte una duda, echarte un cable, tomarse un café y charlar cuando lo necesitas de verdad.

-Gente que no tiene ni pizca de paciencia con los demás. Que van a piñón, a lo suyo. Que va esquivando, evitando a los demás.

-Gente que va metiendo prisa al resto, porque el mundo entero debe girar al ritmo que ellos marcan.

-Gente absurda para la que los demás somos obstáculos, lastres, lentos y torpes. Molestos. Cansinos.

¿Sabéis que os digo? Que se vayan con sus prisas, su egoísmo y sus vidas de mierda a tomar viento.


He dicho.

28 de abril de 2013

El síndrome Susanita


Estoy preocupada. Pero preocupada de verdad.
Creo que sufro el "síndrome Susanita".
Me explico. Esto no es ningún término científico y creo que ni existe. Al menos, no con ese nombre.
Vamos, que me lo acabo de inventar y tal...

Últimamente estoy mutando a Susanita.  
Y no, no es la Susanita que tenía un ratón chiquitín.
Si fuera ésa no me preocuparía. O no tanto. (Aunque bueno, si tienes un ratón y le das chocolate y turrón y bolitas de anís, es como para hacértelo mirar, pero en fin... A lo que vamos).
No es ésa Susanita. Es ÉSTA:

Ese personaje aborrecible e insoportable creado por Quino como "amiguita" de Mafalda. Más bien, como contrapunto a Mafalda.

-Mafalda es guay. Mafalda es bien. Mafalda representa la virtud: es inteligente, sarcástica, ingeniosa, voluntariosa, tierna, perspicaz, entrañable, se preocupa por el mundo que la rodea. 

-Susanita es el MAL.
Es impertinente. Es maruja. Es cotilla. Por momentos, es envidiosa y puede llegar a ser maliciosa.
Es machista. Sus únicas metas en esta vida son ser esposa y tener hijitos.
Susanita es cansina hasta la náusea.
Supongo que representa todo aquello que Quino detesta en una mujer.
Es un personaje que siempre me produjo rechazo; más o menos como Manolito.

Y sin embargo... Empiezo a entenderla.
Antes de que alguien me salte a la yugular, me explicaré:
¿Por qué digo esto?
Pues porque... (joder, qué vergüenza me da decir esto): Porque últimamente en mi cabeza sólo están las palabras "boda" e "hijos".
O "hijo". Que tampoco está la vida como para ser familia numerosa.
Se está convirtiendo en una obsesión.

Y es esa faceta (la única, puntualizo) la que creo compartir con Susanita. O eso espero.
Argh.
Y ahora os podéis chotear de mí. 

Sí, soy un fraude.
Yo, que me consideraba una tía moderna, que no se dejaba presionar ni afectar por el entorno; centrada en su profesión, en sus estudios, con ganas de comerse el mundo, de hacer mil cosas, de viajar.
De conocer mundo...
Ahora sólo pienso en flores, marchas nupciales, pañales y biberones. 
Ya está. Ya lo he dicho.
 ........................
En mi descargo diré que:
-No ayuda mucho que tu mejor amiga vaya a tener en dos meses a su segundo retoño. Francamente, eso reduce mucho los temas de conversación, las actividades en común, las salidas por ahí. Ya estaban limitadas con el primer niño, con que ahora, con otro bebé... No quiero ni pensarlo. Suerte si la veo una vez cada dos meses.  
-Que casi todas las personas de mi edad (e incluso más jóvenes) de mi entorno (sobre todo el laboral y también de amistades) vayan a casarse, se acaben de casar, vayan a tener un niño o lo acaben de tener.
O incluso estén pendientes de un tratamiento de fertilidad o una adopción. ¡Es que no hay otro tema de conversación! Y claro, eso también contribuye a aumentar mi obsesión.
-Estamos en plena poca de bodas.  
-Últimamente, casi todas las noticias que oigo son: ¿Sabes que Fulanito se casa? ¿Sabes que Menganita se casó con Zutanito? ¿Sabes que Fulanita ha tenido un bebé? ¿A que no sabes quién está embrazada? ¡¡BASTAAAAAAAAAAA!! 
-Facebook: la pesadilla. Todo son fotos de bodas; de ecografías, de recién nacidos; de bautizos, del primer día de guarde; de un sábado cualquiera con el retoño en la playa, en el campo, en el parque... 
-Salgo a la calle y sólo veo bombos (y no precisamente instrumentos de percusión) o mujeres con carritos de bebé. (¿Cómo es posible que el otro día saliera un estudio diciendo que la población en España ha descendido? ¡Pero si la gente no hace más que reproducirse!).

Atravieso un parque (debería evitarlos, coño, ya sé lo que me voy a encontrar), y niños jugando everywhere. Lo normal, por otro lado.
Y a mí, que los niños siempre me han resultado bastante indiferentes, cuando no directamente cansinos,... ahora se me cae la baba al verlos. Y fantaseo con la idea de ser madre. Cómo sería, qué haría. 
Si sabría hacerlo.
Entonces me asusto, me agobio, me da vértigo y se me pasa un poco la obsesión. 
El tiempo justo hasta que viene alguien a decirme que X e Y se casan. Que Z está embarazada o que H ha tenido un niño. Y otra vez a empezar.

Sé que no es la primera vez que hablo de esto. Pero hasta ahora era más bien en plan jocoso; con la boquita pequeña. Y desde luego, no me lo planteaba en serio a corto o medio plazo. 
Ahora es distinto. Ahora este tema me preocupa de verdad. 
Me siento un bicho raro. Me siento fuera de lugar. No formo parte de ese selecto club lleno de recién casados/embarazadas/padres primerizos que me rodean por todas partes. Que parecen tan felices tan divertidos, con unas vidas tan plenas y fascinantes.
La gente se extraña cuando les digo que, con casi 32 años, sigo soltera (aunque con pareja, eso sí), y que no tenemos tengo hijos. La siguiente pregunta es: ¿Para cuándo la boda?
A ratos me siento viejuna; como si el arroz se me estuviera pasando.
Otras veces me sorprendo convenciéndome a mí misma de que todavía soy muy joven, de que aún tengo tiempo de sobra... (Bueno, de sobra tampoco). Que cada uno tiene su ritmo y su momento, y el mío no ha llegado aún.
Quizá no estoy preparada aún.
O quizá sí. 
Y lo peor es que conforme pasa el tiempo, me da más pereza. Preparar un bodorrio. Pasar un embarazo, un parto, criar un niño... Apufff.
Pero por otro lado, es algo que deseo hacer.
Aunque claro, preferiría haberlo hecho ya, haber empezado antes. No sé, es un círculo vicioso.
Tal vez no haya ningún síndrome Susanita, sino lo que conocemos como reloj biológico.
Mezclado con la presión social. 

Y mientras tanto JJ, -la otra parte contratante-... En el País de la Gominola, tampoco acaba de decidirse. (¡Hombres! Nunca tienen prisa por nada...). 
Y yo tampoco quiero presionar, la verdad.

Y ahí estoy. En ese dilema. Deshojando la margarita. 


*Susanita, anda, vete a darle la brasa a otra. ¡Abandona este cuerpo yaaaaaa!


Y para acabar este post absurdo de una manera digna, quiero dar mil gracias a Amaranta Wind Pipah London, que han tenido a bien concederme el Premio Ferny y el Premio Best Blog, respectivamente. ¡¡Guapas!! :)



Caray, ¡¡¡qué ilusión!!! Muchas gracias a las dos y también a todos los que me habéis dado premios-cuestionario. Soy un poco vaguza para el tema de contestarlos y eso,.... :P pero los agradezco muchísimo, de verdad.  :)


23 de abril de 2013

Día del Libro


  • "El hallazgo afortunado de un buen libro puede cambiar el destino de un alma". Marcel Prévost, escriptor francés (1862-1941)
  • "Leer es pensar con el cerebro ajeno, en lugar de hacerlo con el propio". Arthur Schopenhauer, filósofo alemán. (1788-1860)
  •  "Los libros son como los amigos. No siempre es el mejor el que más nos gusta". Pío Baroja, escritor español (1872-1956).
  • "Si tienes na biblioteca con jardín, lo tienes todo". Cicerón, escritor, orador y político romano (106 AC-43 AC).
  • "Estar a solas con un buen libro es ser capaz de comprenderte más a ti mismo". Harold Bloom, crítico y teórico literario estadounidense.
  • "Los mejores libros son aquellos cuyos lectores creen que también ellos pudieron haberlos escrito". Blaise Pascal, científico, filósofo y escritor francés (1623-1662.
  • "El recuerdo que deja un libro es a veces más importante que el libro en sí". Anónimo.
  • "Un buen libro es aquel que se abre con expectación y se cierra con provecho". Amos Scott, filósofo y profesor estadounidense (1799-1888).
  • "Algunos libros son probados, otros devorados; poquísimos masticados y digeridos". Francis Bacon, filósofo y estadista británico (1561-1626). 
  •  "El mundo está lleno de libros preciosos que nadie lee". Umberto Eco, escritor y filósofo italiano.
  • "Para viajar lejos, no hay mejor nave que un libro". Emily Dickinson, poetisa estadounidense (1830-1886)


23 de abril - ¡FELIZ DÍA DEL LIBRO!





22 de abril de 2013

Dientes, dientes...


...que eso es lo que les jode." (Isabel Pantoja, gran filósofa y pensadora sevillana dixit).

No, en serio, hoy voy a hablar de nuestros amigos los dientes. Esos pequeños seres que nos acompañan a lo largo de buena parte de nuestra existencia, y que tan importantes son, aunque a menudo no reparemos en ello.

Imaginad por un momento que no tenéis dientes. Visualizaos sin piños.
Ese bocata de chorizo, esa bolsa de papas, esas palomitas de maíz, esos torreznos, ese turrón tan apetitosos... Sin dientes dejan de serlo en cero coma.

¿Y qué tal una sonrisa desdentada? Sólo encías. Poco seductora, poco atractiva, ¿verdad?

Los dientes, si lo pensamos bien, son una metáfora de la vida misma. De la evolución, de la adaptación al medio. Del ciclo vital.
Venimos al mundo sin dientes y llegamos a la vejez también sin ellos; o al menos, sin buena parte de las piezas originales.

Los dientes salen, se caen, vuelven a salir, mastican, muerden, se ensucian, se pican, se parten, se rompen, duelen, molestan, se caen de nuevo... A menudo, nos esclavizan. Nos putean, vaya.
Los dientes son exigentes. Son caprichosos. Requieren atenciones y cuidados.

Casi todo lo que rodea al mundo dental entraña su dosis de dolor, sacrificio o sufrimiento.

Cuando salen por primera vez, se hacen notar a base de bien. Duelen. Mucho.
El bebé al que le están saliendo los dientecitos sufre, llora, se toca su boquita babeante, sus encías al rojo vivo, sin saber muy bien qué le pasa.
La salida de los dientes de leche es una de esas primeras lecciones que recibimos en vida y que nos advierten de que no va a ser todo un camino de rosas.

Luego, unos años después, esos mismos dientes que nos amargaron durante meses siendo bebés, que nos enseñaron que la vida es dura a veces, deciden que ya no más, que se jubilan. Y se caen, dejando paso a los dientes definitivos.

Pero esta vez se vive de manera diferente. Se es plenamente consciente de lo que pasa. Es más: quieres que pase. Porque significa que te haces mayor. Y eso mola.
Se te caen los dientes de leche, los dientes de niño, porque te salen los de persona mayor.

Así, un buen día, con 5 o 6 años, como quien no quiere la cosa, notas cómo uno de tus incisivos inferiores está algo más blandito, como que bailotea. ¡Se mueve! (qué coño se va a mover, se mueve porque lo toqueteas con el dedo o la lengua).... ¡Qué emoción! ¡Se me mueve un diente! Ya casi soy como los mayores...

Y empiezas ahí, a tocarte el diente, tiki-taka, tiki-taka. Y el diente se mueve cada vez más y más, está ya a punto de caramelo. ¿Me lo arranco de un tirón? Ay, no qué susto...

Sí, mucho susto, pero tú ahí sigues, tiki-taka, tiki-taka... En un bucle sin fin. No puedes dejar de hacerlo.

Hasta que un día, por fin, tacháaaaannnnnn... El diente cae. Por aburrimiento ya.
Puede que se te cayera mientras dormías y te lo tragaras (el colmo de la frustración) o que te lo encuentres en la cama a la mañana siguiente; puede que te lo haya quitado tu padre tirando de un hilito, puede que te lo hayas quitado tú mismo de tanto tiki-taka.
Observas en la palma de tu mano ese minúsculo diente con su hilillo de sangre reseca. Y flipas. Te sientes mayor. Henchido de orgullo.

Luego además, está la historia ésa del Ratoncito Pérez, que te deja monedas por cada diente que se te cae y tal, con lo que el tema todavía mola más.
En mi casa nunca tuvo mucho éxito lo del Ratoncito Pérez. Nunca me lo creí, y me pareció siempre la versión baratera de los Reyes Magos. (Aunque oye, nunca venía mal el dinerito...)

Bueno, una vez cae el primer diente, progresivamente, van cayendo todos. Pero la cosa tiene cada vez menos emoción, claro. Poco a poco, tu boca se va llenando de dientes definitivos, hasta que llega un momento en que tienes ya todas o casi todas las piezas en su sitio. Y empieza una nueva etapa.

Ahora, que ya tienes tus dientes definitivos, los de toda la vida, hay que aprender a cuidarlos y limpiarlos convenientemente.


Ahora toca hacer todas esas cosas que a los críos les dan toda la perezaca:

-Lavarse los dientes 3 veces al día, mínimo. Mejor después de cada comida y antes de irse a dormir. Puffffff... Al final, a fuerza de darnos la brasa nuestras madres, acabamos haciendo del cepillado un hábito. Nunca se lo agradeceremos lo suficiente.


-No comer chucherías ni cosas azucaradas para evitar la CARIES. Cuánto miedo nos meterían y cuánto nos abrasarían con el tema de la caries, ¿eh? La caries=enemigo público nº 1. Yo vivía acojonada.


 -Comer mucha manzana. "La manzana es la mejor amiga de tus dientes". Ya, pero a ti te gustaban infinitamente más las chuches... Dónde va a parar.


 -Utilizar el hilo dental. Coñazo...

-Ir como mínimo una vez al año al dentista. Pos' vale...

Son cosas que a un niño le molan entre cero y menos 500. Por eso digo que el tema dental siempre implica su dosis de sacrificio. Aunque bueno, al final, más que menos, acababas doptando todos esos hábitos de salud buco-dental.
No había más huevos; si no, ya sabías lo que te esperaba: vendría una caries gigante, te secuestraría, te llevaría al País de las Caries, se comería todos tus dientes uno por uno y te robaría la merienda. Eso, como mínimo.

Pero no todo es tener los dientes sanos. Hay más, mucho más. Ya os dije que los dientes son unos malditos caprichosos.
Si te salieron torcidos o apiñados, te tocará -si quieres y te lo puedes permitir, of course- pasar por el coñazo máximo de la ortodoncia.
Hay quien lleva ortodoncia de pequeño y hay quien de niño no pudo y se pone los brackets de mayor. Y luego estamos los que tuvimos que vivirlo de niños y también de mayores, ya que la primera vez no nos quedaron los piños del todo bien.

Llevar aparato en la boca no mola. Nada. Digan lo que digan.
Y sé de lo que hablo. La ortodoncia es fea, es molesta, se ve, hace el habla rara, hace daño a veces, produce llagas... Y comer determinados alimentos en público llevando brackets puede ser una pérdida inmediata de dignidad:


Que sí, que cada vez son más discretos, que cada vez se notan y molestan menos y blablabla....
Pero aun así, lo que yo os diga: un coñazo.

Además, cuesta una pasta.
Porque ésa es otra: el negocio de los ortodoncistas. ¡Esa peña está forrada! A 600 euros (mínimo) la ortodoncia (que es no es más que unos trocitos de metal cogidos con un alambre); vamos, no me jodas...

De todas formas, vaaaaale: tengo que reconocer que sí, al final, esta segunda vez llevando backets, ha valido la pena. Estoy muy contenta.

Dentro de la estética dental, además de las ortodoncias,están los implantes, las fundas... Y ahora es´ta muy de moda em tema de los blanqueamientos.
Pero claro, hay blanqueamientos y BLANQUEAMIENTOS NUCLEARES.

Hay gente que simplemente elimina o contrarresta lo máximo posible el tono amarillento o grisáceo que van cogiendo los dientes con el tiempo y por mil factores (alimentos, café, tabaco, medicamentos), hasta dejar un tono blanco natural. Y luego hay a quien directamente se le va de las manos y acaba teniendo los dientes fosforitos.
Esa gente a la que puedes ver perfectamente en la oscuridad si abren la boca o sonríen. Esos amigos a los que nunca perderás de vista en una discoteca con luces ultravioleta.

Los dientes son fuertes, resistentes; son tipos duros. Están diseñados para aguantar grandes presiones, para destrozar alimentos y materiales. Pero no son indestructibles.
Se pueden partir, romper o incluso pueden saltar de raíz ante un impacto. Caídas, accidentes, golpes... Pueden acabar con ellos. Y entonces, nos tocará ir al dentista a que nos ponga un implante y dejarnos una pasta gansa (como siempre que vamos).

Así que, ya sabéis: cuidad vuestra dentadura, dadle las atenciones que requiere (que sí, que es un coñazo y tal, pero es lo que hay), y sobre todo, lucidla: ¡¡SMILE!! =)
FELIZ SEMANA.



*Dos posts en apenas 3 días ¿Qué me está pasando? ... Tengo medito.  :D


20 de abril de 2013

Mi suegra: Pesadilla en la Cocina

Qué no se habrá dicho ya, qué no se habrá escrito, qué no se habrá rajado a estas alturas de los suegros.
Y, especialmente, de las suegras.
O más bien: laaaaa SUEGRAAAAAAA aaaa aaaaaaa....  aaaaa. (Así, en singular y en mayúsculas. Y con eco).
Los suegros, -o sólo la suegra-, a veces, a menudo, son una maldición para mucha gente. Un grano en el culo.
A tus padres los tienes que aguantar, por narices.
¿Pero a los suegros?

PUES TAMBIÉN. Te jodes. Así es la vida.
Haber pedido muerte.



AVISO: mi experiencia en materia suegril tampoco es muy amplia ni variada, así que no puedo hablar mucho. Y lo poco que puedo hablar no es malo.
No he tenido una trayectoria larguísima de parejas y suegros (yo es que a los rollos de una noche o unas semanas/meses, no los considero parejas, y a sus padres, mucho menos los considero suegros); ni he tenido suegros infernales. *Toco madera*

De hecho, nunca me ha gustado llamar suegros a los padres de mis novios. Ni cuñados a los hermanos. Me suena rancio, antiguo. Marujil. Mi zuegra. Er cuñao. La cuñá.
Nop.

JJ y yo no estamos casados, de momento. Por tanto, si hablamos con propiedad, sus padres AÚN no son mis suegros.
Pero bueno, unas veces por economía del lenguaje y otras porque ya todo el mundo lo acepta como tal (y porque casi cinco años de relación, con convivencia e hipoteca, creo que nos dan derecho a establecer ese parentesco que en realidad no hay todavía), el caso es que a veces los llamo mis suegros.

Total, que hoy voy a hablar de mis suegros; los actuales.

La verdad es que creo poder afirmar que he tenido suerte. O al menos, no he tenido mala suerte en el reparto. Son gente encantadora, muy hospitalaria, muy generosa, muy agradable, y me han aceptado desde el minuto cero como a una más. Bueno, más o menos (Sí, sí, ya sé que muchos estaréis diciendo: Ayyyy.... pobre incauta, pobre ingenua, eso es lo que tú te crees; ya verás, ya... Lo bruja que puede llegar a ser la suegra...).

Vale, de momento, no es el caso. No es ninguna bruja. O si lo es, tiene la escoba bastante bien escondida y sólo la gasta para barrer. Es buena mujer, simpática, pizpireta, muy hacendosa, muy de su casa, muy trabajadora, se desvive por su marido e hijos... Lo que se dice una madre y esposa ejemplar.
Y él es un hombre de estos tranquilones, afables, campechanos, sencillotes, trabajador, ahorrador y muy austero...
No tengo unos suegros nada pijos, engreídos ni gilipollas.
Hasta ahí, todo bien.

Salvo por una cosa: SON MUY PESADOS. Pero muuuuuuuuuuuucho. Muy insistentes y monotemáticos con según qué cosas. Te pueden llegar a preguntar 20 veces lo mismo, en 5 minutos.

-Gata, no quieres más patatas?

-No gracias.


-Nena, ¿no querrías más patatas?


-Errrr... no MadredeJJ, gracias, de verdad. No tengo más hambre.


-Ay, hija, has comido muy poco. ¿Te pongo más patatas?


-.......


 -Yo creo que Gata no ha comido casi patatas...


-.................. VALE, PONME LAS *%/$%!&* PATATAS
(No, esa es la voz de mi mente, pero no se llega a materializar físicamente).

Como razón de tal insistencia, barajo 4 posibles opciones:

A: ¿No se creerán que no tengo más hambre y pensarán que lo digo por hacerme la guay y la fina?
B: ¿Creerán que estoy desnutrida y necesito comer, comer, comer?
C: ¿Se les olvidará al más puro estilo Dori de Buscando a Nemo que hace 50 segundos les he dicho que NO quería más patatas?


D: ¿Pensarán que he cambiado de opinión en dos nanosegundos y de repente me han entrado unas ganas bestiales de zampar patatas?

¿Alguien tiene alguna opción más?

Porque eso sí. Lo de Suegra con la comida es obsesión. Pero obsesión enfermiza.
Parece que haya pasado tres guerras, tú.
Come, come, come, come, come, come........  Ésa es la consigna,
COME.

Cuando vamos a su casa:

¿Qué* no os llevaréis un paquete de jamón?
¿Qué no os llevaréis unos flanes que he hecho?
¿Que no os llevaréis un tupper con lentejas que tengo en la nevera?
¿Qué no os llevaréis unas chuletitas BUENÍIIIIIIISIMAS que he comprado en el Mercado?
¿Qué no os llevaréis un trozo de bizcocho?
¿Qué no os llevaréis............................?

(La partícula Qué a principio de pregunta, para enfatizar, es muy típica de la zona de Levante).

Arf, arf, arf... No puedo más. No, por favooooooooooooooooooooor....

Debe de pensarse que estoy matando de hambre a su hijo.
Y no, en serio: que no nos morimos de hambruna, de verdad. Que "el niño" está bien sano y bien fuerte. Coooooño ya.

Luego está el tema culinario. O sea, el tema ya propiamente cocina.

Tu suegra siempre va a ser la mejor cocinera EVER. Acéptalo o estás perdida.
Mejor cocinera por supuestísimo que tú, piltrafilla, recién llegada a este mundo de los fogones, que sólo sabes hacer cuatro cosas rápidas y reguleras. (No lo dice, obviamente, pero por su actitud, a veces da a entender eso).
Mejor cocinera que tu madre, también.

Ella podría ir perfectamente al reallity ése de los masterchefs, pero no va porque dejaría en evidencia a los demás concursantes. Por supuesto

-Su paella es la mejor del mundo mundial.
Y la verdad es que sí, hace unas paellas cojonudas. Eso hay que reconocerlo. Su paella es la más buena que he probado nunca. Y he probado unas cuantas. Incluída la de mi madre.
Y cada domingo que la hace y nos invita a comer, y le decimos la buena que está SU paella y cómo cada vez se supera a sí misma, oyoyoyoyoyyyyyyyyy, se hincha de orgullo toda ella, como un pavo.
Henchida de gozo que se pone.
En fin, si eso la hace feliz...

Anoche fuimos a cenar a casa de Suegros
Por supuesto, la consigna: come, come, come, come, ¿no quieres más? ¿te pongo más? ¿te apetece algo más?

*Nota mental: si JJ y yo tenemos hijos algún día, (ella obviamente va a ser su abuela): no, nunca, bajo ningún concepto, dejarlos con ella por las tardes y que les dé la merienda. O acabaré teniendo niños obesos mórbidos.

Bueno, el caso es que salió el tema del colesterol, porque Suegra tiene colesterol y se lo controla mucho.
Tiene colesterol, pero no está gorda, eso también hay que reconocerlo. Se mantiene delgada, la jodía, porque camina mucho y cuida su alimentación. (La suya, porque lo que es la de los demás: come, come, come, come....).

Ella casi siempre cena pescado, todo lo contrario que Suegro, que ni lo prueba. Es más, lo detesta. Y ella nunca ha hecho nada por que, al menos, lo tolere.
Pero como él está tan ricamente.... Ni una molécula de colesterol en su organismo, oiga. Si es que... la vida es injusta.

El tema es que yo les comenté de pasada que le había inculcado a JJ el tema de comer pescado; antes él apenas lo probaba y cada vez le va gustando más; sin llegar a enloquecerle, pero al menos que se lo come.

Y ella me preguntó que cómo lo había conseguido. Yo le expliqué que a menudo innovo y hago cosas, como salmón con nata y queso azul, y que eso le gusta mucho.

No había acabado de decirlo cuando Suegra contraatacó con una de sus súper-recetas.
Y yo sabía que iba a salir por ahí.

Es comentarle que sabes cocinar X plato para que ella despliegue todo su ancestral saber culinario. Conecta en directo con su propio Canal Cocina.

¿Que tú sabes hacer salmón a la plancha con queso azul?

Ella se va a Noruega, te pesca el salmón, vuelve, y lo hace a las finas hierbas, con queso Roquefort de oveja albina jorobada y trufas caramelizadas sobre cama de puerros en tempura, desconstruídos a la miel de romero de abeja reina.
Supera eso....

¿Que tú haces solomillo al Oporto?

Ella hace solomillo de cerdo pata negra de Jabugo 20 Jotas; con paté de oca Miss Provenza 2007 y Gran Premio en el Concurso Internacional de Ámsterdam; con Chardonnay reserva del 82, las últimas hebras de azafrán de la cosecha de este año, y sal rosa traída del Himalaya.
¿Qué? ¿Que no?

¿Qué tú has empezado tímidamente a hacer natillas?
Ja, ella tiene una tesis doctoral en natillas y tres másters en flanes y arroz con leche....


Y así. Además, te cuenta paso a paso cómo lo hace:
...Pues pongo en la sartén los pimientos cortados en juliana y el diente de ajo picado con blablablabla...
...Luego rehogo las cebollas con la pizquita de pimienta y blablabla.... 
...En la olla exprés hago un caldo de pollo con verduras y lo tengo X minutos y blablabla...
...Le echo la ralladura de limón a la leche, pero hay que hacer blablabla para que no amargue y blablabla....

La primera vez, flipas. (¿Esta mujer está compitiendo conmigo?)
La segunda vez, te mosqueas un poco. (¿Se creerá que no sé hacer ni un triste huevo frito? Hombreporfavorya....)
A la tercera, ya como que te ríes para tus adentros.

Las demás veces, sacas el tema a propósito, a ver por dónde sale. A ver con qué nueva receta nos sorprende esta vez.

Que podría escribir un libro, oye. ¿Ahora que se ha jubilado y tiene tanto tiempo? Se forraba, fijo.
Se lo voy a proponer...

Ay, las suegras.... Y eso que yo, no me puedo quejar mucho. Al menos, de momento.
¿Las vuestras qué tal son? ¿Brujas, manipuladoras, competitivas? ¿Amables, sencillas, cariñosas?
¿Súper chefs como la mía?

(Otro día hablaré de Suegro... que también da para post).

13 de abril de 2013

El vaquero ideal


Seguro que en alguna ocasión habréis oído o leído eso de que existe el vaquero (pantalón, se entiende) perfecto para cada uno de nosotros.
El vaquero que se adapta a las mil maravillas a tu anatomía y sus dimensiones: trasero, cadera, cintura, muslos, largo de pierna...
El vaquero maravilloso que sienta genial. Que te hace tipazo. Que estiliza. Que sube y realza el culete. Que es cómodo, no te aprieta en la tripa hasta dejarte tatuada la marca del botón pero tampoco te hace bolsas feúnas.

Quizá no sea el más caro. Ni tengas que irte a New York, osea, a comprártelo.
Tal vez esté más cerca de lo que imaginas. Sólo tienes que buscarlo.
Puede ser pitillo, recto, acampanado, azul oscuro, lavado a la piedra....

THE BEST VAQUERO EVER.
TU VAQUERO IDEAL. TU MEDIA NARANJA VAQUERA

.................


Autor: Dmitriy Shironosov


Nah, es trola. Una leyenda urbana.
NO EXISTE.

O al menos, yo, en casi 32 años, no lo he encontrado. Y obviamente, si no lo he encontrado, para mí no existe.
Quizá es que soy muy especialita y a todo le encuentro un pero.

Vaaaale, no soy  Gisele Bundchen, pero tampoco tengo un cuerpo-escombro, coñe.
Soy normal. De estatura media. Talla 38-40-38-40 y así en una continua fluctuación de kilos arriba-kilos abajo, según épocas y nivel de estrés.
Como petarda  freak  apasionada, ejem, de la moda que soy, y teniendo en cuanta que los pantalones vaqueros son un básico imprescindible, tendré en mi armario ahora mismo como unos ocho de ellos. Y calculo que me habré probado en toda mi vida cienes y cienes
De todo tipo, pelaje, condición y marcas: desde el Carrefour o el mercadillo a Tommy Hilfigher (nunca mais, es un racista asqueroso), Pepe Jeans o Levi's....

*¡Oh!, ahora que digo Levi's...... MOMENTO REMEMBER TOTALMENTE INNECESARIO......

Cuando los dinosaurios todavía poblaban la Tierra... nah, tampoco hace tanto.
Resulta que mi ex era muy, pero que muy fan de esta marca. Tenía varios modelos. Y lo era porque la pija de su entonces exnovia, (de la que -ahora estoy bastante segura-, él todavía andaba algo colgado cuando empezó a salir conmigo, pero yo eso entonces no lo sabía) a su vez, le había inculcado a él esa pasión desaforada por dicha marca. Pasión absurda que él se esforzó en inculcarme a mí.
Y es que, cuando a mi ex algo le gustaba, era la bomba, y nos tenía que gustar a todo su círculo. Y al revés, si detestaba algo, ese algo era una auténtica basura, y todos debíamos odiarlo. 

El caso es que, tanto me dio el chaval la matraca con lo buenísimos que eran los Levi's, la calidad que tenían, el culete tan estupendísimo que te hacían, etc etc, que al final, por no oírlo más, o también porque me acabó convenciendo de ello, acabé comprándome unos putos Levi's de los cojones. Mis primeros Levi's, Chispas.

Me costaron 80 eurazos que en aquel momento (hace 8-9 años) para mí suponían una auténtica fortuna; bueno, y ahora también lo suponen, que con los tiempos que corren no están las cosas como para gastarse esa pasta en un trozo de tela de algodón tintada de azul, que es lo que son en realidad, por muy bien que nos los quieran vender.
El caso es que ni me lo podía permitir ni me debería haber gastado ese dinero en los vaqueros. Pero en fin. Era joven, inconsciente, caprichosa, y me precipité.
Ni siquiera me esperé a las rebajas, ¿para qué? Tenía que tener unos putos Levi's de los cojones, y tenía que tenerlos YA. ¿Para qué esperar?
Mi (entonces) chico decía que eran buenos, y si él lo decía, no es que eran buenos: es que eran la hostia en bote.
Y tenía que tenerlos. Es más: ¿cómo había podido vivir veintitantos años sin unos Levi's?
Vamos, que me creó la necesidad absurda de tener unos vaqueros de un precio bastante desorbitado, cuando yo me apañaba muy bien con los míos de 30 euros.  

Total, que un día, ni corta ni perezosa, me fui al Cortinglés, me probé varios modelos y al final elegí unos de corte recto que me parecieron bien.
No sé en qué momento tonto o bajo qué efecto narcótico pude pensar que aquellos vaqueros (de, repito, 80 euros) me quedaban bien, pero el caso es que así me lo pareció (serán los espejos de los probadores de El Corte Inglés, que son unos cabrones y te hacen estupenda), y los compré.

Total que, cuando llegué a casa toda emocionada con mis nuevos vaqueros Levi's súper-mega-guays de la muerte, sintiéndome más pija que Paris Hilton y Tamara Falcó juntas en una fiesta de confetti de Ana Mato, y me dispuse a probármelos....
H-O-R-R-O-R.

Me quedaban fatal. Como el culo, vamos.

Para empezar, eran grandotes, algo bombachos. A mí, que me gustan entallados.
Me hacían el culo plano. Y no es que yo no tenga, ¿eh?
Una cosa rarísima. Me quedaban como masculinos. Eso es. Me hacían grandota (a mí, precisamente que no soy muy grande) y desgarbada.
Estupendo. Vamos, justito lo que yo espero de unos vaqueros. 

Y además, conforme me los ponía varios días, se hacían aún más grandes y me sacaban más bolsas. DESASTRE TOTAL.

Y pensaréis: los devolviste. No, ya no podía, porque me los habían arreglado. En concreto, me habían recortado el bajo del camal, que me sobraban unos 5 centímetros. (Los que me faltaron de cerebro cuando decidí comprarlos, pero bueno)
Y claro, una vez arreglado para ti, ese artículo ya no admite devolución.

Total, que creo que me los puse en total unas 6-7 veces contadas. Y murieron olvidados en el fondo del armario. Es que no veía nunca el momento de ponérmelos. Me daban como pereza. Me veía muy desfavorecida con ellos.
Y mi ex, al verme que ellos, empezó a plantearse que quizá no todos los Levi's quedan tan bien a todo el mundo. Quizá elegí mal el modelo. Seguro que los hay que quedan muy bien.
No sé, pero me arrepentí toda mi vida de habérmelos comprado.

No  recuerdo muy bien qué pasó con ellos al final. Creo que mi madre los recortó y me hizo unas bermudas chapuceras para ir a la playa, y con la tela sombrante, mi padre se hizo trapos para la grasa del taller.
Trapos de 80 euros. Mi padre es así de VIP.

Y hasta aquí, mi maravillosa experiencia con los Levi's.

Volviendo a mi armario, de los 8 vaqueros (creo) que tengo, ahora mismo, mis favoritos son unos de H&M y otros de Sphera, que es así como el Zara-Hacendado de El Corte Inglés. Pero oye, tiene unas cosas chulísimas.

Me costaron baratos, (unos 30 euros), se ven buenos, me sientan bastante bien, me resultan cómodos y cumplen perfectamente su función.

Vamos, que podrían ser mis vaqueros ideales perfectamente. Pero... no lo son. No son perfectos.
Me gustan mucho, pero también tienen alguna cosilla que no.
Ya he dicho que yo le pongo peros a casi todo y quizá sea ese el problema.

Tal vez por eso tampoco tengo un perfume de cabecera y voy cambiando, según la época y estado de ánimo.
Y por eso seguramente no he encontrado mi base de maquillaje ideal, ni el champú perfecto para mi pelo, y me gusta picotear y probar cosas nuevas.
Por eso no tengo un único artista o grupo de música favorito, ni libro ni película. Aunque me gusten muchos y muy diversos.

¿En cuanto al hombre ideal? Bueno, en ese caso, y aun a riesgo de quemarme, creo poder afirmar que he encontrado, si no el hombre ideal, al menos, el que a mí más me gusta y mejor me va.

Mientras tanto, seguiré probando vaqueros. A ver si es verdad que existe el ideal para mí.

¿Y vosotros, habéis encontrado el vuestro?

HELLO!

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