22 de abril de 2013

Dientes, dientes...


...que eso es lo que les jode." (Isabel Pantoja, gran filósofa y pensadora sevillana dixit).

No, en serio, hoy voy a hablar de nuestros amigos los dientes. Esos pequeños seres que nos acompañan a lo largo de buena parte de nuestra existencia, y que tan importantes son, aunque a menudo no reparemos en ello.

Imaginad por un momento que no tenéis dientes. Visualizaos sin piños.
Ese bocata de chorizo, esa bolsa de papas, esas palomitas de maíz, esos torreznos, ese turrón tan apetitosos... Sin dientes dejan de serlo en cero coma.

¿Y qué tal una sonrisa desdentada? Sólo encías. Poco seductora, poco atractiva, ¿verdad?

Los dientes, si lo pensamos bien, son una metáfora de la vida misma. De la evolución, de la adaptación al medio. Del ciclo vital.
Venimos al mundo sin dientes y llegamos a la vejez también sin ellos; o al menos, sin buena parte de las piezas originales.

Los dientes salen, se caen, vuelven a salir, mastican, muerden, se ensucian, se pican, se parten, se rompen, duelen, molestan, se caen de nuevo... A menudo, nos esclavizan. Nos putean, vaya.
Los dientes son exigentes. Son caprichosos. Requieren atenciones y cuidados.

Casi todo lo que rodea al mundo dental entraña su dosis de dolor, sacrificio o sufrimiento.

Cuando salen por primera vez, se hacen notar a base de bien. Duelen. Mucho.
El bebé al que le están saliendo los dientecitos sufre, llora, se toca su boquita babeante, sus encías al rojo vivo, sin saber muy bien qué le pasa.
La salida de los dientes de leche es una de esas primeras lecciones que recibimos en vida y que nos advierten de que no va a ser todo un camino de rosas.

Luego, unos años después, esos mismos dientes que nos amargaron durante meses siendo bebés, que nos enseñaron que la vida es dura a veces, deciden que ya no más, que se jubilan. Y se caen, dejando paso a los dientes definitivos.

Pero esta vez se vive de manera diferente. Se es plenamente consciente de lo que pasa. Es más: quieres que pase. Porque significa que te haces mayor. Y eso mola.
Se te caen los dientes de leche, los dientes de niño, porque te salen los de persona mayor.

Así, un buen día, con 5 o 6 años, como quien no quiere la cosa, notas cómo uno de tus incisivos inferiores está algo más blandito, como que bailotea. ¡Se mueve! (qué coño se va a mover, se mueve porque lo toqueteas con el dedo o la lengua).... ¡Qué emoción! ¡Se me mueve un diente! Ya casi soy como los mayores...

Y empiezas ahí, a tocarte el diente, tiki-taka, tiki-taka. Y el diente se mueve cada vez más y más, está ya a punto de caramelo. ¿Me lo arranco de un tirón? Ay, no qué susto...

Sí, mucho susto, pero tú ahí sigues, tiki-taka, tiki-taka... En un bucle sin fin. No puedes dejar de hacerlo.

Hasta que un día, por fin, tacháaaaannnnnn... El diente cae. Por aburrimiento ya.
Puede que se te cayera mientras dormías y te lo tragaras (el colmo de la frustración) o que te lo encuentres en la cama a la mañana siguiente; puede que te lo haya quitado tu padre tirando de un hilito, puede que te lo hayas quitado tú mismo de tanto tiki-taka.
Observas en la palma de tu mano ese minúsculo diente con su hilillo de sangre reseca. Y flipas. Te sientes mayor. Henchido de orgullo.

Luego además, está la historia ésa del Ratoncito Pérez, que te deja monedas por cada diente que se te cae y tal, con lo que el tema todavía mola más.
En mi casa nunca tuvo mucho éxito lo del Ratoncito Pérez. Nunca me lo creí, y me pareció siempre la versión baratera de los Reyes Magos. (Aunque oye, nunca venía mal el dinerito...)

Bueno, una vez cae el primer diente, progresivamente, van cayendo todos. Pero la cosa tiene cada vez menos emoción, claro. Poco a poco, tu boca se va llenando de dientes definitivos, hasta que llega un momento en que tienes ya todas o casi todas las piezas en su sitio. Y empieza una nueva etapa.

Ahora, que ya tienes tus dientes definitivos, los de toda la vida, hay que aprender a cuidarlos y limpiarlos convenientemente.


Ahora toca hacer todas esas cosas que a los críos les dan toda la perezaca:

-Lavarse los dientes 3 veces al día, mínimo. Mejor después de cada comida y antes de irse a dormir. Puffffff... Al final, a fuerza de darnos la brasa nuestras madres, acabamos haciendo del cepillado un hábito. Nunca se lo agradeceremos lo suficiente.


-No comer chucherías ni cosas azucaradas para evitar la CARIES. Cuánto miedo nos meterían y cuánto nos abrasarían con el tema de la caries, ¿eh? La caries=enemigo público nº 1. Yo vivía acojonada.


 -Comer mucha manzana. "La manzana es la mejor amiga de tus dientes". Ya, pero a ti te gustaban infinitamente más las chuches... Dónde va a parar.


 -Utilizar el hilo dental. Coñazo...

-Ir como mínimo una vez al año al dentista. Pos' vale...

Son cosas que a un niño le molan entre cero y menos 500. Por eso digo que el tema dental siempre implica su dosis de sacrificio. Aunque bueno, al final, más que menos, acababas doptando todos esos hábitos de salud buco-dental.
No había más huevos; si no, ya sabías lo que te esperaba: vendría una caries gigante, te secuestraría, te llevaría al País de las Caries, se comería todos tus dientes uno por uno y te robaría la merienda. Eso, como mínimo.

Pero no todo es tener los dientes sanos. Hay más, mucho más. Ya os dije que los dientes son unos malditos caprichosos.
Si te salieron torcidos o apiñados, te tocará -si quieres y te lo puedes permitir, of course- pasar por el coñazo máximo de la ortodoncia.
Hay quien lleva ortodoncia de pequeño y hay quien de niño no pudo y se pone los brackets de mayor. Y luego estamos los que tuvimos que vivirlo de niños y también de mayores, ya que la primera vez no nos quedaron los piños del todo bien.

Llevar aparato en la boca no mola. Nada. Digan lo que digan.
Y sé de lo que hablo. La ortodoncia es fea, es molesta, se ve, hace el habla rara, hace daño a veces, produce llagas... Y comer determinados alimentos en público llevando brackets puede ser una pérdida inmediata de dignidad:


Que sí, que cada vez son más discretos, que cada vez se notan y molestan menos y blablabla....
Pero aun así, lo que yo os diga: un coñazo.

Además, cuesta una pasta.
Porque ésa es otra: el negocio de los ortodoncistas. ¡Esa peña está forrada! A 600 euros (mínimo) la ortodoncia (que es no es más que unos trocitos de metal cogidos con un alambre); vamos, no me jodas...

De todas formas, vaaaaale: tengo que reconocer que sí, al final, esta segunda vez llevando backets, ha valido la pena. Estoy muy contenta.

Dentro de la estética dental, además de las ortodoncias,están los implantes, las fundas... Y ahora es´ta muy de moda em tema de los blanqueamientos.
Pero claro, hay blanqueamientos y BLANQUEAMIENTOS NUCLEARES.

Hay gente que simplemente elimina o contrarresta lo máximo posible el tono amarillento o grisáceo que van cogiendo los dientes con el tiempo y por mil factores (alimentos, café, tabaco, medicamentos), hasta dejar un tono blanco natural. Y luego hay a quien directamente se le va de las manos y acaba teniendo los dientes fosforitos.
Esa gente a la que puedes ver perfectamente en la oscuridad si abren la boca o sonríen. Esos amigos a los que nunca perderás de vista en una discoteca con luces ultravioleta.

Los dientes son fuertes, resistentes; son tipos duros. Están diseñados para aguantar grandes presiones, para destrozar alimentos y materiales. Pero no son indestructibles.
Se pueden partir, romper o incluso pueden saltar de raíz ante un impacto. Caídas, accidentes, golpes... Pueden acabar con ellos. Y entonces, nos tocará ir al dentista a que nos ponga un implante y dejarnos una pasta gansa (como siempre que vamos).

Así que, ya sabéis: cuidad vuestra dentadura, dadle las atenciones que requiere (que sí, que es un coñazo y tal, pero es lo que hay), y sobre todo, lucidla: ¡¡SMILE!! =)
FELIZ SEMANA.



*Dos posts en apenas 3 días ¿Qué me está pasando? ... Tengo medito.  :D


6 comentarios:

  1. ¿Y qué me dices de esa gente que, con treinta-cuarenta años, bien mayorcitos y sabiendo el sufrimiento que implican unos brackets, se los ponen, VOLUNTARIAMENTE? Tenía una compañera que se puso toda una maquinaria, a sus treinta y tres años. ¡Ni siquiera podía hablar! Imagínatela, sin poder vocalizar, en una reunión internacional... Y no tenía ningún problema grave, ni presente ni futuro.

    En mi caso, he sido hija de padres "guarros", de esos que decían que con que te lavaras los dientes por la noche ya valía. No he tenido problemas graves y cuando voy al dentista (dos veces al año), me duermo de lo a gustico que me quedo :D

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  2. ¿¿¿¿600 euros la ortodoncia???? Jaaaaaaaaaa, será en el "mercadillo ortodoncístico" porque vamos, oseaaaaaaaaaa... OOJALÁ sólo costara eso XD.

    Estás que te sales, Gata, se te ha pasado rápido la crisis bloguera :O

    ¡Buen análisis dentario!

    Un beso!

    pd: para Sephora: oye, yo me los puse con taytantos y no ha sido tampoco ningún drama eh y divina de la muerte ;) Sarna con gusto, no pica :P
    Además, lo del "problema más o menos grave" lo debe decidir el que se los pone, digo yo. Cada uno que haga lo que le compense, ¿no? :D

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  3. Uf, yo aquí soy una privilegiada. Tengo los dientes exactamente igual que mi madre. y ella igual que la suya. mi abuela tiene 82 años y jamás ha pisado un dentista. le faltan dos muelas, perdió una con cada embarazo. y punto. tienes perfectos y sanos a esa edad, casi un milagro. mi madre, lo mismo. 50 tacos y no sabe qué es un dentista. pero tampoco sabe qué es una caries. Yo he ido al dentista cuatro veces en mi vida. las cuatro muelas del juicio fuera. y punto. el tío siempre que me ve flipa. cree que me debo cuidar muchísimo la boca. y hombre... me cepillo los dientes mañana y noche, pero no después de cada comida. no suelo usar hilo. fumo. como cosas dulces a porrillo... total, que espero que la genética y la suerte me duren!!
    De la moda de hoy en día de los dientes super perfectamente alineados y blancos como azulejos no sé qué decir. a mí no me gusta. me gustan las cosas naturales y a mí, personalmente, unos dientes un poquito descolocados no me parecen feos. un poquito, no sé, un colmillo un poco más salido o un paleto un poquito montado. tampoco mola que parezca que te han tirado los dientes de un quinto piso, pero no me gusta el rollito tan falso que se lleva ahora. Y la gente que se pone brakets a los 50 años. pues no lo veo, qué quieres que te diga.
    Por suerte también yo los tengo bastante ordenados. obviamente no como si hubiera llevado ortodoncia, pero muy bien para ser naturales y no me hubiera merecido la pena llevar aparato.
    Si el caso es sonreír con alegría!!
    Tú sigue dándole a la tecla, que si no se te echa de menos y me preocupo y ains. no mola. tú dale, dale a publicar post!
    Un besazo!

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  4. Ah los dientes, que si comer mucho acido los daña o mucho dulce, que si usas el enjuague te cargas el esmalte... Ya no sabe uno ni que hacer para cuidarselos.
    Yo tuve aparatos dentales muuuuuuuchos años de mi vida en niñes y adolescencia y es que tenia los dientes salidos :( Durante un tiempo y despues de mucho dolor me quedaron bien y cuando me salieron las muelas del juicio se volvieron a desacomodar. Buuu, tanto sufrimiento y dolor para nada.
    Por lo cual ni loca me vuelvo a poner fierro alguno en mi boca, ya padeci de eso cerca de 8 años y no sirvio para nada jajaj, dice una amiga que paso por lo mismo, "los dientes tienen memoria". Por el momento los tengo parejos y bien cuidados, si los sigo teniendo un poco salidos pues que mas da...

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  5. Y cuando te rompes un diente, y es el de delante, y te queda más oscuro del golpe porque toca el nervio, en fin, solo espero no tener que volver a andar en los dientes salvo por la limpieza anual, son un rollo con 5 y con 25. Muy buen post. Biquiños!

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  6. Yo he tenido la suerte de que nunca he tenido una caries ni sé lo que es tener dolor en los dientes. Eso sí, están algo torcidillos, sobre todo los de arriba, pero como que ya paso de ponerme ortodoncia a estas alturas... Me gustaría ponerme esos que son transparentes pero cuestan una pasta. Lo que tengo fastidiado son las encías. Una pena porque por culpa de ellas seguramente terminaré perdiendo esas piezas tan sanas que tengo... Ayyyy. Besotes!!!

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