23 de enero de 2011

Castillos en el aire (1ª parte)



Como sabéis, el término déjà vu ("ya visto", en francés) hace referencia a esa extraña e inquietante sensación de estar viviendo o presenciando una experiencia o una escena que ya se vivió en el pasado.


Se trata de un fenómeno bastante curioso y difícil de explicar; a pesar de haber sido muy estudiado a lo largo de los siglos, no se sabe todavía a ciencia cierta a qué es debido. Aunque muchas teorías apuntan a que se trata de un fallo del cerebro...
Bueno, estoy segura de que todos vosotros  (o la mayoría) habréis sentido, en algún momento de vuestra vida, un déjà vu... ¿A que sí?


Bueno, yo tuve uno justo ayer por la tarde...


Miento. En realidad, no fue un dèjà vu en el sentido estricto del término. En realidad, volví a vivir una escena muy similar, casi calcada, a otra que viví en el pasado.
La vida es así: a veces te sorprende repitiendo situaciones muy parecidas, pero distanciadas en el tiempo.


Ayer me encontré con una persona de mi pasado: un chico del que me enamoré en mi época de estudiante universitaria, y que me dejó un sabor agridulce... Más agrio que dulce, para ser sincera.


Pero empecemos por el principio...


Principios del 2001. Yo tenía 19 añitos y estaba en segundo de carrera. Fue entonces cuando conocí a Mario.
Él era tres años mayor que yo, estudiaba Filología Hispánica y aquel curso coincidimos en una asignatura optativa: Literatura Italiana. (Yo estudié Comunicación Audiovisual en la Facultad de Filología, Traducción y Comunicación).


Recuerdo que era una asignatura del segundo cuatrimestre, y yo aparecí por clase ya a finales de febrero. O sea que me había perdido unas cuantas clases.
El primer día que me decidí a ir, para colmo de males, llovía a mares y llegué tarde.
Así que cuando entré en la clase, me dirigí rápidamente al primer sitio que vi libre en una de las filas de delante.


Entonces no había cosa que me diera más vergüenza que llegar tarde y atravesar el aula enorme, mientras el profesor estaba explicando y todo el mundo te estaba mirando. Era como si tooooooodo... sucedieeeeeera a cáaaaamara... leeeeeentaaaaaa...


Una vez sentada y ya más tranquila, saqué un boli del estuche y unos cuantos folios de la carpeta y empecé a escuchar la explicación del profesor. Estaba hablando de La Vita nuova, de Dante.
Me había sentado al lado de una persona. Pero ni siquiera me fijé en un principio en si era un chico o una chica, y mucho menos en cómo era.


Empecé a tomar apuntes... y como soy zurda, mi brazo izquierdo chocó contra el brazo derecho de la persona sentada a mi lado. A mi izquierda, concretamente. Fue entonces cuando me fijé en él.
Sí, era un chico.
Primero observé sus manos por el rabillo del ojo. Eran muy bonitas. No muy grandes, bastante finas pero a la vez, varoniles y fuertes. Llevaba un anillo de plata en el pulgar.


(Siempre me fijo en las manos de la gente, no puedo evitarlo. Para mí es algo muy importante. Me dice mucho de esa persona. Y ni qué decir tiene que no me gustan los hombres con las manos feas, bastas o desastradas... No sé, pienso que, si me tiene que tocar o acariciar con esas manos, al menos que las tenga mínimamente decentes, ¿no? De hecho, todos los hombres con los que estado tienen las manos bonitas).


Disimulando fatal, fui subiendo la mirada poco a poco: el brazo, el hombro, el cuello... hasta llegar a su cara.
¡OMG! Me estaba mirando. Fijamente.


Primera impresión, más que positiva: era guapo. Bastante guapo. Atractivo. Pelo corto y castaño, ojos verdosos y picarones. Mirada muy penetrante. Labios carnosos.
No parecía muy alto (más tarde comprobé que, efectivamente, no lo era), pero tenía algo... Un atractivo increíble. Al menos, para mí.


No sabría explicarlo. No era un modelo, no era el típico guaperas, no era un tío de estos que vuelve locas a todas... pero sí tenía esa chispa que tienen algunos hombres, que los hace ser bastante ligones... y un poco "cabroncetes".
Y yo, justamente estaba en esa época de mi vida en la que me volvían loca los ligones cabroncetes.


Así que se juntaron el hambre con las ganas de comer.


Después de otros 3 choques (accidentales, creo) de brazo, seguidos de miradas y bastante cortazo por mi parte, acabó la clase. Yo estaba ya recogiendo mis cosas para irme, cuando oigo que se dirige a mí diciendo:


-La próxima clase nos tendremos que sentar al revés. Más que nada para no chocar...


Voz ronca + Sonrisa picarona del atractivo desconocido = Gata derretida


Sí, en ese momento creo que ya me rendí a su encanto.
Sonreí y me puse como un tomate.


-Es la primera vez que vienes a esta clase, ¿no? No recuerdo haberte visto antes... Bueno, me llamo Mario.


Le dije que sí, que era nueva, me presenté, y él se ofreció a dejarme los apuntes que habían dado en las clases a las que yo no había asistido.


Y fue así como empezó todo: me dejó los apuntes, me los fotocopié (aluciné porque tenía una letra muy clara y unos apuntes muy ordenados, cosa que me dio una buena imagen de él), nos volvimos a sentar juntos en la siguiente clase, y en la siguiente, y en la siguiente a la siguiente...


Sólo coincidíamos en Literatura Italiana: él ya estaba acabando Filología Hispánica y sólo iba a 5 asignaturas. Y yo justo ese día, sólo tenía esa asignatura por la mañana. Así que, cuando acababa la clase, los dos teníamos el resto de la mañana libre. Entonces nos bajábamos a la cafetería a almorzar y a charlar.


Enseguida intercambiamos los móviles, empezamos a conocernos cada vez más... y nos hicimos "amigos".
Aunque yo confieso que quería algo más. El gran interrogante era si él también quería algo más conmigo.


Mario me gustaba a morir. Más que eso: le deseaba. Nunca antes había sentido algo así por ningún chico. Por supuesto que me habían gustado muchos hasta ese momento, y me había enamorado con anterioridad. Pero era diferente. Lo que sentía por él en concreto era desconocido para mí hasta entonces. Era algo muy físico, muy salvaje. (Más tarde, he vuelto a experimentar esa sensación sólo con otros dos chicos, uno de ellos: J.J.).


En más de una ocasión me descubrí a mí misma mirando a Mario con cara de panoli y con unas ganas locas de tirarme a su cuello y darle el morreo de su vida.


En el tiempo en que estuvimos conociéndonos, hablamos de muchas cosas: de nuestros gustos, de nuestras aficiones, de nuestas vidas, nuestras familias, amigos... Pero nunca, en ningún momento, salió de su boca la palabra "novia". Nunca me habló de ninguna chica. Nunca hizo referencia a una relación amorosa.


Yo, en cambio, sí que dejé caer en una ocasión que no tenía pareja.


De todo esto, deduje que Mario no tenía novia; cosa que me extrañaba, ya que era un chico bastante guapo, atractivo, simpático y muy carismático.
Ahora lo pienso y creo que me autoengañé.


Supongo que tenía que habérselo preguntado directamente: Oye, ¿tienes novia?
Pero no sé, hubiera sido demasiado directo por mi parte. Y una también tiene su orgullo.


Además, qué narices: él sabía que me gustaba. ¡Se notaba a la legua!


Y por cierto, su trato hacia mí no era el típico de compañeros-coleguitas y ya está. No.
Digamos que había algunas señales que me decían que él podía sentirse también atraído por mí.


Por ejemplo: Mario era muy aficionado a la fotografía. Una vez me enseñó unas fotos que había hecho y aluciné. Eran preciosas y le felicité. Entonces él me dijo: Oye, ¿te gustaría que te hiciera un reportaje? Estaría bien. Seguro que das muy bien a cámara...


Yo pensé: ¡glups! ¿Era eso un piropo? ¿Me estaba diciendo que posara para él?
Me quedé que no supe qué decir... Creo que le dije que ya lo pensaría. Al final, ese reportaje nunca se llegó a hacer.


Y bueno, había más detalles: era muy atento conmigo, era cariñoso (pero sin salirse del límite correcto)... Una vez que fui con falda a clase, me dijo que por qué no me ponía falda más veces, con lo bien que me quedaba...


En fin, muchas tonterías, pequeños detalles, pero nada concreto. Y cuando una persona te gusta, a poquito interés que te muestre y a poquito que te regale el oído, empiezas a construir castillos en el aire. Al menos, a mí me pasa, no sé a vosotros.
Ahora ya menos, pero entonces yo era una chiquilla romántica y bastante tendente a la fantasía.
Y me construí en el aire el Palacio de Buckingham entero.


Pasaban los días y yo sólo quería que llegaran los martes y jueves por la mañana para ir a clase de Literatura Italiana. Y no porque sintiera una especial pasión por Dante, Petrarca o Maquiavelo.
No. Era para verle. Para estar con él.


Yo ya no sabía qué hacer. A veces, me armaba de valor y pensaba: "Mañana me lanzo y le digo que me gusta. O le planto un beso en la boca y que sea lo que Dios quiera..." Pero luego nunca me atrevía.


Y así fue pasando el tiempo hasta que, allá por mayo, se organizó una cena de clase.
En un principio, yo no pensaba ir, porque Literatura Italiana era una optativa que no pertenecía a mi carrera y no coincidía en ella con ninguno de mis compañeros habituales. Vamos, que excepto con Mario, no había cruzado ni dos palabras con nadie de esa clase. Además, no sé por qué, pensé que él también pasaría mucho de ir. Pero me equivoqué.


Un día, después de clase me dijo: ¿Sabes lo de la cena de Literatura Italiana?
Yo le dije que sí, pero que no pensaba ir.


-O sea, que me vas a dejar sólo con los "italianis" esos... ¡Ya te vale! (Sonrisa pícara)


Ojiplática, le pregunté si de verdad él tenía pensado ir.
Me dijo que por supuesto, pero que no sería igual sin mí, y que si no iba a la cena, me quedaría sin probar las mejores pizzas de toda Valencia. Por lo visto, él ya sabía el sitio donde sería la cena.


¿Qué creéis?
¿Que fui a la cena o que no?


Correcto: fui de cabeza.


Estuve toda la tarde arreglándome: me puse falda (como él me había dicho en su momento) y taconazo, me planché mi rubia cabellera, me maquillé, me perfumé... y salí de casa lista para matar.
Esa noche, Mario caía, sí o sí.




 -------------------------------------------------------Continuará-------------------------------------------------------





15 comentarios:

  1. Aaaaaaaah!! nos has dejado en el punto álgido de la historia!, ya te vale... juas juas.
    Ya me he planteado mi hipótesis: Mario tiene novia y se la lleva a la cena y tu te quedas con cara de piolín?? jijiji...
    Espero el continuará ;).

    Muaks

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  2. joo! con lo interesante que estaba!!!
    me quedo esperando la segunda parte con ansias! jeje
    besitos

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  3. Otro que queda a la espera.... si le pones más ambientación queda como cuento de barbie fantasia o las princesas de Disney... sigue, que quedo a la espera.

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  4. ay sí, sí, si parece el inicio de una novela de corín tellado. Aunque por el nombre del chico y la pintaja a ver si al final salió gay...

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  5. ¡Oh no! Le cortaste en la mejor parte.

    Quiero saber si Mario caía esa noche...que cruel por dejarme en duda.

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  6. Pues si no cayó, ya me contarás el porqué... Porque yo hubiera caído fijo ;P

    Besos

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  7. Muy entretenido!!

    Deseando la segunda parte.

    Ah! y el deja vu es un fenómeno que tiene explicación científica y biológica.

    Un saludo

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  8. es una broma, no? nos dejas así? jeje

    He vuelto a tu blog después de a saber cuanto sin entrar, me he leído todo lo que tenía pendiente (mucho) y creo que sigues teniendo la misma gracia del principio, incluso con un poco más de aplomo, así que me alegro que no lo dejaras. :)
    Estoy enganchada a tu historia, aunque me temo como acabará jaja
    Me alegro tb que las cosas se arreglaran con JJ, tal como escribes se os vé muy enamorados, las mudanzas soooooooon estresantes, mucho, pero no vaís a dejar que eso estropee algo tan bonito, verdad?

    Un abrazo!!!
    Núria-Yacky

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  9. Esto no se hace, pareces Peter Jackson en el primer LOTR.

    Seguiremos a la espera pero lo de Buckingham aéreo pinta a tortazo.

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  10. Aishhhh! Qué pasó?? Ya me estoy imaginando que apareció a la cena con una novia... :S Jajaja. Un beso!

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  11. una entrada muy interesante, gata... pero es cierto, nos dejas con la latita de atún en el hocico... esperando la segunda parte, cordiales maullidos desde Madrid...

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  12. vale... cuándo dices que sale la segunda parte y sucesivas???
    Que nos has dejao en lo mejor, jodía!!!
    Ainssss... me noto ansiosa...
    Bueno, mañana vuelvo, a ver si entonces...
    Un saludete!!!

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  13. He descubierto tu blog hace poco, pero lo poco que he leido me encanta! Estare esperando la 2nd parte de esta historia. Saludos!

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  14. Hoooooola a tutti!!! Minino y Cassiopeia: bienvenidos! Y gracias por haberos quedado en mis tejados. Estáis en vuestra casa!
    Y Nuria y Esthertxu, cuánto tiempo! Qué alegría veros de nuevo por aquí!!

    Bueno... veo que os tengo algo intrigados con la historia de Mario, jejejej!! La verdad es que fui un poco malévola, al cortar el relato justo ahí... ;)
    Vale, que no cunda el pánico, que mañana, si no pasa nada, tendréis la segunda parte! :D

    Me ha hecho mucha gracia que algunos de vosotros incluso habéis apuntado vuestras propias teorías sobre lo que pasó al final. En concreto, limón y M coinciden en que Mario fue a la cena con su novia... Jejejje... Menudo papelón para mí, no?? :-S Bueno... ya veremos.
    Y L., no sabía yo que Mario fuera nombre de gay! Primera noticia al respecto!
    Y, qué quieres decir con "pintaja"?
    Porque ya te digo desde aquí que el tío estaba tremendo y que era muy varonil...

    Bueno, amiguetes gatunos, hoy voy muy liada en el trabajo,pero mañana seguramente habrá segundo capítulo del culebrón "Mario".

    Besotes!! ;)

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