4 de septiembre de 2010
La carta del adiós
Esta mañana he ido a casa de mis padres, aprovechando que ellos estaban fuera, para hacer algo de limpieza en mi antigua habitación.
Mientras ordenaba el escritorio, en el último cajón, he encontrado una carta.
Era aquella carta que me escribiste suplicándome que no me fuera de tu lado, diciéndome que yo era lo más importante de tu vida. Que sin mí nada tenía sentido.
Que no podías imaginar lo que sería despertarte una mañana si yo no estaba contigo.
Que no importaban nuestras diferencias, sino lo que nos unía.
Que yo era la mujer de tu vida...
¿Te acuerdas?
Me diste esa carta una noche de hace dos años y pico, en el parque que está enfrente de la casa de mis padres. Aquel parque que fue testigo mudo de algunas tardes de amor, besos y risas. Pero también de más de una discusión y de muchas lágrimas por mi parte. Como aquellas que derramé esa misma noche, que fue también la última vez que nos vimos.
Fue una semana después de aquel sábado de madrugada, cuando al llegar a mi casa y antes de salir de tu coche, me armé de valor y te dije que lo nuestro tenía que acabar ahí, que no tenía sentido seguir. Que estaba cansada de luchar por una relación que no funcionaba desde hacía meses... o incluso años.
Que no quería que siguiéramos haciéndonos daños. Que tú y yo no estábamos hechos el uno para el otro y que nunca podríamos ser felices juntos.
Lo que no te dije en aquel momento (por no hacerte más daño), era que ya no estaba enamorada de ti.
Desde ese día, tú no paraste de llamarme para intentar arreglarlo, para convencerme de que lo nuestro sí tenía futuro porque nos queríamos, y que, si los dos poníamos de nuestra parte, podíamos construir un futuro juntos.
Tanto insististe que accedí a verte por última vez, aunque tú albergabas grandes esperanzas de que no fuera la última. Yo, en cambio, estaba convencida de que ya no había vuelta atrás.
Así que allí estábamos, aquella noche de mayo, frente a frente.
Me quisiste besar. Yo te pedí por favor que no lo hicieras. Que no lo pusieras más difícil.
Antes de que hablaras, te advertí que no iba a cambiar de opinión. (Aunque intentaba mostrar firmeza, en realidad, me temblaban las piernas).
Tú me rogaste, me suplicaste... Lloraste, como nunca antes te había visto llorar. Y me diste aquella carta, escrita de tu puño y letra.
Te dije que no podía leerla en aquel momento, estando tú presente. Pero tú me lo pediste por favor.
Así que la leí, sentada a tu lado en aquel frío banco de piedra, con un nudo en la garganta.
La carta era preciosa: todas esas cosas que apenas me habías dicho un par de veces en 5 años de relación, las condensabas en dos folios, donde también hacías planes de futuro para ambos.
Posiblemente, en otra etapa de la relación, aquellas palabras me habrían hecho flaquear y volver a tus brazos sin dudar. Pero no en aquel momento.
Era ya demasiado tarde. Así te lo dije: "Es demasiado tarde, C. Lo siento".
Yo ya no creía en un futuro contigo. Y lo peor es que no sólo no creía, sino que tampoco quería.
Pero tú no lo entendías, no podías creerlo, ni aceptarlo. Yo tampoco me reconocía a mí misma. Estaba poniendo fin a 5 años muy intensos. Estaba dejando al que hasta entonces había sido el hombre de mi vida. Y parecía no temblarme el pulso.
Tú no parabas de preguntarme qué había pasado. Por qué ya no quería seguir contigo.
Y por más que te dije que lo habíamos hablado mil veces, que teníamos un día bueno por cada cinco malos, que no éramos felices en esa relación, que nos habíamos dicho cosas horribles, que no me veía contigo en un futuro, que no bastaba con quererse, que a veces, dos personas pueden quererse mucho, pero ser incompatibles y hacerse daño inconscientemente... tú seguías sin entenderlo.
Así que tuve que sincerarme totalmente contigo y decirte que, aunque te seguía queriendo, ya no era igual. Porque ya no estaba enamorada de ti.
Fue entonces cuando te diste cuenta de que no iba a cambiar de opinión.
Te quedaste callado, mirándome en silencio. Recuerdo aún tus ojos, tus grandes ojos negros, de espesas pestañas. Aquellos ojos que tanto me gustaban, mirándome fijamente. Unos segundos más tarde (que se me hicieron eternos) dijiste: "Está bien, si ya lo has decidido y es lo que quieres... así será".
Te levantaste, me diste un beso en la mejilla, me acariciaste el pelo y con voz grave, me dijiste: "Espero que todo te vaya muy bien. Adiós".
Entonces sentí vértigo. Dudé por unos instantes. Pensé si no estaría cometiendo el peor error de mi vida dejándote marchar. Pero sólo acerté a decir: "Lo siento mucho..."
Y rompí a llorar con tu carta entre mis manos. Creo que ya no me oíste. Te metiste en tu coche y te fuiste.
Observé con tristeza cómo se alejaba tu coche rojo, hasta que lo perdí de vista. Supe entonces que no volvería a verte.
Después, subí a casa de mis padres (ellos no estaban ese fin de semana, se habían ido al pueblo, cosa que agradecí), me tiré en la cama y lloré amargamente.
Llorando me quedé dormida.
No sé qué hice entonces con tu carta, ni siquiera recuerdo haberla guardado en ese cajón. Pero ahí estaba esta mañana, donde la he encontrado.
La he vuelto a leer entera, y he vuelto a sentir la misma congoja, ese nudo en la garganta. Ese sentimiento de culpabilidad. Y he vuelto a llorar recordando todo aquello.
Han pasado casi dos años y medio desde entonces... y aún, a veces, me siento culpable por lo que pasó. Todavía siento haberte hecho daño. Pero no tuve otra salida. No podía seguir engañándote ni engañándome a mí misma.
Y no me arrepiento de haber tomado esa decisión. Estoy segura de que, a la larga, nos ha beneficiado a ambos. No hubiéramos sido felices, y tarde o temprano, nos habríamos dicho adiós.
Así que he cogido tu carta, la he vuelto a meter en su sobre y, la he guardado en el cajón. No quiero pensar más en aquella noche. Lo que pasó, pasó. No merece la pena torturarse más.
Aun así, algunas veces, pienso que me gustaría saber cómo estás, qué tal te va todo, si eres feliz...
Ojalá que sí. Ojalá.
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Es una carta bastante sincera y la noche aquella seguro que fue especial y jamás olvidarás para bien o para mal. Es lo que pasa cuando te das cuenta que algo no se puede alargar más.
ResponderEliminarSe cerró una etapa y se abrió otra.
Un saludo
no quieres foro de debate, entendido.
ResponderEliminarrespecto a lo que tú escribes, supongo que aunque hubieses querido quedar como "amiga" (que tampoco sé si realmente lo hubieses querido) me imagino que a él le hubiera resultado imposible pasar de ser "amado" a ser "amigo" dado que parece según lo cuentas que él si seguía enamorado de ti, y de ahí su despedida resignada, tan aséptica y respetuosa con tu decisión final.
el desamor es amargo y parece que no deja sólo mal sabor de boca en -quien es dejado- sino también en quién "deja...
pero si todavía tienes un "run run" que te hace preguntarte que ha sido de él, para tu tranquilidad y contando con el consenso de tu pareja actual obvio, puedes preguntar a terceras personas o intentar localizarlo directamente.
no puedo hablar por mi porque nunca tuve una relación tan larga y si la tuve tuvo unas características que la hicieron salirse de lo convencional, pero si sé de personas de mi círculo que lo hicieron y no pasa nada, no es nada malo.
agua pasada no mueve molino y por un hola, qué tal estás, qué es de tu vida? después de cinco años de relación y ya asimilada la situación por los dos y reencaminada la vida cada uno por su carril sería un reencuentro amistoso, no para proseguir con una amistad, porque si no la cosa se liaría... tendria que ser un único encuentro puntual. ( pienso yo )
saludos.
Hola teologiadeS! Sí, fue muy difícil dar ese paso, pero tuve que hacerlo. Aquello no podía alargarse más. Pero se pasa mal, nunca es agradable tener que decirle adiós a alguien que ha sido tan importante en tu vida, pero en fin... así es. La cosa bno daba más de sí.
ResponderEliminarHacía tiempo que no pensaba en ello, pero la carta apareció... y me lo recordó. Afortunadamente, hoy ya me siento mucho mejor.
BEsos!
Hola lidia! A ver, yo nunca he dicho que no quiera foro de debate. Claro que quiero, para eso, entre otras cosas, escribo un blog. Pero quiero debatir sobre lo que escribo aquí, no sobre lo que otros escriben o dejen de escribir. Eso, sinceramente, no me importa.
ResponderEliminarSiempre que has comentado y has sido crítica con lo que aquí escribo te he respondido, o sea que nunca he evitado el debate. Vaya eso por delante. :)
En cuanto a lo que escribes sobre esta entrada, te agradezco tu comentario tan extenso y sincero.
Y, como tú dices, no, no quise acabar como amiga con mi ex, entre otras cosas, porque no creo en la amistad "después de...". Me cuesta trabajo creer que dos personas que han traspasado esa línea puedan quedar como colegas. En fin, casos hay por el mundo, pero a mí, me resultaría difícil, la verdad.
Y claro que es duro y amargo decirle adiós a alguien a quien has querido. Parece que sólo sufre el que es dejado, pero dejar tampoco es plato de gusto. (Aunque supongo que es menos doloroso).
Yo espero, eso sí, no verme nunca más en esa tesitura. Lo pasé verdaderamente mal, porque aún le quería, pero sabía que lo nuestro no tenía futuro. Lo habíamos intentado ya demasiadas veces, sin éxito.
El problema es que ambos éramos incapaces de dar ese paso. Al final, fui yo la que se atrevió a darlo primero, pero ya te digo que era cuestión de tiempo. Antes o después, hubiera pasado, porque la cosa no saba más de sí.
De hecho, al tercer año de relación con él ya empecé a darme cuenta de que aquello no funcionaba... el resto fue alargar por alargar. Creo que por miedo a la soledad. No sé...
El caso es que hacía tiempo ya que no pensaba en ello, y el sentimiento de culpabilidad que me atenazó durante meses, y que ya parecía haberse ido definitivamente, volvió momentáneamente ayer, cuando encontré su carta.
Sobre lo que dices de intentar contactar con él, no creo que sea buena idea, porque la ruptura fue dolorosa (sobre todo para él)y no creo que tenga muchas ganas de verme. Ademas, no querría liar las cosas. Hace ya casi dos años y medio... sería raro, no?
Sé por amigos comunes que lo vieron hace poco que "está bien".
En fin, que ayer la carta me removió un poco la conciencia... y volví a pensar en todo lo que pasó.
Pero hoy ya estoy mejor.
A veces, el pasado regresa, y no podemos darle la espalda.
Saludos... y gracias!!
Buff cuanta intensidad...La verdad que yo no he pasadopor ese tipo de experiencais pero debió de ser muy duro sentir algo por esa persona pero ser consciente de que la relación no podía alargarse más.Me alegro que hayas superado ese mal maomento.
ResponderEliminarUn beso
Hola Sirena! Bienvenida!!!
ResponderEliminarPues sí, fue duro, muy duro. Sé que él lo pasó mal pero... yo también tuve mi trago amargo.
Tuve que dejarlo, y me sentí fatal durante meses. Con un sentimiento de culpabilidad terrible.
Además, él intentó posteriormente que volviéramos, pero yo le dejé claro que no podía ser. Y al final, lo respetó.
Afortunadamente, ya lo superé, y hoy soy muy feliz al lado de otro chico.
En cuanto a mi ex, le deseo todo lo mejor.
Es una gran persona. Sólo que no éramos compatibles.
Un beso!
Yo tambien recuerdo ese sentimiento de culpabilidad cuando le pedí la separación a mi ex-marido. Hizo en pocos días lo que le había pedido en los 15 años de casados y nunca fue capaz de darme, pero ya era tarde, me había desenamorado...
ResponderEliminarNo te sientas mal por lo que hiciste, a veces hay que ser egoista y pensar en una misma. Si tu no eras feliz, era imposible hacerle feliz a él.
Muchos besos! :)
Te entiendo perfectamente. Como sabes, hace unos meses tuve que tomar una decisión así, y desde luego, aunque no estoy arrepentida, y sé que hice lo correcto, aún duele el saber que le hice daño.
ResponderEliminarBuah, gata. No sabes lo que me ha gustado este escrito. Me ha removido por dentro. Seguro que a estas alturas, con la perspectiva que da el tiempo, él entiende perfectamente esa ruptura. Lo sé, así como que también es feliz, como tú...
ResponderEliminarBesos.
Que se puede decir que no resulte vano ante tal derroche de sinceridad y sentimientos...
ResponderEliminarEspero que vaya bien a ambas partes...
Siento que hayas tenido que pasar por eso, sé lo que tuviste que sufrir porque yo ahora me veo en esa situación.
ResponderEliminarY es cierto, dejar a alguien no es fácil. Creo que incluso puede ser tanto o más duro, porque cuando te dejan, lo único que puedes hacer es mirar hacia delante, reponerte y seguir con tu vida, pero cuando dejas, además está el hecho de dudar sobre si estás haciendo bien, la culpabilidad...A mi me han dejado y he dejado, y creo que lo pasé peor dejando.
Siento escribir una entrada retrasada, pero es que como ya te he dicho el tema me toca de cerca.
Un beso enorme y me alegro de que estés bien
Hola Gata Negra, muchas gracias!! La verdad es que estoy aucinada con el apoyo que estoy recibiendo de todos vosotros.... y bueno, la verdad es que vuestras palabras me reconfortan mucho. Me ayudan a iberarme de ese sentimiento de culpabilidad.
ResponderEliminarSiento que tú también hayas tenido que pasar por algo similar. Y encima, era tu marido, con lo que romper, con hijos de por medio y todo, debió ser muy duro.
Efectivamente, cunado te desenamoras, por mucho que la otra persona haga, no hay vuelta atrás. Es como una chispa, que cuando se apaga, ya no hay nada que hacer. Y es todavía más duro ver a la otra persona haciendo lo imposible por arreglar lo que ya no tiene arreglo.
En fin... como tú dices, fui "egoísta", pero es que no tuve otra salida. Era la única forma de permitirme ser feliz algún día (y de permitir que él lo fuera).
Besitos y gracias!!
Hola DANYGIRL!!! Has plasmado a la perfección lo que siento y pienso. Aunque sepa que hice lo correcto y el tiempo me haya dado la razón, duele mucho y me sigue pesando el saber que tuve que hacerle daño a una persona importante en mi vida.
ResponderEliminarPero bueno... hay que intentar no torturarse con la culpa. No sirve para nada.
Un besito!
Hola Jauroles... me alegro de que te haya gustado la entrada. Para mí siempre es difícil hablar de esa época de mi vida, porque aún siento algo de culpa por lo sucedido.
ResponderEliminarPero bueno, hay que mirar hacia adelante, y ojalá sea como tú dices, y él haya entendido por qué tuve que romper con él, por qué tuve que hacerle daño.... y sobre todo, que hoy sea feliz.
Un beso! Gracias!
Hola Alberto! La verdad es que sí me he sincerado en esta entrada. Creo que es una de las entradas en las que más me he expuesto, pero lo necesitaba ya.
ResponderEliminarY ver vuestras reacciones y mensajes de ánimo me han ayudado un montón.
Y yo espero que a él le vaya todo muy bien, como me va a mí ahora.
Besos
Hola Juno! Sé que tú estás ahora atravesando una situación muy similar a la mía. Y como DANYGIRL y Gata Negra, me entiendes a la perfección.
ResponderEliminarY mira, no lo había pensado, siempre se tiende a pensar que el que es dejado es el que más sufre. Que sí, que sentirse de repente abandonado es muy duro. Pero el que deja tiene que cargar con la responsabilidad, con la incertidumbre de si ha hecho bien o ha cometido un error garrafal.
Y con la CULPA, que no es poco.
El desamor duele mucho, pero se pasa y cunado lo superas, es definitivo. Pero me temo que esto de la culpa va y viene....
Muchas gracias por tu comentario, no te preocupes por haber comentado más tarde, no pasa nada. Aquí no hay plazos!
Y espero que tú ya estés mejor... y si te puedo ayudar en cualquier cosa, ya sabes dónde estoy.
Un besito, guapa!!!
Hola, Gata:
ResponderEliminarSí, qué difícil es decir adiós a una persona, sobre todo, cuando sabes que vas a hacerle daño y que no lo va a entender.
Qué duro es cuando la otra persona quiere darte aquello que hubieras deseado hacía un tiempo. Cuando te llega tarde, ya no lo quieres.
Yo sólo he dejado una vez en mi vida y lo pasé fatal para dar ese paso, porque me daba miedo lo que pudiera venir detrás. Mi vida sin él.
Besos.
Hola Mar! Qué bonito el comentario.... Refleja perfectamente lo que snetí en aque momento: lo difícil que es dejar a alguien, saber que le vas a hacer sufrir y que, en ese momento, no lo va a entender.
ResponderEliminarY ver que esa persona intenta hacer lo imposible por arreglar las cosas, pero tú ya no quieres seguir. El problema es que no estábamos en el mismo momento vital: yo ya no quería más y él aún se aferraba a lo que teníamos.
Y también como tú, tuve miedo, al princpio, a lo que sería mi vida sin él, después de 5 años con él. Pensé que sería un abismo.
Afortunadamente, la vida me enseñó que no hay que tener miedo a los cambios. Que estos pueden ser buenos o muy buenos. Y eternizar una relación que está rota sólo por miedo a la soledad, no es nada bueno.
Besos!
Llego un poco tarde, pero no quería pasar sin comentar, porque me he sentido muy identificada. A mí también me parece que dejar una relación es una decisión muy difícil de tomar, y quizá por eso a veces esperamos demasiado. Pero, con el tiempo, supongo que todos nos acabamos dando cuenta de que era lo mejor: si no estás convencido, si la relación no te llena, si "algo falla"... normalmente suele empeorar con el paso de los años. Por mucho que las dos personas se quieran.
ResponderEliminarSeguro que ahora él también lo ve así.
Un beso!