30 de enero de 2011

Castillos en el aire (3ª parte)


Al llegar a casa, me puse el pijama y, sin tan siquiera desmaquillarme, porque no tenía ni fuerzas ni ánimo para nada, me tiré en la cama, derrumbada. Me sentía estúpida.
Decidí no pensar en nada de lo ocurrido. Puse mi mente en blanco... y al final, me quedé dormida.


El fin de semana lo pasé casi entero encerrada en casa, con el chándal y las zapatillas, vegetando. De la cama al sofá y del sofá a la cama. No tenía ganas de salir ni de arreglarme.
Mario me había mentido; o al menos, me había ocultado algo tan relevante como que tenía por ahí una ex pululando que no se daba por vencida, mientras él coqueteaba conmigo. Lo cual viene a ser lo mismo que engañar. Y eso no me gustó nada.
Aquella fue mi primera gran decepción con Mario.


Pasó el fin de semana y... NO me llamó. Segunda gran decepción.


Aun así, yo, que estaba alcanzando con él unos niveles de idiotez desconocidos hasta el momento, volví a autoengañarme. Todavía me faltaba caer un poquito más bajo. (¡Qué malos son los 19 años y la inexperiencia! Qué diferentes serían las cosas si se me cruzara un tipo como Mario hoy en día).


Pero... volvamos a aquel mayo del 2001. Durante todo el fin de semana no dejé de pensar en él, y en todo lo que había pasado aquella noche, intentado buscar una interpretación lógica.
A veces, me costaba distinguir si de verdad había sucedido todo aquello o si las imágenes que venían a mi memoria no eran sino fragmentos de un sueño extraño. Me pasé los dos días mirando compulsivamente el móvil, esperando una llamada suya, un mensaje... Pero nada. No cumplió su palabra.


Ya no sabía qué pensar de él.
De vez en cuando, me venían pensamientos fugaces que me advertían: DANGER!! ¡Cabrón a la vista! BEWARE OF HIM!!


Pero, inmediatamente, esos flashes clarividentes eran borrados por otros pensamientos romántico-absurdos del estilo: "Él está loquito por tus huesos aunque tiene una situación difícil con una ex psicótica. Pero, al final, prevalecerá vuestro amor y seréis felices y comeréis perdices en el Palacio de Buckingham que has construido en las nubes para ambos". (Todo esto con música de fondo de película de princesa Disney, of course.)


Pensé que ya era hora de dejar de ser tan fría, tan tímida, tan apocada; era hora de pasar a la acción. Al fin y al cabo, él me había confesado que yo le gustaba y que esperaba una respuesta, así que no pasaba nada por lanzarme. No iba a perder mi dignidad, ¿no?
Si él me gustaba, (y era evidente que me gustaba), tenía que demostrarle interés.
Si Mahoma no va a la montaña... Pensé.
Y, si al final dejaba a la novia por mí, ¿qué inconveniente podía haber en que estuviéramos juntos?


Podéis comprobar cómo fui cambiando de opinión a lo largo del fin de semana y cómo mi dignidad, intacta el jueves por la noche, fue cayendo en picado según pasaban los días.


Y así, llegó el martes, día en el que teníamos clase y en el que se produciría nuestro reencuentro tras cuatro días de no saber nada el uno del otro. Yo esperaba verle, para hablar con él y aclarar las cosas.
Pero, inesperadamente, no apareció por clase.
Raro, raro... Pensé yo. Sobre todo, teniendo en cuenta que sólo quedaban dos semanas para los exámenes y que él, en tres meses, no había faltado jamás a esa clase.


Llegó el jueves, día en el que también teníamos esa asignatura... y Mario tampoco asistió.
Mi paranoia empezó a crecer hasta límites insospechados: a lo mejor estaba enfadado conmigo y ya no quería saber nada de mí. Hay chicos que no aceptan de buen grado que una se haga un poco la dura.


¿Y si estaba enfermo? ...
No. Rápidamente, deseché esa posibilidad. Como mucho, sufriría un ataque de "cobarditis" aguda, ante la posibilidad de tener que verme y enfrentarse a una situación un tanto incómoda.


Así las cosas, después de darle muchas vueltas, esa misma tarde decidí enviarle yo un SMS para darle muestras de mi interés: ¿Estás bien? No sé nada de ti...
A ver si se pronunciaba. (Y cómo se pronunciaba). Me quedé esperando su respuesta...
Respuesta que no llegó.


El martes siguiente, esta vez sí, Mario apareció por clase. Era la última del curso.
Pero  llegó tarde (ahora sé que lo hizo aposta). De esa forma, se sentó -rápidamente y cabizbajo- en uno de los primeros sitios que vio libres... Lejos de donde yo estaba sentada.
Sí, era evidente que me estaba evitando.
Pero no podría huír de mí para siempre. Así que, al acabar la clase, me fui directa como un misil a hablar con él. Me tenía ya bastante harta su actitud extraña e infantil. ¿Qué mosca le había picado?


G: ¡Hombre, cuánto tiempo! ¿Qué tal? ¿Estás bien?


M: Sí, claro... ¿Por? (Aaaarrrggh, ¡¡por favor, qué cínico!!)


G: Como últimamente no se te ve el pelo...


M: Es que la semana pasada no pude venir porque tuve que acompañar a mi madre al médico, y también aproveché para estudiar, que voy de culo con los exámenes...


G: Ya. Te mandé un mensaje y ni siquiera me contestaste. Pensaba que te pasaba algo. ¿Seguro que no te pasa nada?


Lo de su madre podía ser cierto, ya que, según me había contado Mario en su día, la mujer era algo mayor y tenía problemas de salud. (Mario era el más pequeño de 4 hermanos; era el "caganidos" que dicen. Su madre lo había tenido con 42 años y él se llevaba bastantes años con sus hermanos).


Lo que ya me costó más de creer fue esa milonga de que no había recibido ningún mensaje mío. Que si lo hubiera recibido, claro que me habría contestado. Según me dijo, a su móvil le fallaba mucho la cobertura últimamente, y no era el primer mensaje que no le llegaba.


Me sonó a excusa-que-te-cagas.
Le noté increíblemente frío y distante. Apático. Raro. Esquivo. Como si nada hubiera pasado entre nosotros. Nada que ver con el chico que me había besado la noche de la cena, ni con el chaval simpático y cariñoso que había conocido. Entonces, recogiendo sus cosas precipitadamente, me dijo que tenía prisa, que se iba a la biblioteca a estudiar. Y se fue. Dejándome casi con la palabra en la boca.


Me quedé allí, en mitad del pasillo, como una imbécil. No me podía creer lo que estaba sucediendo.
Qué cobarde, qué mierda de tío, que...
Sentía mucha rabia. Me ardía la cara. Tenía ganas de llorar, de gritar...
Así que decidí irme a casa.
Estaba entrando por la puerta, maldiciéndome por haber sido tan tonta, y decidida ya a olvidarme de él, cuando me sonó el móvil. Tenía un mensaje.
Un mensaje de Mario.






------------------------------------------------------Continuará--------------------------------------------------
(¡Venga, que ya queda poco para el desenlace final! ;D)

16 comentarios:

  1. Esto es como una serie, que te dejan siempre en lo más interesante para el siguiente capítulo... queremos más!! Un beso :)

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  2. ay, qué de cosas hacemos (o nos hacen) a esas edades que ahora no permitiríamos. Si hubiera sabido a los 20 lo que sé a los 30...
    Besos!
    Rachel
    thesweetday.blogspot.com

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  3. agggggg, maldito!!!
    o yo soy muy mal pensada, o ese sms dice: que volvió con su ex-novia!!!
    me quedo intrigadísima!
    besitossss

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  4. aaaaayyyyy!!!!!!!!! actualiza yaaaaa!!!!!! jejeje :)

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  5. nooo!! justo cuando se estaba poniendo mas intenso!! no me digas que el sinverguenza tenia un bebe por ahi escondido!??!??!. Estare esperando la 4ta parte!

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  6. uauuu!!! me han encantado el post "noches frías" y la tercera parte de castillos en el aire, cada vez escribes mejor gata!!! Al final va a ser que el chavalín no merecía nada la pena, pero era un pipiolo, tan jóvenes ambos... ¿se le puede culpar? A mi me han pasado cosas peores con supuestos "hombres" de treintaytantos. Esperamos el final.

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  7. Madre mía, esto parece un culebrón... Capítulo 2156! jejeje!

    Te seguimos con ansia...
    Un beso!

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  8. Qué intriga... venga, cuéntanos el final, que nos tienes en ascuas... :-)))

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  9. Pues me he puesto al día, y sólo se me ocurre decir: me tienes es ascuas!

    Besos.

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  10. ais! empieza a caerme mal ese tal Marioojosdemelon

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  11. Me cae muy mal tu Mario, que verguenza que sea de mi mismo sexo.

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  12. ¡Qué cobardes son los hombres cuando enfrentan una situación que no pueden controlar o se salen de sus planes!

    Mira que te entiendo. A veces para salirme de dudas si a tal chico le gusto, ya que su comportamiento suele ser confusos. Y terminan desapareciendo, pero en el reencuentro me cuentan lo bien que se la pasaron conmigo.

    ¡Uf! Quien los entiende.



    Ya espero ansiosa el desenlace.

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  13. yo esque estoy en una época que he asumido que si a un tio le interesa, llama. Suena a rancia, no paro de repetirselo a mis amigas y me dicen que soy orgullosa. Pero no es orgullo, esque soy así de práctica. Estoy harta de tios que me dicen lo mallavirosa que soy para acostarse conmigo pero luego son incapaces de enviar un sms. Yo nunca envio sms, nunca llamo, nunca nada. Si intentan venderme la moto, los descarto. Si en cambio me plantean las cosas como son y son sinceros, si solo quieren sexo pero lo dicen, muchas más posibilidades.
    Y mis amigas no me hacen caso, son menos "orgullosas" pero luego se llevan los chascos...... En fin, vaya desahogo me he echado. Esque llevo unas semanas un poco indignada con los hombres jaja

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  14. me permito un segundo comentario después de lo que han dicho kittifilm y nuria. Toooda la razón!!! Si a un chico le interesas te lo demostrará y si no le interesas también te lo demostrará. La zalamería está a la orden del día, eres maravillosa hasta que pasas a ser usada y entoces te quedas como una idiota espernadole preguntándote ¿ dónde se ha metido ?... pues te la ha dado con queso. El tema del tal mario es excusable por la edad, el problema viene cuando te encuentras con "Marios" de 40 tacos. Vaya parrafada...

    Saludos!!!

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  15. Bueno, bueno, esto ya se parece a un culebrón venezolano (sin estirones de pelo, de momento juas juas). Espero ese desenlace final impaciente...

    Muaks

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  16. si no hicieramos esas locuras sentimentales a los 20, Gata... tendríamos que hacerlas a los 30, a los 40... y lo que en un adolescente queda tierno y pasional... si eres mayor, quedas como un auténtico gili... le das a tu relato un buen ritmo... cordiales maullidos....

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